Si un árbol no ata sus ramas con cuerdas...Tampoco la religión debe atar con leyes.
Es necesario luchar contra la tendencia natural de nuestro juicio desvirtuado sobre el asunto de las leyes y acordarnos de que los miembros de los adoradores de IEVE reciben una "ley perfecta que pertenece a la libertad" y como hijos de Dios nunca volvamos a ser servidores, sino hijos; los hijos de Dios deben aprender a usar la libertad de los hijos y por medio de ese uso llegar al más alto grado de obediencia absoluta a la ley y a los principios del amor. El apóstol nos diseña una imagen de la Nueva Creación que ilustra este tema a la perfección: la de un cuerpo humano cuya cabeza representa al Señor y todas las partes y miembros representan a la Iglesia ó congregación.
En 1 Cor 12 se trata este tema con gran lujo de detalles y de una manera muy sencilla. La explicación que se da es esta: "Porque así como el cuerpo es uno, pero tiene muchos miembros, y todos los miembros de ese cuerpo, aunque son muchos, son un solo cuerpo, así también es el Cristo. Porque, de hecho, por un solo espíritu todos nosotros fuimos bautizados [para formar] un solo cuerpo, seamos judíos o griegos, seamos esclavos o libres, y a todos se nos hizo beber un solo espíritu ".(1 Corintios 12:12-13).El apóstol prosigue llamando la atención sobre el hecho de que si el buen estado de un cuerpo depende en gran medida en la unidad , la armonía y la cooperación de todos sus miembros , ocurre igual en la adoración verdadera, el cuerpo de Cristo. Si un miembro padece dolores, degeneración o malformación, todos los demás miembros se sienten afectados, lo quieran o no y si un miembro está, muy bien tratado, reconfortado o descansado todos los demás participan de sus bendiciones. En el versículo 23 nos hace notar que siempre hacemos lo posible para cubrir o tapar las debilidades, las taras, etc. de nuestro cuerpo natural y que procuramos socorrerlas o ayudarlas.
Así es como debería ser en la Iglesia que es el cuerpo de Cristo: los miembros más débiles deberían recibir una atención especial y ser cubiertos con el amor, "para que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros tengan el mismo cuidado los unos de los otros ".(1 Corintios 12:25), ya sea los más humildes o los más favorecidos. Según lo considerado, la multitud de adoradores verdaderos son la Iglesia o congregación hecha por el Señor, es ciertamente una multitud muy completa no solo en la gracia sino también en su naturaleza: allí dónde exista una multitud espiritualmente completa no hay ninguna necesidad de yugos ni de ataduras.
Un árbol es una estructura totalmente organizada y forma un todo, desde la extremidad de las ramas hasta las mismas raíces y por esa misma razón, no ata sus ramas con ataduras especiales ni con cuerdas ni con entablillados, ni con reglamentos ni reglas escritas. Lo mismo ocurre en el cuerpo de Cristo. Si sus diversos miembros están convenientemente adaptados, relacionados y unidos siguiendo las directrices dadas por el Señor, no será necesarias de ningún modo ni las cuerdas, ni yugos, ni entablillados, para mantener a sus diversos miembros juntos, es decir que no habrá ninguna necesidad de leyes, ni credos ni de medios humanos impresionantes para reunirlos o juntarlos. Solo el Espíritu es el lazo de unión y si el espíritu permanece mucho tiempo, también permanecerá del mismo modo, una unidad o un acuerdo completo entre los miembros y esta unión será fuerte o débil dependiendo de la abundancia del espíritu del Señor o del desarrollo de los frutos del espíritu santo. Gálatas 5:22-26.
La unidad y la libertad cristiana
La unidad de la fe es algo deseable y se debe hacer todo lo posible para conseguirla, siempre que se trate del tipo de unidad general que todos queremos. La unidad debe basarse en la dirección de la "fe que una vez fue entregada a los santos" con toda su pureza y sencillez dónde cada miembro tiene la plena libertad de adoptar opiniones diferentes sobre puntos secundarios, y sin embargo no por eso debe llevar cada enseñanza al campo de la especulación, teorías humanas, etc. La idea de las Escrituras sobre la unidad se apoya en los principios fundamentales del Evangelio: (1) Nuestro rescate gracias a sangre preciosa y nuestra justificación por ejercer fe en ella (2) Nuestra dedicación, santificación y separación para el Señor, la Verdad y su servicio, en el que se incluye el servicio a nuestros hermanos.(3) fuera de estos puntos esenciales en los que si se debe exigir unidad, no tiene porque haber una comunión con respecto a las Escrituras.
Sobre cualquier otro punto, se puede conceder la mayor libertad posible pero eso sí, con el deseo de discernir y de ayudar a los demás a comprender lo que es la libertad cristiana con todos sus rasgos y detalles. Así, cada miembro del cuerpo de Cristo, al mismo tiempo que mantiene su propia libertad personal se dedica tan completamente a la Cabeza y a todos los demás miembros que su placer será entregar su todo, su vida misma, a favor de ellos.
La unidad del miedo y la libertad cristiana
El Apóstol declaró que al Señor no le gustan los cismas en el cuerpo, ni escisiones, ni ninguna clase de división. Con los métodos humanos, las divisiones son inevitables, si exceptuamos el periodo triunfal del Papado, cuando el sistema nominal se hizo tan poderoso que usó métodos muy duros de persecución con relación a todo aquel que no estaba de acuerdo con el sistema doctrinal y jerárquico. Pero esta unidad era una unidad a la fuerza, basada en el miedo, una unidad aparente y no una unidad de corazón. Los hijos libres, por conciencia, no pueden participar de ningún modo en tales uniones en las que la libertad personal es enteramente destruida. Para las denominaciones protestantes, la dificultad no reside en que sean demasiado liberales, y que como consecuencia se hayan separado en numerosas sectas sino en que ellas han conservado gran parte de la institución madre, sin poseer el poder que ella tuvo en una cierta época para asfixiar y suprimir la libertad de pensamiento.
Seguramente muchos se sorprenderán si decimos que en lugar de haber demasiadas divisiones o escisiones de todo tipo como las que vemos por todas partes, la necesidad real de la Iglesia de Cristo es de aún más libertad todavía, hasta que cada miembro individual sea libre e independiente de todo hombre , ataduras , credos, religiones , etc. Si cada cristiano individual conserva su libertad con la que ha sido liberado por el Señor (Gál 5:1, Juan 8:32) y si cada cristiano individual se adhiere fielmente al Señor y a su Palabra , discernirá rápidamente la unidad original que inculcaban las Escrituras y todos los verdaderos hijos de Dios, todos los miembros de la Nueva Creación, se encontrarán atraídos unos hacia otros, todos los que tienen la misma libertad y se unirán unos a otros con los lazos de amor más fuertes que cualquier otro lazo que los hombres tengan en las sociedades terrestres " El amor del Cristo nos une estrechamente" .2ª Cor 5 :14.. Por lo que podemos ver en la historia de las Iglesias, el espíritu de rivalidad y el amor a los honores, tomaron rápidamente el lugar del espíritu humilde de abnegación, mientras que al mismo tiempo la credulidad y la adulación suplantaron con facilidad el examen de las Escrituras. Por eso nos encontramos hoy que la clase de adoración que
estuvo en vigor en la Iglesia primitiva, es decir sin un nombre sectario, sin gloria, sin honor y sin autoridad de parte de una minoría sobre las masas y sin distinción entre clérigos y laicos, se considera hoy como no siendo del todo una adoración legal y verdadera. Nosotros nos consideramos felices de colocarnos entre los despreciados, porque imitamos estrechamente el ejemplo del cristianismo primitivo y porque disfrutamos correspondientemente, de las mismas libertades y bendiciones según los frutos del espíritu santo que en aquel entonces.
Ni somos máquinas ni tenemos miedo a hablar
"El que es enseñado en la Palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye". Gál 6:6
Ya hemos considerado el hecho de que no se debe tomar a los instructores como siendo infalibles, sino que se debe pesar y medir bien sus palabras con la ayuda de las reglas divinas: las palabras del Señor, de los apóstoles y de los santos profetas de los tiempos pasados que hablaron y escribieron por medio del Espíritu Santo para advertirnos a nosotros a quienes los fines de los tiempos han llegado. Queremos llamar la atención sobre la declaración del Apóstol: "El que es enseñado en la Palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye". Gál 6:6. Este texto bíblico, que está en armonía con todos los demás, nos muestra que Dios hizo los arreglos para que sus hijos se instruyeran los unos a los otros, y que incluso el más humilde de su rebaño piense por sí mismo y de ese modo desarrolle una fe individual así como también una personalidad individual. ¡Cómo se ha descuidado este importante asunto entre aquellos que se llaman por el nombre de Cristo!. Este texto bíblico admite instructores y alumnos pero los alumnos deben sentirse libres de comunicar, de dar a conocer a los instructores todo lo que viene a su conocimiento y que parece plantearle un tema a discutir, no para sustituir al instructor, sino como un estudiante inteligente haría con otro estudiante de más edad. Nadie debe ser una máquina ¡ni tener miedo a hablar, sino que planteando preguntas, llamar la atención sobre lo que parecen ser malas aplicaciones de las Escrituras o de otras cosas también, así contribuyen a mantener puro el cuerpo de Cristo y sus enseñanzas: por eso ellos deben ser críticos y en lugar de desanimarles a llevar los asuntos de esa manera, en lugar de decirles que están cuestionando sus declaraciones , se les invita , por el contrario, a participar y a criticar.
Probablemente fue cerca del año 50 E.C. cuando Pablo y Silas llegaron a Berea. Fueron a esta ciudad procedentes de Tesalónica, de donde tuvieron que salir de noche a causa de una chusma violenta. Berea tenía una comunidad judía y una sinagoga, en la que predicaron los dos misioneros. La buena disposición de los bereanos hacia el mensaje y su examen diligente de las Escrituras para confirmar lo que aprendían los hizo merecedores del encomio que se encuentra en Hechos 17:11. De estas personas de ‘disposición noble’ salió un grupo de conversos compuesto tanto de judíos como de griegos. Sin embargo, la llegada de judíos fanáticos de Tesalónica resueltos a provocar de nuevo a la chusma supuso una brusca interrupción de la obra de Pablo, quien zarpó hacia Atenas. Atrás dejó a Silas y Timoteo para que cuidasen del nuevo grupo de creyentes de Berea. (Hch 17:12-15.)
Pablo debió pasar por Berea o sus proximidades en el transcurso de su tercer viaje misional, que le llevó de nuevo a Macedonia. En aquel tiempo uno de sus compañeros era Sópater, un cristiano de Berea. (Hch 20:1-4.)
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