“¿Cuándo serán
estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema
de cosas?” (MATEO 24:3.)
A LA mayoría de las
personas les interesa el futuro. ¿Y a usted? El profesor Alvin Toffler se refiere
en su libro El “shock” del futuro a “la súbita proliferación de
organizaciones dedicadas al estudio del futuro”. Añadió: “Hemos visto la
creación de centros intelectuales de orientación futurista; la aparición de
periódicos futuristas en Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y Estados
Unidos; la difusión de cursos universitarios sobre previsión”. Sin embargo,
concluyó: “Desde luego, nadie puede ‘conocer’ el futuro de un modo absoluto”.
El libro La adivinación del futuro
dice: “La quiromancia, las bolas de cristal, la astrología, los naipes y
el I Ching, son otras tantas técnicas más o menos complicadas para
darnos idea de lo que nos reserva el futuro”. Pero, en vez de acudir a métodos
humanos, sería mejor que buscáramos una fuente confiable: IEVE.
El Dios
verdadero dijo: “De seguro tal como he calculado, así tiene que suceder; y tal
como he aconsejado, eso es lo que se realizará”. (Isaías 14:24, 27; 42:9.)
Sí, IEVE ha podido aconsejar a la humanidad sobre lo que acontecerá, haciéndolo
frecuentemente mediante voceros humanos. Uno de ellos escribió: “Jehová
no hará ni una cosa a no ser que haya revelado su asunto confidencial
a sus siervos los profetas”. (Amós 3:7, 8; 2 Pedro 1:20, 21.)
Jesucristo fue el profeta principal de Dios.
(Hebreos 1:1, 2.) Concentrémonos en una de sus profecías clave, que
anuncia cosas que están sucediendo ahora mismo a nuestro alrededor. Esta
profecía también nos da una idea de lo que ocurrirá pronto, cuando el presente
sistema inicuo termine y Dios lo reemplace con una nueva sociedad terrestre.
Jesús probó que era un profeta. (Marcos 6:4;
Lucas 13:33; 24:19; Juan 4:19; 6:14; 9:17.) Por eso, es comprensible que
mientras sus apóstoles estaban sentados con él en el monte de los Olivos, desde
donde se veía Jerusalén, le preguntaran acerca del futuro: “¿Cuándo serán estas
cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de
cosas?”. (Mateo 24:3; Marcos 13:4.)
Hallará la pregunta y la respuesta de Jesús en
Mateo capítulo 24, Marcos capítulo 13 y Lucas capítulo 21. Estos pasajes
no son idénticos, pero sí son complementarios en muchos aspectos. Por
ejemplo, solo Lucas menciona que habría ‘pestes en un lugar tras otro’. (Lucas
21:10, 11; Mateo 24:7; Marcos 13:8.) Es lógico que nos preguntemos:
¿Estaba Jesús prediciendo únicamente sucesos que sobrevendrían antes de que sus
oyentes murieran, o incluyó nuestro tiempo y lo que nos depara el futuro?
Los
apóstoles deseaban saber
Solo unos días antes de que lo mataran, Jesús
dijo que Dios había rechazado a Jerusalén, la capital de los judíos. La ciudad
y su imponente templo serían destruidos. Entonces, algunos de los apóstoles
pidieron una ‘señal de la presencia de Jesús’ y de la conclusión del sistema de
cosas. (Mateo 23:37–24:3.) Sin duda estaban pensando principalmente en el
sistema judío y en Jerusalén, pues no comprendían el alcance de lo que
vendría más adelante. No obstante, al responderles, Jesús miró mucho más
allá de lo que ocurrió en 70 E.C., cuando los romanos destruyeron
Jerusalén. (Lucas 19:11; Hechos 1:6, 7.)
Como podemos notar al leer los tres
Evangelios, Jesús dijo que se alzaría nación contra nación y reino contra
reino, que habría escaseces de alimento, terremotos, escenas espantosas y
señales en el cielo. En el intervalo comprendido entre el momento en que Jesús
dio la señal (33 E.C.) y la desolación de Jerusalén (66-70 E.C.),
también aparecerían falsos profetas y falsos Cristos. Los judíos perseguirían a
los cristianos, que estarían predicando el mensaje de Jesús.
Estas
facetas de la señal se cumplieron realmente, como lo confirma el historiador
Flavio Josefo. Este relata que los seudomesías fomentaron la rebelión antes de
la invasión romana. Se produjeron horribles terremotos en Judea y en otros
lugares. Estallaron guerras en diversas partes del Imperio romano. ¿Hubo
grandes hambres? Claro que sí. (Compárese con Hechos 11:27-30.) ¿Qué pasó con
la divulgación del “Reino de Dios” el nuevo planteamiento para un mejor futuro
de la humanidad? Pues bien, para el año 60 ó 61 E.C., cuando se escribió
el libro de Colosenses, “la esperanza de esas buenas nuevas” del Reino de Dios
se había oído en todas partes: en África, Asia y Europa. (Colosenses 1:23.)
“ENTONCES”
el fin
En
algunos aspectos los acontecimientos que Jesús profetizó siguen una secuencia.
Él dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán [...] y entonces
vendrá el fin”. En Mateo 24:14, la palabra “entonces” es una traducción del
adverbio griego tó·te. Los especialistas en lengua griega explican que tó·te
es un “adverbio demostrativo de tiempo” empleado “para introducir aquello que
sigue en tiempo” o para “introducir un evento posterior”. De modo que Jesús
predijo que se predicaría el Reino y entonces (‘a continuación’ o
‘inmediatamente después’) vendría “el fin”. ¿Qué fin?
La
predicción de Jesús tuvo un cumplimiento en los sucesos que llevaron al fin del
sistema judío. Las guerras, los terremotos, las escaseces de alimento y otros
acontecimientos predichos por Jesús ocurrieron durante un período de tres
décadas. Sin embargo, a partir de Mateo 24:15, Marcos 13:14 y Lucas 21:20,
leemos acerca de ciertos sucesos que estaban relacionados directamente con una
destrucción inminente, cuando el fin estuviera a las puertas.
Como
reacción a la rebelión de los judíos de 66 E.C., los romanos, comandados
por Cestio Galo, marcharon contra Jerusalén y sitiaron la ciudad que los judíos
estimaban sagrada. (Mateo 5:35.) Pese a los contraataques judíos, los romanos
irrumpieron en la ciudad. De esa manera se pusieron “de pie en un lugar santo”,
tal como Jesús había predicho en Mateo 24:15 y Marcos 13:14. Después sucedió
algo sorprendente. Aunque tenían rodeada la ciudad, los romanos se retiraron de
manera inesperada. Los cristianos reconocieron de inmediato el cumplimiento de
la profecía de Jesús, y esa retirada les permitió huir de Judea y refugiarse en
las montañas al otro lado del Jordán. La historia muestra que eso fue lo que
hicieron.
Pero si
los romanos se retiraron de Jerusalén, ¿por qué huir? Porque las palabras de
Jesús mostraron que lo ocurrido indicaba ‘que la desolación de Jerusalén se
había acercado’. (Lucas 21:20.) Así es, desolación. Predijo ‘una tribulación
como la cual no había sucedido una desde el principio ni volvería a
suceder’. Como tres años y medio más tarde, en 70 E.C., los ejércitos
romanos, al mando del general Tito, verdaderamente sometieron a Jerusalén a una
“gran tribulación”. (Mateo 24:21; Marcos 13:19.) Sin embargo, ¿por qué dijo
Jesús que esta tribulación sería mayor que cualquier otra, pasada o futura?
Los
babilonios conquistaron la nación de Israel en 607 y destruyeron el templo en 586 a.E.C., y esa
ciudad (Jerusalén) ha presenciado batallas horrendas en nuestro siglo. Sin
embargo, lo que aconteció en 70 E.C. fue una tribulación realmente
singular. Los guerreros comandados por Tito derrotaron a los judíos en una
campaña que duró alrededor de cinco meses. Mataron a cerca de un millón cien
mil judíos y se llevaron cautivos a unos cien mil. Además, demolieron
Jerusalén. Todo esto demostró que el sistema de culto judío que anteriormente
tenía la aprobación de Dios y que giraba en torno al templo había llegado a su
fin. (Hebreos 1:2.) En efecto, lo que ocurrió en 70 E.C. podía calificarse
apropiadamente de ‘tribulación como la cual no había sucedido una [en
aquella ciudad, nación y sistema] desde el principio del mundo hasta entonces,
no, ni volvería a suceder’. (Mateo 24:21.)
Como
se predijo, aún quedaban cosas por ocurrir
No
obstante, Jesús no limitó su predicción a la tribulación del siglo
primero. La Biblia muestra que este acontecimiento era el preludio de muchos
otros, como lo indica el empleo de tó·te, o “entonces”, en Mateo 24:23 y
Marcos 13:21. ¿Qué ocurriría en el período que siguió al año 70 E.C.? Tras
la tribulación del sistema judío surgirían otros falsos Cristos y profetas. (LEASE EL TEMA “EL AYUDANTE”)
(Compárese Marcos 13:6 con 13:21-23.) La historia corrobora la aparición de
estos a través de los siglos desde la destrucción de Jerusalén, en
70 E.C., aunque no han logrado engañar a los que poseen agudeza
espiritual y que han estado buscando la “presencia” de Cristo. (Mateo
24:27, 28.) Sin embargo, los sucesos posteriores a la gran tribulación de
70 E.C. dan una indicación de que Jesús estaba mirando más allá de aquella
tribulación, que solo fue el cumplimiento inicial o el modelo en miniatura de
una gran tribulación futura.
Al
comparar Mateo 24:15-28 y Marcos 13:14-23 con Lucas 21:20-24, encontramos una
segunda indicación de que la profecía de Jesús se extendía mucho más allá de la
ruina de Jerusalén. Recuerde que Lucas es el único que mencionó pestes. Del
mismo modo, es el único que cerró esta parte con las siguientes palabras de
Jesús: “Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los
tiempos señalados de las naciones [“tiempos de los gentiles”, Reina-Valera,
1977]”. (Lucas 21:24.) Los babilonios depusieron al último rey judío como su vasallo
en 586 a.E.C., y después de aquello, Jerusalén, que representaba al Reino
de Dios, fue hollada o pisoteada. (2 Reyes 25:1-26; 1 Crónicas 29:23;
Ezequiel 21:25-27.) En Lucas 21:24 Jesús indicó que tal situación perduraría
hasta que llegara el tiempo para que Dios estableciera un nuevo “Reino” a
escala mundial.
Hay una
tercera indicación de que Jesús estaba señalando a un futuro distante: según
las Escrituras, el Mesías habría de morir y ser resucitado, después de lo cual
se sentaría a la diestra de Dios hasta que el Padre lo enviara para sojuzgar.
(Salmo 110:1, 2.) Jesús mencionó que se sentaría a la diestra del Padre.
(Marcos 14:62.) El apóstol Pablo confirmó que el resucitado Jesús estaba a la
diestra de Dios aguardando el tiempo en que se le nombraría Rey y Ejecutor
Divino. (Romanos 8:34; Colosenses 3:1; Hebreos 10:12, 13.)
En el
capítulo 6 de Revelación encontramos la cuarta y última indicación de que
la predicción de Jesús sobre la conclusión del sistema de cosas iba más allá
del siglo I. Décadas después de 70 E.C., el apóstol Juan describe una
apremiante escena de varios jinetes en acción. (Apocalipsisi-Revelación 6:2-8.)
Esta visión profética del “día del Señor” —el día de su presencia— identifica
nuestro tiempo como una época de guerras sin igual (versículo 4), hambre
general (versículos 5 y 6) y “plaga mortífera” (versículo 8). Evidentemente,
este cuadro tiene su paralelo en lo que Jesús dijo en los Evangelios, y
demuestra que esta profecía tiene un cumplimiento mayor en la etapa actual de
nuestro tiempo que abarcará el hasta el ‘día del Señor’. (Revelación 1:10.)
Por lo tanto, ¿a qué conclusión debemos llegar
tocante a cómo contestó Jesús la pregunta de los apóstoles? Su profecía anunció
con exactitud tanto los sucesos que condujeron a la destrucción de Jerusalén
como la destrucción misma, así como algunos hechos que ocurrirían después de
70 E.C. No obstante, casi todos estos sucesos tendrían un
cumplimiento mayor en el futuro, culminando en una gran tribulación que pondría
fin al presente inicuo sistema de cosas. Eso significa que la predicción de
Jesús recogida en Mateo 24:4-22 y los pasajes análogos de Marcos y Lucas se cumplió
desde el año 33 E.C. hasta la tribulación del año 70 E.C. Sin
embargo, estos mismos versículos tendrían un segundo cumplimiento, que
incluiría una tribulación de mayores proporciones en el futuro. ¿Nos hallamos
ante tal cumplimiento? ¿Vemos prueba de
ello a diario?
¿A
qué llevará?
Jesús
no terminó su profecía mencionando a los falsos profetas que ejecutarían
señales engañosas durante el largo período que transcurriría antes ‘de que se
cumplieran los tiempos señalados de las naciones’. (Lucas 21:24; Mateo
24:23-26; Marcos 13:21-23.) Pasó a hablar de otros sucesos sobrecogedores que
se observarían por toda la Tierra. Estos estarían relacionados con la venida
del Hijo del hombre con poder y gloria. Marcos 13:24-27 es representativo de la
profecía secuencial de Jesús:
Continuará: