NOTA:
Los textos copiados
se expondrán con el nombre de Dios tal y como se ha traducido en la versión
empleada aquí, pero en los comentarios de este artículo se expondrá el nombre
de Dios en el lenguaje arcaico IEVE, El lenguaje empleado por Moisés.
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“El día de
Jehová vendrá como ladrón, [...] y la tierra y las obras que hay en ella
serán descubiertas.” (2 PED. 3:10)
ESTE mundo malo está fundado sobre una gran
mentira: la creencia de que el hombre es capaz de gobernar la Tierra por sí
solo, sin la ayuda de IEVE (Sal. 2:2, 3). ¿Puede perdurar eternamente algo
que se basa en una falsedad? De ningún modo. Pero no hay que esperar
a que el mundo de Satanás llegue a su autodestrucción. Es IEVE quien le
pondrá fin. Y lo hará a su tiempo y manera, respetando en todo momento sus
principios de justicia y amor (Sal. 92:7; Pro. 2:21, 22).
El apóstol
Pedro escribe: “El día de Jehová vendrá como ladrón, y en este los cielos
pasarán con un ruido de silbido, pero los elementos, estando intensamente
calientes, serán disueltos, y la tierra y las obras que hay en ella serán
descubiertas” (2 Ped. 3:10). En este versículo, ¿qué representan “los
cielos” y “la tierra”? ¿Qué son “los elementos” que “serán disueltos”? ¿Qué
quiere decir la afirmación de Pedro de que “la tierra y las obras que hay en
ella serán descubiertas”? Busquemos la respuesta a estas preguntas, pues así
estaremos mejor preparados para afrontar los temibles sucesos que se avecinan.
Los cielos y la tierra que
van a pasar
A veces, la
Biblia llama “cielos” a los gobiernos, pues también ocupan una posición
elevada, en su caso sobre los ciudadanos (Isa. 14:13, 14; Rev.
21:1, 2). “Los cielos [que] pasarán” simbolizan a los gobiernos del mundo
alejado de Dios. ¿Por qué se dice que se irán con un intenso “ruido de silbido”
o, según otra versión, con “un ruido ensordecedor”? Probablemente porque su
destrucción será muy rápida.
“La tierra”
se refiere al mundo formado por los seres humanos alejados de Dios. Tal como
hoy, en tiempos de Noé existió un mundo malvado, el cual fue eliminado en el
Diluvio por decreto de Dios. “Por la misma palabra los cielos y la tierra que
existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día
del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.” (2 Ped. 3:7.)
Mientras que en el Diluvio se aniquiló a los malvados de una sola vez, en la
futura destrucción se hará por etapas, durante el período conocido como “la
gran tribulación” (Rev. 7:14). En la primera etapa, Dios impulsará a los
políticos del mundo a eliminar a su odiada enemiga, “Babilonia la Grande”, es
decir, todas las religiones que han cometido prostitución espiritual (Rev.
17:5, 16; 18:8). En la etapa final —la guerra de Armagedón—,IEVE
mismo acabará con el resto del mundo de Satanás (Rev. 16:14, 16;
19:19-21).
“Los elementos [...] serán
disueltos”
¿Qué son “los
elementos” que “serán disueltos”? Los especialistas señalan que el término
griego para “elementos” se refiere a los “fundamentos”, “rudimentos” o
“principios elementales”. Un diccionario bíblico agrega: “Se usaba [para
hablar] de las letras del alfabeto” como primeros “elementos del lenguaje”
escrito. Por lo tanto, “los elementos” que menciona Pedro son las cosas básicas
que hacen que el mundo tenga características, actitudes, metas y
comportamientos contrarios a la voluntad de Dios. “Los elementos” incluyen “el
espíritu del mundo”, el cual “opera en los hijos de la desobediencia”
(1 Cor. 2:12; léase Efesios 2:1-3). Este espíritu también es
llamado “aire”, pues está difundido por todo el mundo controlado por el Diablo.
Y consigue que los pensamientos, planes, conversaciones y acciones de la
gente reflejen la mentalidad del “gobernante de la autoridad del aire”, que
no es otro que el orgulloso y desafiante Satanás.
Sea que se den
cuenta o no, las personas infectadas por el espíritu del mundo permiten que
Satanás influya en su mente y corazón, y por eso imitan la manera de pensar y
actuar de él. Como consecuencia, viven la vida a su antojo, sin preocuparse por
lo que piensa Dios. Constantemente reaccionan con orgullo y egoísmo, se rebelan
contra la autoridad de Dios y ceden al “deseo de la carne y el deseo de los
ojos” (léase 1 Juan 2:15-17).
¡Qué
importante es que sigamos este consejo: “Salvaguarda tu corazón”!
(Pro. 4:23.) Para ello tenemos que hacer uso de la sabiduría universal
enseñada por Jesucristo al elegir nuestras amistades, diversiones y lecturas, o
al navegar por Internet. Pablo nos avisa: “Cuidado: quizás haya alguien que se
los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la
tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según
Cristo” (Col. 2:8). Y su advertencia es más urgente que nunca, pues está
muy cerca el día de IEVE, en el que un “fuego” de temperaturas inauditas derretirá
“los elementos” del mundo de Satanás. En efecto, no soportarán el
fuego de la cólera divina. Malaquías 4:1 expresa una idea semejante: “Viene el
día que está ardiendo como el horno, y todos los presuntuosos y todos los que
hacen iniquidad tienen que llegar a ser como rastrojo. Y el día que viene
ciertamente los devorará”.
“La tierra y las obras que
hay en ella serán descubiertas”
¿A qué se refiere Pedro al señalar que “la
tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas”? El verbo traducido
“serán descubiertas” puede verterse “quedarán expuestas”, “saldrán a la luz” o
“quedarán al descubierto”. Así que la afirmación de Pedro significa que durante
la gran tribulación se desenmascarará a este mundo. IEVE dejará claro que es un
sistema diabólico opuesto a él y a su Reino, y que merece ser destruido. Isaías
26:21 anuncia proféticamente ese juicio divino: “Jehová está saliendo de su
lugar para pedir cuenta por el error del habitante de la tierra contra él, y la
tierra ciertamente expondrá su derramamiento de sangre y ya no encubrirá a
los de ella a quienes han matado”.
En el día de IEVE,
las personas que se han dejado moldear por el mundo y su malvado espíritu
mostrarán sin tapujos cómo son de verdad, llegando incluso a matarse unas a
otras. De hecho, es probable que el entretenimiento violento que predomina
en la actualidad esté preparando la mente de muchos para el día en que alzará
“cada uno [...] su mano [...] contra la mano de su compañero” (Zac.
14:13). Por eso es imprescindible que rechacemos cualquier película, libro,
videojuego o actividad que siembre en nosotros el orgullo, el amor a la
violencia u otras actitudes que Dios detesta (2 Sam. 22:28; Sal. 11:5).
Además, debemos cultivar el fruto del espíritu, pues abarca cualidades incombustibles
que nos permitirán sobrevivir cuando arda el fuego de la ira divina (Gál.
5:22, 23).
“Nuevos cielos y una nueva
tierra”
(Léase 2 Pedro
3:13.) Ahora bien, ¿a qué se refieren los “nuevos cielos”? Al Reino de
Dios, que será establecido en la región espiritual cuando “los tiempos
señalados de las naciones” hayan terminado (Luc. 21:24). A cargo de este
gobierno estarán Jesús y los 144.000, quienes ya habrán recibido en su mayoría
la recompensa celestial. El libro de Revelación presenta a estos elegidos
como “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y
preparada como una novia adornada para su esposo” (Rev. 21:1, 2, 22-24).
En el antiguo Israel, el gobierno tenía su sede en Jerusalén. En el
nuevo mundo, el gobierno estará formado por Jesús y su novia, la Nueva
Jerusalén. Esta ciudad “descend[erá] del cielo” en el sentido de que
dirigirá su atención a la Tierra.
La “nueva tierra” será la nueva sociedad que
habitará este planeta y estará formada por los seres humanos que se hayan
sometido voluntariamente al Reino. Pero en el futuro, ese paraíso espiritual se
encontrará en el hermoso marco que merece: “la tierra habitada por venir”,
(Heb. 2:5). ¿Qué debemos hacer para vivir allí?
Preparémonos para el gran
día de IEVE
Pablo coincide con Pedro en señalar que el día de IEVE
vendrá “como ladrón”, o sea, de modo sigiloso e inesperado (léase 1 Tesalonicenses
5:1, 2). Hasta los cristianos verdaderos, que están
aguardándolo con expectación, se sorprenderán de que llegue tan súbitamente (Mat.
24:44). Pero, en el caso de los hombres alejados de IEVE, ese día hará mucho
más que asombrarlos. Pablo escribió: “Cuando [...] estén diciendo: ‘¡Paz y
seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles
instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y
no escaparán de ninguna manera” (1 Tes. 5:3).
El clamor de “¡Paz y seguridad!” no será
más que otra mentira inspirada por los demonios; pero no logrará engañar a
los siervos de IEVE. El apóstol Pablo señaló: “Ustedes no están en
oscuridad, para que aquel día los alcance como alcanzaría a ladrones, porque
todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día” (1 Tes. 5:4, 5).
¡Qué necesario es que nos mantengamos en la luz espiritual, lejos de la
oscuridad del mundo de Satanás! Pedro avisó a los cristianos de que surgirían
falsos maestros dentro de la congregación, Pedro escribió: “Amados, teniendo
este conocimiento de antemano, guárdense para que no vayan a ser llevados
con ellos por el error de gente desafiadora de ley y caigan de su propia
constancia” (2 Ped. 3:17).
Observemos que IEVE no se limita a
decirnos: “Guárdense” o, en otras palabras, “manténganse en guardia”. Más bien, nos concede el gran honor de tener
“conocimiento de antemano”, o sea, un cuadro general de lo que sucederá en el
futuro.
Lamentablemente, cuando se hacen recordatorios
sobre la necesidad de mantenerse alerta, hay quienes adoptan una actitud
despreocupada o incluso burlona y escéptica. Quizás digan: “Llevo décadas
oyendo el mismo aviso”. Pero deberían comprender que al hacer esos comentarios
están cuestionando al propio Creador de todas las cosas y a su Hijo.
En efecto, es IEVE quien nos dice a cada uno de nosotros: “Manténte en
expectación” (Hab. 2:3). Igualmente, es Jesús el que nos dice: “Manténganse
alerta, [...] porque no saben en qué día viene su Señor” (Mat.
24:42). Además, Pedro escribe: “¡Qué clase de personas deben ser ustedes en
actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy
presente la presencia del día de Jehová[!]” (2 Ped. 3:11, 12). Una
mente en su sano juicio jamás tomarán a la ligera esas enérgicas advertencias.
El que cree
que el Amo se está demorando es el “esclavo malo” (Mat. 24:48). Y este
forma parte del grupo descrito en 2 Pedro 3:3, 4: “En los últimos
días vendrán burlones [...] procediendo según sus propios deseos”.
En efecto, ellos se ríen de quienes son obedientes y viven atentos al día
de IEVE. Y en vez de velar por los intereses del Reino, se centran en sí
mismos y en sus deseos egoístas. ¡Jamás adoptemos una actitud tan rebelde y
peligrosa! Más bien, “[consideremos] la paciencia de nuestro Señor como
salvación”. Nunca nos inquietemos por
saber el momento exacto en que ocurrirán ciertos sucesos, pues la decisión de
cuándo deben producirse es algo que solo le corresponde Al Creador. (2 Ped.
3:15; léase Hechos 1:6, 7).
Confiemos en el Dios de
salvación
En el año 66 de nuestra era, los ejércitos romanos
invadieron Judea. Los cristianos fieles sabían que Jesús les había mandado
salir huyendo de Jerusalén tan pronto como pudieran, y cuando se les presentó
la ocasión, así lo hicieron (Luc. 21:20-23). ¿Por qué actuaron tan rápido y con
tanta decisión? Es obvio que habían tenido muy presente la advertencia de
Jesús. Aunque seguramente comprendían que iban a afrontar dificultades a
consecuencia de su decisión —pues Cristo también se lo había avisado—, estaban
seguros de que IEVE nunca los abandonaría si se mantenían leales (Sal. 55:22).
Nosotros también debemos confiar con toda nuestra
alma en IEVE, ya que él es el único que podrá salvarnos cuando este mundo
atraviese la gran tribulación, que será el período de mayor sufrimiento de toda
la historia. Antes de que Dios ejecute su sentencia contra el resto del mundo,
llegará un momento durante la gran tribulación en el que las personas
desobedientes “desmaya[rán] por el temor y la expectación de las cosas que
vienen sobre la tierra habitada”. Pero, a diferencia de los enemigos de Dios, las
personas leales a IEVE (O que se hayan puesto de parte de Él) no temblarán
aterrorizados. Más bien, estarán muy alegres, ya que comprenderán que su
liberación será inminente (léase Lucas 21:25-28).
Ciertamente, a quienes se mantienen separados
del mundo y sus “elementos” les aguarda un emocionante futuro. Pero, como
veremos en el próximo artículo, para obtener la aprobación de Dios
no basta con evitar las cosas malas. También hay que esforzarse por tener
las cualidades y obras que agradan a IEVE (2 Ped. 3:11).
¿Sabría explicarlo?
• ¿Qué significan
“los cielos” y “la tierra” actuales?
• ¿Qué son “los elementos”?
• ¿Qué representan los “nuevos cielos” y la
“nueva tierra”?
• ¿Por qué confiamos plenamente en Dios?