Estamos en un tiempo crucial. A veces esta empresa nos
parece inmensa y sufrimos de desánimo. Pero justamente los relatos de los
intrépidos y solitarios profetas deben confortarnos. Más que el mensaje que
ellos proclamaron para su época y civilización, lo que nos debe ayudar es el
espíritu con que ellos enfrentaron dichas misiones. Es su ejemplo inspirador lo
que debe provocar una reacción en nosotros.
Isaías fue seguido por Miqueas y Abdías, que confirmaron y embellecieron su mensaje que tanto satisfizo el espíritu. Y estos dos valientes mensajeros denunciaron audazmente los rituales sacerdotales de los hebreos y atacaron temerariamente todo el sistema de sacrificios.
Miqueas denunció a «los jefes que juzgan por cohecho, los sacerdotes que enseñan por precio y los profetas que adivinan por dinero». Enseñó sobre un futuro de libertad de la superstición y del clericalismo, diciendo: “Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que [los] haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos [lo] ha hablado”. Miqueas 3:5-12; 4:4
Isaías proclamó que el hombre estaba relacionado estrechamente con Dios, diciendo: “No se acuerden de las cosas primeras, y a las cosas anteriores no dirijan su consideración. 19 ¡Miren! Yo voy a hacer algo nuevo. Ahora brotará. Ustedes lo sabrán, ¿no es verdad? Realmente, a través del desierto pondré un camino; a través del desierto árido, ríos. 20 La bestia salvaje del campo me glorificará, los chacales y los avestruces; porque habré dado agua hasta en el desierto, ríos en el desierto árido, para hacer beber a mi pueblo, mi escogido, 21 el pueblo a quien he formado para mí mismo, para que relate la alabanza mía. Yo... yo soy Aquel que borra tus transgresiones por causa de mí mismo, y de tus pecados no me acordaré. Isaías 43:18-21,25
Y este predicador del Dios excelso no cesó jamás de proclamar a este Dios de amor. Esto es lo que ha dicho Jehová (IEVE en hebreo arcaico): “En un tiempo de buena voluntad te he respondido, y en día de salvación te he ayudado; y seguí salvaguardándote para darte como pacto para el pueblo, para rehabilitar la tierra, para efectuar el recobro de las posesiones hereditarias desoladas, 9 para decir a los prisioneros: ‘¡Salgan!’, a los que están en la oscuridad: ‘¡Revélense!’. Al lado de los caminos pacerán, y en todas las sendas trilladas se realizará el apacentamiento de ellos. 10 No padecerán hambre, ni padecerán sed, ni los herirá calor abrasador ni sol. Porque Aquel que tiene piedad de ellos los guiará, y junto a los manantiales de agua los conducirá. 11 Y ciertamente convertiré todas mis montañas en camino, y mis calzadas mismas estarán en una elevación. 12 ¡Mira! Estos vendrán aun de lejos, y, ¡mira!, estos del norte y del oeste, y estos del país de Sinim”.
Isaías fue seguido por Miqueas y Abdías, que confirmaron y embellecieron su mensaje que tanto satisfizo el espíritu. Y estos dos valientes mensajeros denunciaron audazmente los rituales sacerdotales de los hebreos y atacaron temerariamente todo el sistema de sacrificios.
Miqueas denunció a «los jefes que juzgan por cohecho, los sacerdotes que enseñan por precio y los profetas que adivinan por dinero». Enseñó sobre un futuro de libertad de la superstición y del clericalismo, diciendo: “Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que [los] haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos [lo] ha hablado”. Miqueas 3:5-12; 4:4
Isaías proclamó que el hombre estaba relacionado estrechamente con Dios, diciendo: “No se acuerden de las cosas primeras, y a las cosas anteriores no dirijan su consideración. 19 ¡Miren! Yo voy a hacer algo nuevo. Ahora brotará. Ustedes lo sabrán, ¿no es verdad? Realmente, a través del desierto pondré un camino; a través del desierto árido, ríos. 20 La bestia salvaje del campo me glorificará, los chacales y los avestruces; porque habré dado agua hasta en el desierto, ríos en el desierto árido, para hacer beber a mi pueblo, mi escogido, 21 el pueblo a quien he formado para mí mismo, para que relate la alabanza mía. Yo... yo soy Aquel que borra tus transgresiones por causa de mí mismo, y de tus pecados no me acordaré. Isaías 43:18-21,25
Y este predicador del Dios excelso no cesó jamás de proclamar a este Dios de amor. Esto es lo que ha dicho Jehová (IEVE en hebreo arcaico): “En un tiempo de buena voluntad te he respondido, y en día de salvación te he ayudado; y seguí salvaguardándote para darte como pacto para el pueblo, para rehabilitar la tierra, para efectuar el recobro de las posesiones hereditarias desoladas, 9 para decir a los prisioneros: ‘¡Salgan!’, a los que están en la oscuridad: ‘¡Revélense!’. Al lado de los caminos pacerán, y en todas las sendas trilladas se realizará el apacentamiento de ellos. 10 No padecerán hambre, ni padecerán sed, ni los herirá calor abrasador ni sol. Porque Aquel que tiene piedad de ellos los guiará, y junto a los manantiales de agua los conducirá. 11 Y ciertamente convertiré todas mis montañas en camino, y mis calzadas mismas estarán en una elevación. 12 ¡Mira! Estos vendrán aun de lejos, y, ¡mira!, estos del norte y del oeste, y estos del país de Sinim”.
13 Den un grito gozoso, cielos, y regocíjate, tierra. Alégrense
las montañas con un clamor gozoso. Porque Jehová ha consolado a su pueblo, y
muestra piedad a sus propios afligidos. Isaías 49:8-13
Ahora de forma urgente, necesitamos valor y fortaleza para predicar un mensaje que debe ser más audaz que una simple predicación ritualista, pasiva, mecánica y formal.
Si nos unimos al Padre Celestial al sincronizar nuestra voluntad con la de Dios, nada nos será imposible. Pero para eso debemos expulsar nuestros propios enemigos (sentimientos) que nos paralizan.
Desafío gigante necesita una fe y esperanza gigante
Durante los tiempos psicológicamente agitados del siglo veinte, en el medio de los trastornos económicos, las corrientes encontradas de la moral y las mareas sociológicas de las transiciones ciclónicas de la era científica, miles y miles de hombres y mujeres se han dislocado humanamente; están ansiosos, desapacibles, temerosos, inseguros e inestables; como nunca antes en la historia del mundo, necesitan el consuelo y la estabilización sólida confiable y segura. Frente a los logros científicos y al desarrollo mecánico sin precedentes existe un estancamiento espiritual y un caos filosófico.
La humanidad está dando tumbos ansiosos, buscando con desespero guía. Cuando observo a las multitudes furiosas que protestan por los derechos básicos y la búsqueda de la felicidad estamos oyendo el clamor de millones que anhelan mejores condiciones en la tierra. Y se han cansado de los políticos corruptos, se han cansado de que se les encasille en este sistema. La crisis revela la profunda hambre y falta de un liderazgo sabio.
Esta es una época crucial y tú que ya sabes estas cosas no puedes permanecer impávido y sin hacer nada. El Maestro nos pedirá cuentas por nuestros talentos. Esta época es crítica porque si no hacemos un esfuerzo heroico como Jonás y los otros profetas, los hombres caerán presas de caudillos nefastos que al igual que Hitler los llevarán a la destrucción.
La religión no tiene nuevos deberes que cumplir, ya que ella ha sido el instrumento fundamental para dominar a la humanidad pero es urgente que cada uno busque la realidad de nuestra situación pero sin conceptos adquiridos, ”Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá. 9 De veras, ¿quién es el hombre entre ustedes a quien su hijo pide pan..., no le dará una piedra, ¿verdad? 10 O, quizás, le pida un pescado..., no le dará una serpiente, ¿verdad? 11 Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le piden! Mateo 7:7-11.A pesar de que la Biblia fue escrita hace muchos años sigue llamada a funcionar como guía sabia y consejero experto en todas estas situaciones nuevas y rápidamente cambiantes de la humanidad. La sociedad se está volviendo más mecánica, más compacta, más compleja y más críticamente interdependiente. Nuestro despertar debe funcionar para evitar que estas nuevas interasociaciones íntimas se tornen mutuamente retrogresivas o aun destructivas.
Si no actuamos como la sal del
mundo, como el verdadero aceite que impregne todas las capas del quehacer
humano a nivel personal y social, la ilusión de las divisiones, las estructuras
financieras y aún el mundo tecnológico, van a provocar que se estrellen
destructivamente con las demandas humanas y las desigualdades del mundo.
Las invenciones mecánicas y la diseminación del conocimiento controlado por el sistema están modificando la civilización; son imperativos ciertos cambios en nuestra óptica de ver las cosas para evitar nuestro desastre.
Los cambios sociales y mundiales que se encaminan a la destrucción, ya están en marcha y acelerándose. El aceite espiritual suaviza y evita que las fricciones humanas se autodestruyan. Los cambios ya están en marcha, pero el peligro es la ausencia del aceite preventivo. La religión formalizada ha fracasado en su misión global en el sentido que provoca individuos que entran en un círculo cerrado fraternal que excluye de derramar ese amor altruista a todos los hombres. Los religiosos modernos no sienten que pueden contribuir a transformar el mundo. Más bien consideran que el mundo ya está perdido y no tiene arreglo. La frase magnífica de Jesús: "ustedes son la luz del mundo" es completamente enterrada.
Además, las masas humanas buscan la justicia y mejores condiciones en el mundo. Ya no son ignorantes. Al respecto los documentos nos dicen cosas que hoy se cumplen con asombrosa precisión.
La gente ya no es ignorante, pero carece de guía sabia. Pero nosotros, los conocedores de Dios debemos actuar. Un genocidio peor que la Revolución Francesa se cierne sobre el horizonte si no actuamos para derramar el aceite y ser la sal del mundo. Algunos pesimistas dirán que esto es la venida de la gran tribulación, y que no debemos hacer mucho. Pero esa actitud pusilánime es repugnante al deseo de Jesús, quién emprendió una misión heroica para rescatar a la oveja perdida.
Además, tampoco esto quiere decir que nos debemos involucrar en los movimientos sociales.
El cristianismo verdadero no debe integrarse orgánicamente en el trabajo secular de la reconstrucción social ni de la reorganización económica. Pero debe mantenerse activamente al ritmo de estos avances de la civilización mediante sus re declaraciones claras y vigorosas de sus mandatos morales y preceptos espirituales extraídos de la Biblia, su filosofía progresiva de vida humana y supervivencia trascendente. El espíritu de la Biblia es eterno, pero la forma de su expresión debe ser redeclarada cada vez que se revisa el diccionario del lenguaje humano.
Cómo dicen en otras partes los documentos, nuestro papel es inspirar y sembrar las enseñanzas de Jesús de Nazaret en la experiencia de los hombres. Y esos hombres tocados por la providencia sabrán en su campo de acción integrar los principios e ideales de la excelsa enseñanza de Jesús.
Nuestro papel es sembrar
Lo anterior no debe confundirse. No somos reformadores sociales ni políticos:
la palabra de nuestro Creador no debe integrarse orgánicamente en el trabajo secular de la reconstrucción social ni de la reorganización económica como lo han hecho todas las organizaciones religiosas durante toda la historia.
Jesús no fue pues un reformador político. No vino para reorganizar el mundo; aunque lo hubiese hecho, sólo podría haber sido aplicable a esa época y a esa generación. Sin embargo, mostró al hombre la óptima manera de vivir, y ninguna generación está exenta de la tarea de descubrir cómo adaptar de la mejor manera, la vida de Jesús a sus propios problemas. Pero, no cometáis jamás el error de identificar las enseñanzas de Jesús con alguna teoría política o económica, con algún sistema social o industrial.
Actitud económica. Jesús trabajó, vivió y actuó en el mundo tal como lo encontró. No era un reformador económico, a pesar de que llamó frecuentemente la atención sobre la injusticia de una distribución desigual de la riqueza. Pero no ofreció sugerencia alguna para remediarla.
No enseñó nunca a sus seguidores a que evitaran las posesiones terrestres, sólo a sus doce apóstoles. Lucas, el médico, creía firmemente en la igualdad social, y mucho hizo por interpretar las palabras de Jesús en armonía con sus creencias personales. Jesús no dijo nunca personalmente a sus discípulos que adoptaran un modo de vida comunal; no hizo ningún pronunciamiento de ningún tipo sobre estos asuntos.
El Maestro no ofrecía soluciones para los problemas no religiosos de su propia época ni de las épocas subsiguientes. Jesús deseaba desarrollar el discernimiento espiritual para captar las realidades eternas y estimular la iniciativa en la originalidad en el vivir; se dedicaba exclusivamente a las necesidades espirituales fundamentales y permanentes de la raza humana. Revelaba una bondad igual a Dios. Exaltaba el amor —la verdad, la belleza y la bondad— como ideal divino y realidad eterna.
Esta nueva revelación de Jesús no carecía completamente de implicaciones prácticas, pero todo valor práctico político, social o económico que se pueda hallar en sus enseñanzas es una consecuencia natural de esta experiencia interior del alma tal como manifiesta los frutos del espíritu en el espontáneo ministerio diario de una genuina experiencia personal.
Cómo notamos la religión de Jesús toca el corazón de los hombres, y como añadidura ellos se sienten impulsados a actuar con verdad, belleza y bondad en sus ámbitos humanos respectivos.
¿Dónde podemos sembrar?
Hay ciertas personas claves en los ámbitos sociales de la humanidad. Hasta ahora no hay ninguna publicación que estimule a los políticos a realizar su servicio de forma altruista. No se ha presentado nada que les haga dignificar una actividad tan desprestigiada. La forma de romper el círculo vicioso en los políticos consiste en hacerles comprender que la verdad, la belleza y la bondad aplicada en su servicio público pueden generar el privilegio de lograr grandes transformaciones positivas. No se debe sugerir ninguna técnica ni teoría política. Cada político sabrá integrar los ideales espirituales en su campo de acción particular. Para hablar con los gobernantes y hombres de política se necesita el mismo valor y amor que tuvieron los profetas de antaño.
Los maestros de las escuelas e instituciones educacionales también deben ser abordados con auténticas campañas centralizadas para sembrar en ellos los ideales de la enseñanza de Jesús. Estas personas son claves ya que influirán en las próximas generaciones de futuros adultos. De esta forma podremos acelerar la obra para que la transformación de la humanidad se acelere. Los niños y adolescentes con la semilla de la verdad, belleza y bondad podrán transformar el mundo.
Incluso los comerciantes pueden ser motivados a crear una dirección comercial basada en la cooperación y no en la competencia. Además se sentirán impulsados a ver a los trabajadores como elementos esenciales que deben tener condiciones laborales y salariales más dignas y humanas. El uso sabio de las ciencias y tecnologías demandará un uso más sabio para ahorra el tiempo, y provocar que el hombre no crezca solamente en sentido material, sino para que disponga de tiempo para el arte, la espiritualidad y la familia.
Las religiones formales también deben sentirse impulsadas a encontrar puntos comunes de servicio, bondad y verdad para salir de sus guetos cerrados, formando puentes expansivos incluso entre religiones. Las religiones no deben entrar en debatir sus teorías religiosas, o en luchar por una supremacía dogmática, sino en potenciar las cosas que tienen en común para el bienestar de la humanidad respetando sus diferencias con tolerancia. Si las religiones se enfocan más en el servicio y en resaltar los ideales de Jesús de Nazaret provocarán mucho bien en la humanidad y dejarían de ser fuerzas divisorias. Aún las religiones como el Islam y el Budismo pueden realizar grandes aportes.
Las invenciones mecánicas y la diseminación del conocimiento controlado por el sistema están modificando la civilización; son imperativos ciertos cambios en nuestra óptica de ver las cosas para evitar nuestro desastre.
Los cambios sociales y mundiales que se encaminan a la destrucción, ya están en marcha y acelerándose. El aceite espiritual suaviza y evita que las fricciones humanas se autodestruyan. Los cambios ya están en marcha, pero el peligro es la ausencia del aceite preventivo. La religión formalizada ha fracasado en su misión global en el sentido que provoca individuos que entran en un círculo cerrado fraternal que excluye de derramar ese amor altruista a todos los hombres. Los religiosos modernos no sienten que pueden contribuir a transformar el mundo. Más bien consideran que el mundo ya está perdido y no tiene arreglo. La frase magnífica de Jesús: "ustedes son la luz del mundo" es completamente enterrada.
Además, las masas humanas buscan la justicia y mejores condiciones en el mundo. Ya no son ignorantes. Al respecto los documentos nos dicen cosas que hoy se cumplen con asombrosa precisión.
La gente ya no es ignorante, pero carece de guía sabia. Pero nosotros, los conocedores de Dios debemos actuar. Un genocidio peor que la Revolución Francesa se cierne sobre el horizonte si no actuamos para derramar el aceite y ser la sal del mundo. Algunos pesimistas dirán que esto es la venida de la gran tribulación, y que no debemos hacer mucho. Pero esa actitud pusilánime es repugnante al deseo de Jesús, quién emprendió una misión heroica para rescatar a la oveja perdida.
Además, tampoco esto quiere decir que nos debemos involucrar en los movimientos sociales.
El cristianismo verdadero no debe integrarse orgánicamente en el trabajo secular de la reconstrucción social ni de la reorganización económica. Pero debe mantenerse activamente al ritmo de estos avances de la civilización mediante sus re declaraciones claras y vigorosas de sus mandatos morales y preceptos espirituales extraídos de la Biblia, su filosofía progresiva de vida humana y supervivencia trascendente. El espíritu de la Biblia es eterno, pero la forma de su expresión debe ser redeclarada cada vez que se revisa el diccionario del lenguaje humano.
Cómo dicen en otras partes los documentos, nuestro papel es inspirar y sembrar las enseñanzas de Jesús de Nazaret en la experiencia de los hombres. Y esos hombres tocados por la providencia sabrán en su campo de acción integrar los principios e ideales de la excelsa enseñanza de Jesús.
Nuestro papel es sembrar
Lo anterior no debe confundirse. No somos reformadores sociales ni políticos:
la palabra de nuestro Creador no debe integrarse orgánicamente en el trabajo secular de la reconstrucción social ni de la reorganización económica como lo han hecho todas las organizaciones religiosas durante toda la historia.
Jesús no fue pues un reformador político. No vino para reorganizar el mundo; aunque lo hubiese hecho, sólo podría haber sido aplicable a esa época y a esa generación. Sin embargo, mostró al hombre la óptima manera de vivir, y ninguna generación está exenta de la tarea de descubrir cómo adaptar de la mejor manera, la vida de Jesús a sus propios problemas. Pero, no cometáis jamás el error de identificar las enseñanzas de Jesús con alguna teoría política o económica, con algún sistema social o industrial.
Actitud económica. Jesús trabajó, vivió y actuó en el mundo tal como lo encontró. No era un reformador económico, a pesar de que llamó frecuentemente la atención sobre la injusticia de una distribución desigual de la riqueza. Pero no ofreció sugerencia alguna para remediarla.
No enseñó nunca a sus seguidores a que evitaran las posesiones terrestres, sólo a sus doce apóstoles. Lucas, el médico, creía firmemente en la igualdad social, y mucho hizo por interpretar las palabras de Jesús en armonía con sus creencias personales. Jesús no dijo nunca personalmente a sus discípulos que adoptaran un modo de vida comunal; no hizo ningún pronunciamiento de ningún tipo sobre estos asuntos.
El Maestro no ofrecía soluciones para los problemas no religiosos de su propia época ni de las épocas subsiguientes. Jesús deseaba desarrollar el discernimiento espiritual para captar las realidades eternas y estimular la iniciativa en la originalidad en el vivir; se dedicaba exclusivamente a las necesidades espirituales fundamentales y permanentes de la raza humana. Revelaba una bondad igual a Dios. Exaltaba el amor —la verdad, la belleza y la bondad— como ideal divino y realidad eterna.
Esta nueva revelación de Jesús no carecía completamente de implicaciones prácticas, pero todo valor práctico político, social o económico que se pueda hallar en sus enseñanzas es una consecuencia natural de esta experiencia interior del alma tal como manifiesta los frutos del espíritu en el espontáneo ministerio diario de una genuina experiencia personal.
Cómo notamos la religión de Jesús toca el corazón de los hombres, y como añadidura ellos se sienten impulsados a actuar con verdad, belleza y bondad en sus ámbitos humanos respectivos.
¿Dónde podemos sembrar?
Hay ciertas personas claves en los ámbitos sociales de la humanidad. Hasta ahora no hay ninguna publicación que estimule a los políticos a realizar su servicio de forma altruista. No se ha presentado nada que les haga dignificar una actividad tan desprestigiada. La forma de romper el círculo vicioso en los políticos consiste en hacerles comprender que la verdad, la belleza y la bondad aplicada en su servicio público pueden generar el privilegio de lograr grandes transformaciones positivas. No se debe sugerir ninguna técnica ni teoría política. Cada político sabrá integrar los ideales espirituales en su campo de acción particular. Para hablar con los gobernantes y hombres de política se necesita el mismo valor y amor que tuvieron los profetas de antaño.
Los maestros de las escuelas e instituciones educacionales también deben ser abordados con auténticas campañas centralizadas para sembrar en ellos los ideales de la enseñanza de Jesús. Estas personas son claves ya que influirán en las próximas generaciones de futuros adultos. De esta forma podremos acelerar la obra para que la transformación de la humanidad se acelere. Los niños y adolescentes con la semilla de la verdad, belleza y bondad podrán transformar el mundo.
Incluso los comerciantes pueden ser motivados a crear una dirección comercial basada en la cooperación y no en la competencia. Además se sentirán impulsados a ver a los trabajadores como elementos esenciales que deben tener condiciones laborales y salariales más dignas y humanas. El uso sabio de las ciencias y tecnologías demandará un uso más sabio para ahorra el tiempo, y provocar que el hombre no crezca solamente en sentido material, sino para que disponga de tiempo para el arte, la espiritualidad y la familia.
Las religiones formales también deben sentirse impulsadas a encontrar puntos comunes de servicio, bondad y verdad para salir de sus guetos cerrados, formando puentes expansivos incluso entre religiones. Las religiones no deben entrar en debatir sus teorías religiosas, o en luchar por una supremacía dogmática, sino en potenciar las cosas que tienen en común para el bienestar de la humanidad respetando sus diferencias con tolerancia. Si las religiones se enfocan más en el servicio y en resaltar los ideales de Jesús de Nazaret provocarán mucho bien en la humanidad y dejarían de ser fuerzas divisorias. Aún las religiones como el Islam y el Budismo pueden realizar grandes aportes.
Romper la inercia
Los hombres y mujeres egoístas francamente no quieren pagar este precio, ni siquiera para conseguir el tesoro espiritual más grande que se haya ofrecido jamás al hombre mortal. Sólo cuando el hombre se haya desilusionado suficientemente de las congojas y desencantos que acompañan a la búsqueda necia y engañosa del egoísmo, y haya posteriormente descubierto la esterilidad de la religión formalizada, estará dispuesto a volverse de todo corazón hacia el evangelio del reino de Jesús el Nazareno.
Millones de personas ya podrían haber asumido el liderazgo sabio para las próximas eras. Pero muchos no quieren aceptar este enorme desafío. Al contrario, prefieren seguir soñando con premios evasivos de la realidad con ideas francamente egoístas. Esto lamentablemente es lo que más ha retrasado el cambio de la humanidad.
Esta puede ser la Era de mayor transformación en la historia del hombre y aún muchos se tambalean para no aceptar el llamado para la verdadera y auténtica proclamación de las Buenas Noticias para el hombre:
Al ganar almas para el Maestro, no es la primera milla de compulsión, deber o convención la que transformará al hombre y a este mundo, sino más bien la segunda milla de servicio libre y devoción amante de la libertad, que corresponde a los jesuísticos que salen para captar a su hermano en amor y guiarlo espiritualmente hacia el fin más alto y divino de la existencia mortal. El cristianismo aun ahora recorre voluntariosamente la primera milla, pero la humanidad languidece y tropieza en las tinieblas morales porque hay tan pocos corredores genuinos para la segunda milla — tan pocos seguidores profesos de Jesús que realmente viven y aman así como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir.
¿Por qué la humanidad tropieza en tinieblas? La respuesta es estremecedora: "porque hay tan pocos corredores genuinos para la segunda milla — tan pocos seguidores profesos de Jesús que realmente viven y aman así como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir".
El llamado a la aventura de construir una sociedad humana nueva y transformada por medio del renacimiento espiritual de la hermandad jesuística del reino debería causar emoción a todos los que creen en él como nunca han estado emocionados los hombres, desde los días en que caminaban por la tierra como sus compañeros en la carne.
Los hombres y mujeres egoístas francamente no quieren pagar este precio, ni siquiera para conseguir el tesoro espiritual más grande que se haya ofrecido jamás al hombre mortal. Sólo cuando el hombre se haya desilusionado suficientemente de las congojas y desencantos que acompañan a la búsqueda necia y engañosa del egoísmo, y haya posteriormente descubierto la esterilidad de la religión formalizada, estará dispuesto a volverse de todo corazón hacia el evangelio del reino de Jesús el Nazareno.
Millones de personas ya podrían haber asumido el liderazgo sabio para las próximas eras. Pero muchos no quieren aceptar este enorme desafío. Al contrario, prefieren seguir soñando con premios evasivos de la realidad con ideas francamente egoístas. Esto lamentablemente es lo que más ha retrasado el cambio de la humanidad.
Esta puede ser la Era de mayor transformación en la historia del hombre y aún muchos se tambalean para no aceptar el llamado para la verdadera y auténtica proclamación de las Buenas Noticias para el hombre:
Al ganar almas para el Maestro, no es la primera milla de compulsión, deber o convención la que transformará al hombre y a este mundo, sino más bien la segunda milla de servicio libre y devoción amante de la libertad, que corresponde a los jesuísticos que salen para captar a su hermano en amor y guiarlo espiritualmente hacia el fin más alto y divino de la existencia mortal. El cristianismo aun ahora recorre voluntariosamente la primera milla, pero la humanidad languidece y tropieza en las tinieblas morales porque hay tan pocos corredores genuinos para la segunda milla — tan pocos seguidores profesos de Jesús que realmente viven y aman así como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir.
¿Por qué la humanidad tropieza en tinieblas? La respuesta es estremecedora: "porque hay tan pocos corredores genuinos para la segunda milla — tan pocos seguidores profesos de Jesús que realmente viven y aman así como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir".
El llamado a la aventura de construir una sociedad humana nueva y transformada por medio del renacimiento espiritual de la hermandad jesuística del reino debería causar emoción a todos los que creen en él como nunca han estado emocionados los hombres, desde los días en que caminaban por la tierra como sus compañeros en la carne.
Si esto no ocurre el tiempo se está acabando y por lo tanto entraremos en
el periodo que la Biblia llama la “Gran Tribulación” seguida de Armagedón y el
establecimiento del Reino de Dios en manos de su hijo.
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