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miércoles, 27 de junio de 2012

REDIL



REDIL
Juan 10:16 ”Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor.
A la luz de estas palabras de Jesús es evidente que el “redil” al que hace alusión son personas escogidas por él mismo en su tiempo, personas que pertenecían al reino de Israel, como por ejemplo los apóstoles, los cuales entran en un pacto con él para un reino como vemos a continuación, Nuevo pacto. En el siglo VII a. E.C., IEVE profetizó mediante el profeta Jeremías que habría un nuevo pacto, y dijo que no sería como el pacto de la Ley, que Israel había quebrantado. (Jer 31:31-34.) La noche antes de morir, el 14 de Nisán del año 33 E.C., cuando Jesucristo instituyó la celebración de la Cena del Señor, anunció el nuevo pacto, que sería validado por su sacrificio. (Lu 22:20.) El día quincuagésimo desde su resurrección, diez días después de ascender a su Padre, derramó sobre sus discípulos reunidos en un aposento superior de Jerusalén el espíritu santo que había recibido de IEVE. (Hch 2:1-4, 17, 33; 2Co 3:6, 8, 9; Heb 2:3, 4.)
Las partes del nuevo pacto son, por una parte, IEVE, y, por otra, el “Israel de Dios”, es decir, los ungidos por espíritu en unión con Cristo, que forman figuradamente su congregación o cuerpo. (Heb 8:10; 12:22-24; Gál 6:15, 16; 3:26-28; Ro 2:28, 29.) El nuevo pacto se pone en vigor mediante la sangre derramada de Jesucristo, el sacrificio de su vida humana, cuyo valor presentó ante IEVE después de ascender al cielo. (Mt 26:28.) Cuando Dios escoge a una persona para la llamada celestial (Heb 3:1), lo introduce en su pacto sobre la base del sacrificio de Cristo. (Sl 50:5; Heb 9:14, 15, 26.) Jesucristo es el mediador del nuevo pacto (Heb 8:6; 9:15) y el principal de la descendencia de Abrahán. (Gál 3:16.) Como Jesús es el mediador del nuevo pacto, ayuda a los que se encuentran en dicho pacto a convertirse en parte de la verdadera descendencia de Abrahán (Heb 2:16; Gál 3:29) al serles perdonados sus pecados. IEVE los declara justos. (Ro 5:1, 2; 8:33; Heb 10:16, 17.)
Estos hermanos de Cristo, ungidos y engendrados por espíritu, llegan a ser sacerdotes bajo el Sumo Sacerdote, y constituyen “un sacerdocio real” una parte selecta del  “REDIL”. (1Pe 2:9; Rev 5:9, 10; 20:6.) Efectúan un trabajo sacerdotal, un “servicio público” (Flp 2:17), y se les llama “ministros de un nuevo pacto”. (2Co 3:6.) Estos llamados siguieron los pasos de Cristo con sumo cuidado y atención, fielmente, hasta que terminaron sus vidas en la muerte. Luego IEVE los constituirá un reino de sacerdotes, haciéndolos partícipes de la naturaleza divina, y los recompensará con inmortalidad e incorrupción como coherederos en los cielos con Cristo. (1Pe 2:21; Ro 6:3, 4; 1Co 15:53; 1Pe 1:4; 2Pe 1:4.) El propósito del pacto es sacar un pueblo para el nombre de IEVE como parte de la “descendencia” de Abrahán. (Hch 15:14.) Este pueblo forma la “novia” de Cristo, el cuerpo de personas a las que introduce en un pacto para el Reino con el fin de que reinen con él. (Jn 3:29; 2Co 11:2; Rev 21:9; Lu 22:29; Rev 1:4-6; 5:9, 10; 20:6.) El propósito del nuevo pacto exige que éste continúe en vigor hasta que todos los del “Israel de Dios” sean resucitados a inmortalidad en los cielos.

Pacto de Jesús con sus seguidores. En la noche del 14 de Nisán de 33 E.C., después de celebrar la Cena del Señor, Jesús hizo este pacto con sus once apóstoles fieles y les prometió que se sentarían sobre tronos. (Lu 22:28-30;
 (Lucas 22:29) y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino,

Compárese con 2Ti 2:12.) Posteriormente mostró que esta promesa se extendería a todos los ‘vencedores’ ungidos por espíritu. (Rev 3:21; véase también Rev 1:4-6; 5:9, 10; 20:6.) En el día del Pentecostés inauguró este pacto con ellos ungiendo con espíritu santo a aquellos discípulos presentes en el aposento de arriba en Jerusalén. (Hch 2:1-4, 33.) Aquellos que se adhiriesen a él a través de pruebas y sufriesen su misma clase de muerte (Flp 3:10; Col 1:24), reinarían con él y compartirían su gobernación real. Este pacto entre Jesucristo y sus reyes asociados está en vigor eternamente. (Rev 22:5.) Las siguientes declaraciones nos confirman este hecho.
(Lucas 12:32) ”No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.
(Juan 10:1) “Muy verdaderamente les digo: El que no entra en el aprisco de las ovejas por la puerta, sino que trepa por otra parte, ese es ladrón y saqueador.
 (Daniel 7:27) ”’Y el reino y la gobernación y la grandeza de los reinos bajo todos los cielos fueron dados al pueblo que son los santos del Supremo. Su reino es un reino de duración indefinida, y todas las gobernaciones servirán y obedecerán aun a ellos’.
 (Hebreos 12:28) Por eso, puesto que hemos de recibir un reino que no puede ser sacudido, continuemos teniendo bondad inmerecida, por la cual podamos rendir a Dios servicio sagrado de manera acepta, con temor piadoso y reverencia.
(Santiago 2:5) Escuchen, mis amados hermanos. Dios escogió a los que son pobres respecto al mundo para que sean ricos en fe y herederos del reino, que él prometió a los que lo aman, ¿no es verdad?
(Revelación 1:6) —E hizo que fuéramos un reino, sacerdotes para su Dios y Padre—, sí, a él sea la gloria y la potencia para siempre. Amén.

Mateo 7:15Guárdense de los falsos profetas que vienen a ustedes en ropa de oveja, pero por dentro son lobos voraces.
Una vez establecido e identificado a esta parte selecta del “REDIL” analicemos e identifiquemos “las otras ovejas”
 ¿Qué evidencia hay de que los que se mencionan en Juan 10:16 como “otras ovejas” son personas que vivirán en la Tierra, en la nueva tierra de Dios?
La identidad de las “otras ovejas” se puede determinar al considerar el contexto a la luz de otros textos.
Jesucristo dijo: “Yo soy el pastor excelente, y conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí, así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y yo entrego mi alma a favor de las ovejas. Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor.”—Juan 10:14-16.
Estas palabras revelan que Jesús considera como sus “ovejas” solo a los que conocen su voz, es decir, que reconocen su autoridad sobre ellos como su pastor  (No a algún humano que se identifiquen ellos mismos como pastor,  ó una Organización religiosa). Esto aclara que el redil de “ovejas” que Jesús contrastó con las “otras ovejas” no pudo haber sido la nación de Israel, pues solo un resto pequeño de esa nación reconoció a Jesucristo como su pastor. ¿Quiénes, entonces, fueron las “ovejas” del redil que formaría “un solo rebaño” con las “otras ovejas”? ¿Serían las “otras ovejas” los gentiles que, con el tiempo, fueron aceptados como cristianos ungidos?
Allá en el tiempo del ministerio terrestre de Jesús, todos los que lo aceptaban como su pastor vinieron a estar en línea para ser miembros en el reino celestial. Jesús dijo a sus discípulos: “No teman, rebaño pequeño, porque Su Padre ha aprobado darles el reino.” (Luc. 12:32) En otras ocasiones Jesucristo se refirió a este “rebaño pequeño” de discípulos como sus “hermanos.” (Mat. 12:49; Mar. 3:34; Luc. 8:21; Juan 20:17) Es evidente que en aquel tiempo este rebaño era pequeño pero con el tiempo, Dios aceptó a gentiles, los ungió con su espíritu santo y los llamó a la vida celestial, también fueron “coherederos con Cristo,” sus “hermanos.” (Gál. 3:27-29; Rom. 8:17) Lógicamente, entonces, las “otras ovejas” serían personas admitidas en el REDIL de sus “hermanos” siendo traídas a asociación estrecha con ellos.
Las palabras de Jesucristo respecto de su venida futura en gloria del Reino confirman esto. Leemos:
“Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. Y todas las naciones serán juntadas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.
“Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque me dio hambre y ustedes me dieron de comer; me dio sed y me dieron de beber. Fui extraño y me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, y me vistieron. Enfermé y me cuidaron. Estuve en prisión y vinieron a mí.’ Entonces los justos le contestarán con las palabras: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión, y fuimos a ti?’ Y en respuesta el rey les dirá: ‘En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.’”—Mat. 25:31-40.
Se revela que las “ovejas” que se mencionan aquí son los miembros de las “otras ovejas” de Cristo, que lo reconocen como su “Señor” o pastor. Puesto que ambos grupos son sumisos a él, ambos forman un solo rebaño. Las ovejas que se mencionan aquí cooperan plenamente con los seleccionados para gobernar con Cristo, apoyándolos activamente. Pero, ¿cómo difieren de ellos mismos?
Lo que el Rey Jesucristo les dijo nos ayuda a entender que se trata de dos servicios distintos. Sus palabras a las “otras ovejas” fueron: “Hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.” (Mat. 25:34) Eso es diferente de lo que se dice de los “hermanos” de Cristo. La calidad de miembro para el reino celestial que estos “hermanos” habrían de heredar se preconoció antes de la “fundación del mundo,” es decir, antes que el mundo de la humanidad viniera a existir por medio del nacimiento de hijos a la primera pareja humana, Adán y Eva. El apóstol Pablo, escribiendo a compañeros cristianos, declara: “[Dios] nos escogió en unión con [Cristo] antes de la fundación del mundo.”—Efe. 1:4, 5.
La diferencia en el elemento tiempo respecto de la preordinación del galardón definitivamente indica dos destinos diferentes. Concerniente a la herencia de los “hermanos” de Jesús, el apóstol Pedro escribió: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque según su gran misericordia nos dio un nuevo nacimiento a una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, a una herencia incorruptible e incontaminada e inmarcesible. Está reservada en los cielos para ustedes.” (1 Ped. 1:3, 4) Esa herencia celestial envuelve gobernación, pues Revelación 5:10 dice: ‘Cristo los hizo que fuesen un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y han de gobernar como reyes sobre la tierra.’
Pero ¿sobre quiénes gobernarán los “hermanos” de Cristo? Sobre la humanidad en la Tierra, los que heredan la Tierra y desempeñan su asignación allí. Esto está en armonía con Revelación 21:3, 4.
Evidentemente las “otras ovejas” están en línea para las bendiciones de una Tierra libre de dolor y muerte. Ese será su galardón bajo la gobernación de Jesucristo y sus coherederos. Es por esta razón que se habla de ellos como ‘heredando el reino preparado para ellos desde la fundación del mundo.’ La palabra griega original para reino no solo significa un gobierno sino que también puede referirse a “reinado” o “ser gobernado por un reino.” Por lo tanto, las “otras ovejas” heredan la condición de ser gobernadas por el Rey Jesucristo y sus reyes asociados, Tan pronto como empezaron a nacerles a Adán y Eva hijos que tendrían la oportunidad de venir a estar bajo el gobierno del Reino, entró en vigor la promesa de Dios respecto de tal gobernación. En este sentido, el “reino,” es decir, la condición de ser gobernado por el reino, fue preparada para la humanidad “desde la fundación del mundo.”
El testimonio de la Biblia en conjunto señala así a las “otras ovejas” como personas que conseguirán vida sobre la Tierra bajo la gobernación del reino de Dios por Cristo, sean de la “grande muchedumbre” de los sobrevivientes de la “Gran tribulación” o de los muertos de la humanidad resucitados.—Hech. 24:15.
En la siguiente cita se nos vuelve a demostrar la responsabilidad de cada grupo unos seleccionados para ejercer su trabajo en los cielos y otros para heredar la Tierra y transformarla en un parque.
Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello de[l] Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar, 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.
4 Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de los hijos de Israel:
5 De la tribu de Judá, doce mil sellados;
de la tribu de Rubén, doce mil;
de la tribu de Gad, doce mil;
6 de la tribu de Aser, doce mil;
de la tribu de Neftalí, doce mil;
de la tribu de Manasés, doce mil;
7 de la tribu de Simeón, doce mil;
de la tribu de Leví, doce mil;
de la tribu de Isacar, doce mil;
8 de la tribu de Zabulón, doce mil;
de la tribu de José, doce mil;
de la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
9 Después de estas cosas vi, y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. 10 Y siguen clamando con voz fuerte, y dicen: “La salvación [se la debemos] a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero”.
11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de las cuatro criaturas vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, 12 y dijeron: “¡Amén! La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fuerza [sean] a nuestro Dios para siempre jamás. Amén”.
13 Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son, y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos”.
Podemos observar definitivamente que dentro del mismo redil existen unas personas con una asignación y otros con otra.
Fran.

"UN RESTO"


UN RESTO
Los que quedan de una familia, nación, tribu o clase; los supervivientes de una matanza, destrucción o acontecimiento histórico; los que permanecen fieles a Dios a pesar de proceder de una nación o grupo de personas que ha apostatado.
Noé y su familia fueron un resto del mundo de la humanidad de antes del Diluvio. El verbo scha·’ár, “permanecer”, se usa para referirse a ellos como los únicos que sobrevivieron. (Gé 7:23.) Posteriormente, José dijo a sus hermanos en Egipto: “Por consiguiente, Dios me envió delante de ustedes a fin de colocarles un resto [es decir, sobrevivientes para conservar la posteridad y el linaje familiar; compárese con 2Sa 14:7] en la tierra y para mantenerlos vivos mediante un gran escape”. (Gé 45:4, 7, nota.)
Un resto de Israel regresa del exilio. La mayoría de las veces que se menciona un resto en la Biblia es con referencia al pueblo de Dios. IEVE advirtió a Israel por medio de Sus profetas que los castigaría por su desobediencia; pero también los consoló prediciendo que se conservaría a un resto que regresaría a Jerusalén, reedificaría la ciudad, prosperaría y daría fruto. (Isa 1:9; 11:11, 16; 37:31, 32; Jer 23:3; 31:7-9.)
Después que el rey Nabucodonosor de Babilonia se llevó cautivos en el año 617 a. E.C., entre ellos al rey Joaquín de Judá, IEVE dio una visión al profeta Jeremías. En ella los higos buenos representaban a los exiliados de Judá que habían sido llevados a Babilonia y a quienes IEVE con el tiempo devolvería a su tierra. Los higos malos representaban al rey Sedequías, sus príncipes y otros como ellos a quienes no se exilió (en realidad, la mayor parte de los habitantes de Jerusalén y Judá), así como a los que vivían en Egipto. En el año 586 a. E.C., casi todos los residentes de Judá murieron o fueron llevados al exilio como consecuencia de que Nabucodonosor destruyera Jerusalén. Los que vivían en Egipto —entre ellos los que huyeron allí después del año 586 a. E.C.— sufrieron más adelante los efectos de la incursión militar de Nabucodonosor en aquella tierra. (Jer 24:1-10; 44:14; 46:13-17; Lam 1:1-6.)
IEVE prometió al resto fiel —aquellos que se habían arrepentido de los pecados por los que Él permitió que se les exiliara— que los reuniría como un rebaño en un aprisco. (Miq 2:12.) Esto ocurrió en el año 537 a. E.C., cuando regresó un resto de judíos encabezado por Zorobabel. (Esd 2:1, 2.) Aunque habían estado “cojeando”, IEVE los reunió. Es cierto que estaban bajo la dominación persa, pero como tenían sobre ellos al gobernador Zorobabel y se había restablecido la adoración verdadera en el templo, Dios volvía a ser su verdadero rey. (Miq 4:6, 7.) Serían como “rocío de IEVE” que trae frescor y prosperidad. Además, tendrían el valor y la fortaleza del “león entre las bestias de un bosque”. (Miq 5:7-9.) Parece que esta última profecía tuvo un cumplimiento durante el período macabeo, y resultó en la permanencia de los judíos en su país y la conservación del templo hasta la venida del Mesías.
El nombre de Sear-jasub, hijo del profeta Isaías, contenía el sustantivo sche’ár (verbo, scha·’ár), y significaba: “Un Simple Resto (Los Que Queden) Volverá(n)”. Dicho nombre era una señal de que Jerusalén caería y sus habitantes irían al exilio, pero Dios tendría misericordia y haría que un resto regresase a la tierra. (Isa 7:3.)
No le quedó ningún resto a Babilonia. Aunque Dios se valió de Babilonia para castigar a su pueblo, esta se extralimitó y se ensañó con ellos, hasta el punto de querer mantenerlos en el exilio para siempre. Obró así porque era la principal defensora de la adoración falsa y odiaba a IEVE y su adoración. Por estas razones, Dios declaró: “Y ciertamente cortaré de Babilonia nombre y resto y descendencia y posteridad”. (Isa 14:22.) Finalmente, Babilonia quedó total y permanentemente desolada, sin ningún resto que regresara a reedificarla.
Un resto de Israel acepta a Cristo. Cuando Jesucristo se presentó a la nación de Israel, la mayoría de los judíos lo rechazaron. Solo algunos, un resto, mostraron fe y se hicieron seguidores suyos. El apóstol Pablo aplica ciertas profecías de Isaías (10:22, 23; 1:9) a este resto judío cuando escribe: “Además, Isaías clama respecto a Israel: ‘Aunque el número de los hijos de Israel sean como la arena del mar, es el resto lo que será salvo. Porque IEVE hará un ajuste de cuentas sobre la tierra, concluyéndolo y acortándolo’. También, así como Isaías había dicho en otro tiempo: ‘A menos que IEVE de los ejércitos nos hubiera dejado descendencia, habríamos llegado a ser justamente como Sodoma, y habríamos quedado justamente como Gomorra’”. (Ro 9:27-29.) Pablo utiliza también el ejemplo de los siete mil que quedaron en el tiempo de Elías que no se inclinaron ante Baal, y dice: “De esta manera, por lo tanto, también en la época presente (en su tiempo) ha llegado a haber un resto según una selección que se debe a bondad inmerecida”. (Ro 11:5.) Esto tuvo una aplicación en el primer siglo. ¿Pero y hoy?
El resto espiritual. En Apocalipsis =Revelación (Esta profecía tiene su proyección hacia el tiempo del fin) (cap. 12) Juan registró la visión que tuvo de una mujer que estaba en el cielo y de un dragón, y concluyó esa parte de la visión con las palabras: “Y el dragón se airó contra la mujer, y se fue para hacer guerra contra los restantes [loi·pṓn] de la descendencia de ella, los cuales observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar testimonio de Jesús”. Estos “restantes” que tienen “la obra de dar testimonio de Jesús” son los últimos hermanos de Jesucristo que quedaran vivos en la Tierra después de que sea  arrojado a ella el Diablo y de que se anuncie: “Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo”. El Diablo (el dragón) guerrea contra este resto de hermanos espirituales de Cristo por medio de las ‘bestias salvajes’ (instituciones y gobiernos) y de la “imagen de la bestia salvaje” descritos en el capítulo 13 de Revelación. Pero el resto saldrá victorioso, como revela el capítulo 14. Este resto puede estar compuesto tanto de algunos judíos naturales así como de los gentiles los cuales han sido liberados de Babilonia la grande. Los que permanecen fieles a Dios a pesar de proceder de una nación o grupo de personas que han apostatado.
Pero,
¿Estará este resto separado de las “otras ovejas”? En el próximo apunte examinaremos este asunto.
Fran.

jueves, 21 de junio de 2012

La Nueva Jerusalén que bajará a la Tierra




La Ciudad que recibirá a los transformados y resucitados. Al parecer no solamente los humanos fieles y vivientes serán "cambiados" y "transformados".
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La misma Tierra, nuestro entero planeta pasará por una etapa de elevación material. Algunos hablan de una “Ascensión” a un plano más elevado, a una frecuencia vibratoria más alta. La Tierra misma será "elevada" y los cambios geológicos actuales, las grandes convulsiones climáticas y terremotos son las señales de que la Tierra como un "organismo" vivo también será "transformada".

Esto fue predicho así:

“¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas” - (Revelación 21: 5)

"Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar" - 2 Pedro 3:13

“En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso" - Mateo 19:28

La expresión "re-creación" significa “regeneración; renacimiento”. Gr.: pa·lin·gue·ne·sí·ai; lat.: re·ge·ne·ra·ti·ó·ne; sir.: be‛al·ma’ jad·ta’, “en la nueva edad (era)”.

Al parecer tiene que ocurrir un "cambio" a nivel atómico que "purifique" y eleve la "vibración" material de la Tierra. Solo así se sanará de los efectos de la radiación de las armas nucleares y de la contaminación humana. Una gran "depuración" en dónde de forma similar a la ropa lavada, los elementos sucios serán sacados del Planeta. Esto supondrá un cambio de frecuencia atómica que "eleve" y purifique el Planeta.

Una purificación por un "fuego" sideral (una poderosa "energía cósmica") provocaría que se limpie el Planeta. Notemos como Pedro lo declaró:

"y por aquellos [medios] el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos" - 2 Pedro 3:6,7. En el Diluvio literalmente se utilizó el agua como un elemento purificador. La Tierra no fué destruída, pero ciertamente sufrió grandes cambios que la permitió regenerarse. El apóstol por contraste menciona que el fuego será el elemento purificador actual, el cual tampoco aniquilará la Tierra, pero si la esterilizará de las enfermedades y efectos de la degradación.

Puesto que los cristianos fieles y vivientes serán evacuados vivos y "transformados" durante ese proceso, será necesario sacarlos del Planeta mientras la Tierra también es "transformada". Inmediatamente después de la purificación con fuego Pedro pasa a hablar de "los nuevos cielos y la nueva tierra".

¿Dónde serán llevados los fieles sobrevivientes? Algunas cartas apostólicas indican con claridad que serán llevados a la "Ciudad Celestial", una especie de "Ciudad flotante" estelar que será la morada transitoria de los fieles resucitados durante la Parusía y también una morada para los rescatados sobrevivientes. Cómo hemos estudiado, estos pasajes describen a dos grupos de cristianos: aquellos que reciben cuerpos resucitados después de la muerte y aquellos cuyos cuerpos en vida son transformados de perecederos a imperecederos en la Parusía de Cristo. Ambos son llevados a la "Ciudad".
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Esta ciudad es la Nueva Jerusalén. Algunos grupos Evangélicos creen que ésta ciudad bajará a la Tierra después de los Mil años, pero esto es un error interpretativo que no toma en cuenta que los capítulos de Revelación no son secuenciales en todos los casos, sino que se centran en visiones distintas (para enfatizar una cosa sobre otra) que acontecen en periodos paralelos de tiempo.

"Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo.  Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.  Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También, dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Y me dijo: “¡Han acontecido! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. A cualquiera que tenga sed le daré de la fuente del agua de la vida gratis. Cualquiera que venza heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son repugnantes en su suciedad, y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo, e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda”- Rev 21: 1-8.

Evidentemente se muestra que quienes tienen las prácticas odiosas del mundo actual, no serán beneficiados por el descenso de la Nueva Jerusalén ni tampoco podrán ser sus habitantes. En 2 Pedro 3:7-13 y en Apocalipsis 21, la Biblia declara que al principio del reino de Cristo de 1,000 años, Dios creará un “cielo nuevo” y una “tierra nueva” para el disfrute de todos los cristianos. Y observamos como luego los "arrebatados" a la Ciudad descienden con ella. Esto es posible, por cuanto Jesús era capaz de viajar entre el cielo y la tierra con su cuerpo físico, glorificado y resucitado, y los cristianos podrán hacer lo mismo con sus cuerpos glorificados. Además, el descenso de la Nueva Jerusalén marcará el inicio de la Nueva Era para la Humanidad sobreviviente que vivirá en la Tierra transformada.

Al parecer la Nueva Jerusalén sería una especie de segunda Arca. La Nueva Jerusalén será la Sede Administrativa de ese Nuevo Mundo durante los 1000 años. Notemos como en el capítulo 20 se menciona a esta Ciudad ya en la Tierra:

"Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión, y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos es como la arena del mar.  Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo, y los devoró" - Revelación 20:7-9.

Este pasaje derriba la idea de algunas Iglesias de que la Nueva Jerusalén bajará a la Tierra después del Milenio. Aquí ya observamos a la Nueva Jerusalén establecida como una Sede Global. Al parecer después que la Nueva Jerusalén desciende tras el Renacimiento de la Tierra, algunos habitantes de la ciudad se esparcen por la Tierra y tienen muchos hijos.

Los redimidos no estarán confinados dentro de las paredes de la Nueva Jerusalén. Ellos heredarán la tierra. De sus hogares en la ciudad los redimidos irán al campo a diseñar y construir el hogar de sus sueños. Allí plantaran vinas y comerán el fruto de ellas (Isa. 65:21).

Tras Mil años, de alguna forma los hijos de los redimidos tienden a agruparse en naciones que reconocen la soberanía de Cristo manifestada en la Ciudad y el campamento de los Santos. Luego al término de los mil años, los "injustos" son resucitados (Rev. 20:5). Muchos de éstos quizás se unirían a la última rebelión de Satanás, la cual intentará atacar a la Nueva Jerusalén.

Otra prueba de que no habrá que esperar mil años está en el mismo pasaje de Apocalipsis 21:

"Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe.  Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo" - Rev 21:1,2

. La secuencia nos muestra la transformación en la Tierra y luego la gran Jerusalén bajando desde el cielo.

"Y vi cuando abrió el sexto sello, y ocurrió un gran terremoto; y el sol se puso negro como saco de pelo, y la luna entera se puso como sangre,  y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como cuando una higuera sacudida por un viento fuerte echa sus higos aún no maduros. Y el cielo se apartó como un rollo que se va enrollando, y toda montaña y [toda] isla fueron removidas de sus lugares" - Rev. 6:12-14

¿Qué hará la Gran Muchedumbre mientras está en la Nueva Jerusalén? La respuesta está en Revelación:

"Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son, y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos”. - Rev. 7: 13-17

Por un tiempo determinado la Gran Muchedumbre permanece en el interior de la Ciudad, en el Templo y aprende a rendir servicio sagrado con mayor pulcritud y de un modo superior. Pero note que no estarán siempre ante la Presencia Divina (Véase Rev. 21:22, manifestada en la Nueva Jerusalén), ya que el Cordero los guiará a fuentes de agua de vida y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.

Esto ocurre cuando la Nueva Jerusalén baja a la Nueva Tierra:

"Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. 2 Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo. 3 Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. 4 Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”- Rev. 21:1-4

Notamos que la Jerusalén baja como preparada como novia. Esto nos habla de las bodas del Cordero (Rev. 19:9) que ocurren para el tiempo del Armagedón y marca el inicio del Milenio (Rev. 20:6).

La Nueva Jerusalén fué representada por el Tabernáculo y el Templo en dónde la Presencia de Dios se manifestó en medio de los hombres. Luego Cristo mismo habitó en la carne entre nosotros, y en su Parusía final él de alguna forma seguirá conectado con la Tierra a través de ésta Ciudad.

En la tierra nueva la promesa que Jesús hizo a sus discípulos se cumplirá eternamente: "Para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:3). El propósito de la su vida: "Dios con nosotros", finalmente habrá llegado a su meta. "'He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios" (Apoc. 21:3). Aquí los salvados tendrán el privilegio de vivir en la presencia y el compañerismo del Padre y el Hijo.

No es que Dios y el Hijo literalmente estén en la Tierra, pero la Ciudad será una especie de Portal, de Arca de la Alianza o Templo que conectará para siempre la Tierra y el Cielo. Tanto los 144.000 ascendentes y los moradores excelsos de la Tierra podrán conectarse con las otras moradas en las Edades Eternas.
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Finalmente la Tierra será exaltada y honrada por encima de los demás mundos en el Universo de Dios.

Conclusión

1- La Nueva Jerusalén es una Ciudad "flotante" sideral que se acerca a la Tierra. En su interior, en la Sede Central (El Nuevo Monte Sión de la Ciudad),  hay portales en dónde pueden ingresar Jesús y los ángeles, procedentes de las moradas y cielos más elevados. Jesús se manifestará en su Parausía real al aparecer al interior de esta Ciudad que estará cerca de la Tierra al tiempo del fin.

2- Los resucitados (justos pres cristianos y cristianos)  y arrebatados (evacuados vivos) serán llevados a la Ciudad al encuentro de Jesús. Los resucitados seguirán progresando a los lugares de habitación eternos, otras moradas y mundos más excelsos. La gran muchedumbre de arrebatados serán iniciados en el servicio universal y preparados para establecerse en la Nueva Tierra. Un grupo pequeño dentro de la Gran Muchedumbre, los 144.000 serán llevados al Monte Sión de la Nueva Jerusalén y seguirán su camino en otras moradas con Cristo (bodas del Cordero). Sin embargo, siempre mediante la Nueva Jerusalén, tendrán un nexo con la Tierra.

3- La Gran Muchedumbre será traída a la Nueva Tierra. Ellos al igual que Noé y sus hijos, se expandirán por la Tierra para convertirla en un Jardín similar a las otras moradas. Esta multitud fuera de la Ciudad podrá tener hijos y construir casas en la Nueva Tierra.

4- La Nueva Jerusalén será una Sede Administrativa Global. De la misma forma como el Tabernáculo, el Templo, y la Vida Humana de Jesús representó que Dios ha morado con la Humanidad, el nexo eterno entre el Cielo y la Tierra estará presente mediante esta Escuela de capacitación global.

Esta él la hizo abundar para con nosotros en toda sabiduría y buen sentido, por cuanto nos dio a conocer el secreto sagrado de su voluntad. Es según su beneplácito que él se propuso en sí mismo  para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra. [Sí,] en él
(Efesios 1:8-10)

La Nueva Jerusalén durante la Parusía será el punto de encuentro con Cristo, serán reunidas en él, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra.

El Cielo y la Tierra estarán unidos para siempre mediante esta Ciudad.

Saludos.