EL AYUDANTE
Jesús da a sus
seguidores consejos de despedida durante la última Pascua (Juan 13:1–17:26)
Les lava los pies para enseñarles humildad y
les da “un nuevo mandamiento”: que se amen unos a otros como él los ha amado.
Se identifica como el camino, la verdad y la
vida; promete enviar el espíritu santo a sus discípulos
después de su marcha.
Jesús ora por sus seguidores y dice a su
Padre que ha terminado la obra que se le había encomendado y ha puesto Su
nombre de manifiesto.
Juan 14:26. Más el ayudante, el espíritu santo,
que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará
recordar todas las cosas que les he dicho.
(Lucas
24:49)
Y, ¡miren!, envío sobre ustedes lo que está prometido por mi Padre. Ustedes,
sin embargo, permanezcan en la ciudad hasta que lleguen a estar revestidos de
poder desde lo alto”.
(Juan
15:26)
Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el espíritu de la
verdad, que procede del Padre, ese dará testimonio acerca de mí;
(Juan 16:13) Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu
de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propio
impulso, sino que hablará las cosas que oye, y les declarará las cosas que
vienen.
El espíritu de Dios (EL AYUDANTE) después también permitió que los
seguidores de Cristo predijesen sucesos futuros. (Hch 11:28; 20:29, 30;
21:11; 1Ti 4:1-3.) El espíritu santo de Dios, como “espíritu de la verdad”,
nunca podría ser fuente de error, sino que protegería a los seguidores de
Cristo de falsedades doctrinales. (Compárese con 1Jn 2:27; 4:1-6.
(1
Juan 2:27)
Y en cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y
no necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les
está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así
como les ha enseñado, permanezcan en unión con él.
Hechos 2:1-4 Ahora bien, mientras estaba en progreso el día [de la fiesta] del
Pentecostés, todos se hallaban juntos en el mismo lugar, 2 y
de repente ocurrió desde el cielo un ruido exactamente como el de una brisa
impetuosa y fuerte, y llenó toda la casa en la cual estaban sentados. 3 Y
lenguas como de fuego se les hicieron visibles y fueron distribuidas en
derredor, y una se asentó sobre cada uno de ellos, 4 y
todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas
diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse.
En esta ocasión se cumplieron las palabras
registradas en Joel 2:28 Y después de eso tiene que ocurrir que
derramaré mi espíritu sobre toda clase de carne, y sus hijos y sus hijas
ciertamente profetizarán. En cuanto a sus viejos, sueños soñarán. En cuanto a
sus jóvenes, visiones verán. 29 Y aun sobre los siervos
y sobre las siervas derramaré en aquellos días mi espíritu.
La pregunta que surge aquí es la siguiente ¿el
derramamiento del Ayudante estaría activo para siempre o solamente un corto
periodo de tiempo?
VEAMOS:
2ª a los Tesalonicenses 2:6-12 “De modo que ahora ustedes
conocen la cosa que obra como restricción, con miras a que él sea revelado a su
propio tiempo. 7 Es verdad que el misterio de este
desafuero ya está obrando; pero solo hasta que el que ahora mismo está obrando
como restricción llegue a estar fuera del camino. 8 Entonces,
realmente, será revelado el desaforado, a quien el Señor Jesús eliminará por el
espíritu de su boca, y reducirá a nada por la manifestación de su presencia. 9 Pero
la presencia del desaforado es según la operación de Satanás con toda obra
poderosa y señales y portentos presagiosos mentirosos, 10 y
con todo engaño injusto para los que están pereciendo, como retribución porque
no aceptaron el amor de la verdad para que fueran salvos. 11 Por
eso Dios deja que les vaya una operación de error, para que lleguen a creer la
mentira, 12 a fin de que todos ellos sean juzgados por
no haber creído la verdad, sino haberse complacido en la injusticia.
Pablo
reconoció que el mismo serbia de restricción a la apostasía y al hombre de
desafuero. (2 Timoteo 4:6) Porque ya estoy siendo derramado como libación,
y el debido tiempo de mi liberación es inminente.
(2
Pedro 1:14)
puesto que sé que pronto veré quitado mi tabernáculo, tal como también me lo
significó nuestro Señor Jesucristo.
Pero
Juan como última restricción al hombre del desafuero dijo... (1 Juan 2:18)
Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que [el] anticristo viene, aun
ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el
conocimiento de que es la última hora.
Él
fue el último d los apóstoles en morir y por lo tanto la restricción a la
introducción de la apostasía en las enseñanzas de Cristo fue quitada y ésta ha
tenido libertad para ser implantada como cristianismo falso.
Este
hecho nos demuestra que el ayudante (el espíritu santo) dejó de estar activo a
partir de la muerte de Juan y no volverá a estar activo hasta la segunda venida
de Cristo.
(Juan 16:13) Sin embargo, cuando
llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque
no hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye, y les
declarará las cosas que vienen.
Vamos a destacar la
frase “y les declarará las cosas que vienen” o
sea las cosas futuras ya que la actividad del AYUDANTE en aquel tiempo están
registradas en libro de los Hechos.
(1
Timoteo 4:1) Sin embargo, la expresión inspirada dice
definitivamente que en períodos posteriores algunos se apartarán de la fe,
prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de
demonios. (Períodos posteriores a la
muerte de Juan)
2ª a
Timoteo 4:3 Porque habrá un período en que no soportarán
la enseñanza saludable, sino que, de acuerdo con sus propios deseos, acumularán
para sí mismos maestros para que les regalen los oídos; 4 y
apartarán sus oídos de la verdad, puesto que serán desviados a cuentos falsos.
(Enseñanzas,
doctrinas y argumentos que centran la atención del oyente o lector en
interpretaciones des orientativas de la verdad)
Lo
que dijo Pablo bajo la guía del AYUDANTE 2ª a los
Tesalonicenses 2:1,2 Sin embargo, hermanos, tocante a
la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a
él, les solicitamos 2 que no se dejen sacudir
prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco mediante una expresión
inspirada, ni mediante un mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera
de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová esté aquí.
2ª a Timoteo 4: 3-5 Que nadie los seduzca de manera
alguna, porque no vendrá a menos que primero venga la
apostasía y el hombre del desafuero quede revelado, el hijo de la destrucción.
4 Él está puesto en oposición y se alza a sí mismo sobre
todo aquel a quien se llama “dios” o [todo] objeto de reverencia, de modo que
se sienta en el templo del Dios, y públicamente ostenta ser un dios. 5 ¿No
se acuerdan de que, estando todavía con ustedes, yo solía decirles estas cosas?
Estas palabras se están refiriendo a la segunda venida de
Jesús pero a la muerte del apóstol Juan se establecería una apostasía que duraría todo el tiempo hasta
la segunda vuelta de él, el hombre de desafuero el hijo de la destrucción
quedaría revelado puesto al descubierto antes de su venida.
Ya han transcurrido 1982 años desde la muerte de Jesús y
aún no ha venido en su segunda venida, esto se demuestra por el hecho
indiscutible de que el hombre de desafuero aún no ha sido puesto de manifiesto
y por lo tanto la apostasía continúa hasta este día.
¿Qué religión llamada cristiana puede argumentar que ella
es la religión verdadera y que está siendo utilizada por Dios? ¿O que otra
religión judía puede argumentar lo mismo? Pueden argumentar lo que quieran, pero
la realidad es que sus argumentos son puras falsedades, enseñanzas de demonios,
cuentos falsos. Todas son apostatas de la verdad.
¿Qué es apostasía?
APOSTASÍA
(gr. A·po·sta·sí·a).
El término griego correspondiente se deriva
del verbo a·fí·stē·mi, que significa literalmente “apartarse de”. La
forma sustantiva tiene el sentido de “deserción, abandono o rebelión”. (Hch
21:21, nota.) En el griego clásico esta se usaba para referirse a la defección
política, y es con este sentido con el que se emplea el verbo en el pasaje de Hechos
5:37 sobre Judas el galileo, que “atrajo” (a·pé·stē·se, una forma de a·fí·stē·mi)
seguidores. La Versión de los Setenta, escrita en griego, usa el vocablo
en Génesis 14:4 con referencia a tal tipo de rebelión. No obstante, en las
Escrituras Griegas Cristianas se usa sobre todo con relación a la defección
religiosa, es decir, a la renuncia o abandono de la verdadera causa, la
adoración y servicio a Dios; en suma, una renuncia a lo que antes se profesaba
y un abandono total de esos principios o de la fe. Los líderes religiosos de
Jerusalén acusaron a Pablo de este tipo de apostasía de la ley mosaica.
Puede decirse con toda propiedad que el
adversario de Dios fue el primer apóstata, según indica el nombre Satanás. Él
hizo que la primera pareja humana apostatara. (Gé 3:1-15; Jn 8:44.) Después del
Diluvio, los hombres se desviaron de las palabras del Dios de Noé. (Gé 11:1-9.)
Más tarde, se le hizo necesario a Job defenderse de la acusación de apostasía
que le lanzaron sus tres supuestos consoladores. (Job 8:13; 15:34; 20:5.) En su
defensa, mostró que Dios no concede audiencia a los apóstatas (Job 13:16),
y que el estado de un apóstata a quien Dios ‘corta’ es desesperanzado. (Job
27:8; compárese también con la declaración de Elihú en Job 34:30; 36:13.) En
estos casos se usa el sustantivo hebreo ja·néf, que significa “apartado
de Dios”, es decir, apóstata. El verbo relacionado, ja·néf, significa
“estar apartado de la debida relación con Dios”, o “contaminar, llevar a la
apostasía”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y
W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 317.)
Apostasía en Israel. Los dos primeros
mandamientos de la Ley condenaban toda apostasía. (Éx 20:3-6.) Antes de la
entrada de los israelitas en la Tierra Prometida, se les advirtió del grave peligro
de caer en la apostasía en el que se encontrarían si se casaban con los
habitantes del país. (Dt 7:3, 4.) Aun si fuese un pariente próximo o el
cónyuge la persona que incitaba a otros a apostatar, habría de ser ejecutado
por haber “hablado de sublevación contra IEVE el Dios de ustedes”. (Dt
13:1-15.) Las tribus de Rubén, Gad y Manasés se apresuraron a exculparse de la
acusación de apostasía que se les imputó por haber edificado un altar. (Jos
22:21-29.)
Muchos de los reyes de Israel y de Judá
siguieron un proceder apóstata. Por ejemplo: Saúl (1Sa 15:11; 28:6, 7),
Jeroboán (1Re 12:28-32), Acab (1Re 16:30-33), Ocozías (1Re 22:51-53), Jehoram
(2Cr 21:6-15), Acaz (2Cr 28:1-4) y Amón. (2Cr 33:22, 23.) Con el tiempo,
los israelitas llegaron a ser una nación de apóstatas, porque el pueblo
escuchaba a los sacerdotes y profetas apóstatas (Jer 23:11, 15), así como
a otros hombres sin principios que, con palabras suaves y dichos falsos, los
llevaron a practicar conducta relajada e inmoralidad, y a desertar de IEVE, “la
fuente de agua viva”. (Isa 10:6; 32:6, 7; Jer 3:1; 17:13.) Según Isaías
24:5, hasta la misma tierra llegó a estar ‘contaminada [ja·nefáh] bajo
sus habitantes, porque habían pasado por alto las leyes, habían cambiado la
disposición reglamentaria, habían quebrantado el pacto de duración indefinida’.
No habría de concedérseles misericordia en la destrucción predicha. (Isa
9:17; 33:11-14; Sof 1:4-6.)
¿Qué
características singularizan a los apóstatas en contraste con el cristianismo
primitivo?
El apóstol Pablo predijo en
2 Tesalonicenses 2:3 una apostasía entre los que profesaban ser
cristianos. Mencionó específicamente a ciertos apóstatas, como Himeneo,
Alejandro y Fileto. (1Ti 1:19, 20; 2Ti 2:16-19.) Entre las diversas causas
de la apostasía expuestas en las advertencias apostólicas se encuentran las
siguientes: la falta de fe (Heb 3:12), la falta de aguante ante la persecución
(Heb 10:32-39), el abandono de las normas morales correctas (2Pe 2:15-22), el
hacer caso de “palabras fingidas” de falsos maestros y de “expresiones
inspiradas que extravían” (2Pe 2:1-3; 1Ti 4:1-3; 2Ti 2:16-19; compárese con Pr
11:9) y el tratar de “ser declarados justos por medio de ley”. (Gál 5:2-4.) Aun
profesando tener fe en la Palabra de Dios, puede que los apóstatas desatiendan
su servicio a Dios al considerar de poca importancia la obra de predicar y
enseñar que Él encargó a los seguidores de Jesucristo. (Lu 6:46; Mt 24:14;
28:19, 20.) También puede que aleguen servir a Dios, pero rechacen a sus
representantes, y comiencen a ‘golpear’ a los que habían sido sus compañeros de
fe, con el fin de obstaculizar su obra. (Jud 8, 11; Nú 16:19-21; Mt
24:45-51.) Los apóstatas por lo general procuran que otros les sigan. (Hch
20:30; 2Pe 2:1, 3.) Los que abandonan voluntariosamente la enseñanza
primitiva cristiana se convierten en parte integrante del “anticristo”. (1Jn
2:18, 19.) Como en el caso de los israelitas apóstatas, también se predice
destrucción para los apóstatas actuales. (2Pe 2:1; Heb 6:4-8.
Durante el período de persecución que sufrió
la congregación cristiana primitiva a manos del Imperio romano, a los que
profesaban ser cristianos a veces se les inducía a negar su discipulado. A
aquellos que accedían se les exigía que dieran prueba de su apostasía haciendo
una ofrenda de incienso ante algún dios pagano o blasfemando abiertamente
contra el nombre de Cristo.
Es evidente que hay una diferencia entre
‘caer’ por debilidad y ‘caer’ por haber apostatado. Este último ‘caer’ implica
una retirada drástica e intencional del sendero de la rectitud. (1Jn 3:4-8;
5:16, 17.) Cualquiera que sea su base aparente, intelectual, moral o
espiritual, constituye una rebelión contra Dios y un rechazo de su Palabra de
verdad. (2Te 2:3, 4;
HOMBRE DEL DESAFUERO
Expresión que emplea el apóstol Pablo en
2 Tesalonicenses 2:2, 3 cuando advierte de la gran apostasía anticristiana
que surgiría antes del “día de Jehová”. La palabra griega que empleó aquí, a·po·sta·sí·a,
significa más que la mera acción de apartarse de la fe o retroceder sin hacer
nada por evitarlo. Significa defección, revuelta, rebelión planeada y
deliberada. En papiros antiguos la palabra a·po·sta·sí·a se usaba en el
campo político para referirse a los rebeldes.
Una sublevación religiosa. No obstante, esta
rebelión no es de naturaleza política. Es una rebelión religiosa contra
IEVE Dios y Jesucristo, y, por lo tanto, contra la verdadera y futura
congregación cristiana.
Predicha. Los apóstoles Pablo
y Pedro también predijeron esta apostasía, tanto de palabra como por escrito, y
el mismo Señor Jesucristo predijo que vendría. En su ilustración del trigo y la
mala hierba (Mt 13), Jesús dijo que el Diablo sembraría “mala hierba”
—cristianos de imitación, “hijos del inicuo”— entre el “trigo”, los “hijos del
reino”. Dichos cristianos de imitación existirían hasta la conclusión del
sistema de cosas, cuando se les identificaría y ‘quemaría’.
Pablo advirtió a los cristianos de Éfeso que
después que él partiese entrarían “lobos opresivos” entre los cristianos
verdaderos y no tratarían al rebaño con ternura, sino que tratarían de
arrastrar a “los discípulos” tras sí (no simplemente haciendo otros
discípulos para sí mismos, sino tratando de arrastrar a los discípulos
de Cristo). (Hch 20:29, 30.) En 1 Timoteo 4:1-3 escribió: “Sin
embargo, la expresión inspirada dice definitivamente que en períodos
posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones
inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios, por la hipocresía de
hombres que hablan mentiras, marcados en su conciencia como si fuera con hierro
de marcar [insensibles, cauterizados, de manera que no sienten ningún
remordimiento por haber hablado mentiras hipócritamente]; que prohibirán
casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que participen
de ellos con acción de gracias”.
Más tarde Pablo le escribió a Timoteo: “Habrá
un período en que no soportarán la enseñanza saludable, sino que, de
acuerdo con sus propios deseos, acumularán para sí mismos maestros para que les
regalen los oídos; y apartarán sus oídos de la verdad”. (2Ti 4:3, 4.)
El apóstol Pedro estableció un paralelo entre
la apostasía del cristianismo y la que ocurrió en el Israel natural. Dijo: “Sin
embargo, llegó a haber también falsos profetas entre el pueblo, como también
habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismísimos introducirán calladamente
sectas destructivas y repudiarán hasta al dueño que los compró, trayendo sobre
sí mismos destrucción acelerada. Además, muchos seguirán los actos de conducta
relajada de ellos y por causa de estos se hablará injuriosamente del camino de
la verdad”. Señaló que explotarían a la congregación, pero que “la destrucción
de ellos no dormita”. (2Pe 2:1-3.)
Un “hombre” colectivo. Por consiguiente,
este “hombre” de 2 Tesalonicenses 2:1-12 no es individual, sino un
“hombre” colectivo, tal como se muestra en los textos ya citados, y seguiría
existiendo después de la muerte de los apóstoles y hasta el tiempo de la
presencia del Señor.
Traición a Dios. El “desafuero” que
este “hombre” apóstata colectivo comete es un acto de desafuero contra IEVE
Dios, el Soberano Universal. Este “hombre” es culpable de traición. Se le llama
el “hijo de la destrucción”, como a Judas Iscariote, quien traicionó a
Jesucristo y contribuyó a su muerte. Al igual que Judas, ese “hombre” tiene que
ser aniquilado para siempre. Aunque “Babilonia la Grande” también lucha en
contra de Dios, no puede ser el “hombre del desafuero”, pues se dice que
es una mujer, una ramera. Sin embargo, como este lleva a cabo una rebelión
religiosa en contra de Dios, es obvio que forma parte de la mística Babilonia.
(Jn 17:12; Rev 17:3, 5.)
El “hombre del desafuero” se pone a sí mismo
en oposición a Dios, y por lo tanto es un “satanás”, término que significa
opositor. Y en realidad su ‘presencia es según la operación de Satanás’. (2Te
2:9.) En los días del apóstol Pablo, la identidad de este “hombre del
desafuero” era un “misterio” o secreto religioso. Aún hoy su identidad sigue
siendo un misterio para muchas personas, porque oculta su iniquidad bajo el
disfraz de la devoción piadosa. (2Te 2:7.) Por medio de sus enseñanzas
mentirosas que contradicen o hasta falsifican la ley de Dios, el “hombre del
desafuero” se coloca a sí mismo por encima de IEVE Dios y de otros ‘dioses’,
los poderosos de la Tierra, y también en contra de los santos de Dios, los
verdaderos hermanos espirituales de Jesucristo. (Compárese con 2Pe 2:10-13.)
Puesto que es un hipócrita, un maestro falso que afirma ser cristiano, “se
sienta en el templo del Dios”, como si perteneciese al templo espiritual. (2Te
2:4.)
Una restricción. Pablo hace
referencia a “la cosa que obra como restricción”. (2Te 2:6.) Parece ser que los
apóstoles mismos fueron aquella restricción. Pablo les había dicho a los
superintendentes efesios que ‘después de su partida’ entrarían hombres con
características de lobos. (Hch 20:29.) Repetidas veces escribió admoniciones
acerca de tal apostasía, no solo en la segunda carta a los Tesalonicenses,
sino en muchas exhortaciones a Timoteo. Y a este último le aconsejó que
encomendase las cosas que le había oído a él a hombres fieles que estuvieran
adecuadamente capacitados para enseñar a otros. Se refirió a la congregación
del Dios vivo como “columna y apoyo de la verdad”, pues deseaba que tuviese la
mayor solidez posible antes de que floreciese la gran apostasía. (2Ti 2:2; 1Ti
3:15.)
Más tarde, por mandato de Cristo, se le dijo
al apóstol Juan que escribiese para advertir de las sectas, mencionando en
especial la secta de Nicolás y hablando de falsos profetas, como Balaam y
Jezabel, la mujer que se llamaba a sí misma profetisa. (Rev 2:6, 14,
15, 20.)
Ya obraba en los días de los
apóstoles.
El apóstol Pablo dijo: “El misterio de este desafuero ya está obrando”. (2Te
2:7.) Había quienes trataban de enseñar doctrinas falsas, y algunos incluso
perturbaban a la congregación de Tesalónica. Este fue uno de los motivos por
los que Pablo les escribió su segunda carta. Ya había anticristos para cuando
Juan escribió sus cartas, y probablemente antes de ese tiempo. Juan habló de la
“última hora” del período apostólico, y dijo: “Así como han oído que el
anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos [...].
Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si
hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros. Pero
salieron, para que se mostrara a las claras que no todos son de nuestra
clase”. (1Jn 2:18, 19.
Revelado. Después de la muerte
de los apóstoles, el “hombre del desafuero” se manifestó abiertamente con su
hipocresía religiosa y sus enseñanzas falsas. (2Te 2:3, 6, 8.) Según las
palabras de Pablo, este “hombre” obtendría gran poder, actuando bajo el control
de Satanás, realizando “toda obra poderosa y señales y portentos presagiosos
mentirosos”. Se dice que aquellos a quienes engaña el “hombre del desafuero”
compuesto “están pereciendo [literalmente, “están destruyéndose”], como
retribución porque no aceptaron el amor de la verdad para que fueran salvos”.
El apóstol indica que ellos ‘llegan a creer la mentira’, y todos “[serán]
juzgados por no haber creído la verdad, sino haberse complacido en la
injusticia”. (2Te 2:9-12; véase Int.) Se trata, por lo tanto, de un
juicio condenatorio.
Destruido. Este hipócrita
“hombre del desafuero” compuesto tiene que ser eliminado por el Señor Jesús,
“por el espíritu de su boca”, y reducido a la nada “por la manifestación de su
presencia”. La aniquilación de este opositor inicuo de Dios será una prueba
visible y concreta de que el Señor Jesucristo actúa como juez. No juzgará
de acuerdo con sus propias normas; de manera que la destrucción “por el
espíritu de su boca” debe significar que es la expresión del juicio de IEVE
contra esta clase inicua. (2Te 2:8; compárese con Rev 19:21, con “la espada
larga [...], la espada que salía de su boca”.)
El pecado contra el espíritu
santo.
Jesucristo dijo que el que peque contra el
espíritu santo no tendrá perdón ni en este sistema de cosas ni en el
venidero. (Mt 12:31, 32.) La persona que, según el juicio de Dios, peque
contra el espíritu santo en este sistema de cosas no obtendría ningún beneficio
de resucitar, pues como es imposible que se le perdonen los pecados, tal
resurrección resultaría inútil. Jesús dictó sentencia en el caso de Judas
Iscariote al llamarle “el hijo de destrucción”. A él no le aplicará el
rescate, de modo que no resucitará, pues su destrucción es una sentencia
establecida judicialmente. (Jn 17:12.)
Jesucristo dijo a sus opositores, los líderes
religiosos judíos: “¿Cómo habrán de huir del juicio del Gehena [un símbolo de
destrucción eterna]?”. Mt 23:33. Sus palabras indican que si no se volvían
a Dios antes de morir, recibirían un juicio final adverso. La resurrección
no tendría sentido para ellos, pues no les serviría de nada. Ese
también parece ser el caso del “hombre del desafuero”. 2Te 2:3, 8.
Pablo dice que los que han conocido la
verdad, han sido partícipes del espíritu santo y luego han apostatado, han
caído en un estado del que es imposible “revivificarlos otra vez al
arrepentimiento, porque de nuevo fijan en un madero al Hijo de Dios para sí
mismos y lo exponen a vergüenza pública”. El rescate ya no puede
ayudarlos; por esa razón, no serán resucitados. El apóstol los asemeja a
un campo que solo produce espinos y cardos, por lo que se le rechaza y al fin
se le quema. Esto ilustra el futuro que tienen ante ellos: aniquilación
completa. (Heb 6:4-8.)
Pablo vuelve a manifestar que para los que
“voluntariosamente [practican] el pecado después de haber recibido el
conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los
pecados, sino que hay cierta horrenda expectación de juicio y hay un celo
ardiente que va a consumir a los que están en oposición”. Luego pone una
ilustración: “Cualquiera que ha desatendido la ley de Moisés muere sin
compasión, por el testimonio de dos o tres. ¿De cuánto más severo castigo
piensan ustedes que será considerado digno el que ha hollado al Hijo de Dios y
que ha estimado como de valor ordinario la sangre del pacto por la cual fue
santificado, y que ha ultrajado con desdén el espíritu de bondad
inmerecida? [...] Es cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo”. El
juicio es más severo porque a ellos no solo se les da muerte y se
les entierra en el Seol, como les sucedía a los violadores de la ley de Moisés,
sino que van al Gehena, de donde no hay resurrección. (Heb
10:26-31.)
Pedro indica a sus hermanos que por ser “casa
de Dios”, están bajo juicio, y luego cita de Proverbios 11:31 (LXX) y
les advierte del peligro de la desobediencia. En esos versículos muestra que el
juicio actual de ellos podría finalizar con una sentencia de destrucción
eterna, tal como Pablo había escrito. (1Pe 4:17, 18.)
El apóstol Pablo también menciona que algunos
“sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de
la gloria de su fuerza, al tiempo en que él viene para ser glorificado con
relación a sus santos”. (2Te 1:9, 10.) Estas personas no sobrevivirán
para hallarse bajo el reinado milenario de Cristo, y como su destrucción es
“eterna”, no serán resucitados.