Continuación:
“Pero en
aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna
no dará su luz, y las estrellas estarán cayendo del cielo, y los poderes
que están en los cielos serán sacudidos. Y entonces verán al Hijo del hombre
viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces él enviará los
ángeles y reunirá a sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de
la tierra hasta el extremo del cielo.” Marcos 13:24-27
El Hijo del hombre,
Jesucristo resucitado, no vino de esta manera espectacular después de la
destrucción del sistema judío en 70 E.C. Las tribus de la Tierra tampoco
lo reconocieron, como indica Mateo 24:30, ni los ángeles reunieron a todos los
ungidos cristianos de la Tierra. Entonces, ¿cuándo habría de cumplirse esta
otra parte de la asombrosa profecía de Jesús? ¿Está cumpliéndose en los sucesos
que ocurren ahora mismo a nuestro alrededor, o, más bien, da una comprensión
espiritual de lo que debemos esperar en el futuro cercano? La respuesta debería
interesarnos, porque Lucas recoge el siguiente consejo de Jesús: “Al comenzar a
suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su
liberación se acerca”. (Lucas 21:28.)
“Dinos:
¿cuándo serán estas cosas?”
“Nuevas cosas anuncio. Antes que empiecen a
brotar, hago que ustedes las oigan.” (ISAÍAS 42:9.)
LA ENSEÑANZA divina dimana de IEVE Dios,
“Aquel que declara desde el principio el final”. (Isaías 46:10.) Como se vio en
el artículo anterior, los apóstoles buscaron esa enseñanza al preguntar a
Jesús: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal cuando todas
estas cosas estén destinadas a alcanzar una conclusión?”. (Marcos 13:4.)
En
contestación, Jesús describió una “señal” compuesta de diversos sucesos que
demostrarían la proximidad del fin del sistema judío. Dicha señal se cumplió en
la destrucción de Jerusalén del año 70 E.C. Pero la profecía de Jesús
tendría un cumplimiento mucho mayor en un futuro. Una vez que “los tiempos
señalados de las naciones” finalizaran, se manifestaría una señal a gran escala
que demostraría que el presente sistema impío terminaría pronto en una “gran
tribulación”. (Lucas 21:24.). Este cumplimiento moderno fue tipificado por lo
que sucedió del año 33 al año 70 E.C.
Después que
Lucas menciona los tiempos señalados de las naciones, los relatos paralelos de
Mateo, Marcos y Lucas enumeran otra serie de hechos, entre ellos una “señal” suplementaria
de la señal compuesta ‘de la conclusión del sistema de cosas’. (Mateo 24:3.)
Mateo dice: “Inmediatamente después de la tribulación
de aquellos días el sol será oscurecido, y la luna no dará su luz,
y las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos serán sacudidos.
Y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo
del hombre, y entonces todas las tribus de la
tierra se golpearán en lamento, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las
nubes del cielo con poder y gran gloria. Y él enviará sus ángeles con un gran
sonido de trompeta, y ellos reunirán a los escogidos de él desde los cuatro
vientos, desde un extremo de los cielos hasta su otro extremo”. (Mateo
24:29-31.)
Tribulación
y fenómenos celestes
¿Cuándo se
cumplirían estas palabras? Los tres evangelios mencionan lo que pudiéramos
denominar fenómenos celestes: el Sol y la Luna se oscurecen y las estrellas
caen del cielo. Jesús dijo que estos fenómenos ocurrirían inmediatamente después
de “la tribulación”. ¿Estaba Jesús pensando en la tribulación que culminó en
70 E.C., o hablaba de la gran tribulación que vendrá en nuestros
tiempos? (Mateo 24:29; Marcos 13:24.)
“La
‘tribulación grande’ como la cual no ocurrirá una de nuevo todavía está
en el futuro, porque significa la destrucción del imperio mundial de la
religión falsa (incluso la cristiandad) seguida por la ‘guerra del gran día de
Dios el Todopoderoso’ en el Armagedón”.
Pero Mateo 24:29 dice que los fenómenos
celestes ocurrirían “inmediatamente después de la tribulación”.
Jesús
profetizó el ‘oscurecimiento del sol y de la luna y la caída de las estrellas’
ante cuatro de sus apóstoles. Siendo judíos, reconocerían aquel lenguaje como
propio de las Escrituras Hebreas, donde en Sofonías 1:15, por ejemplo, se llama
al tiempo del juicio divino “día de tempestad y de desolación, día de oscuridad
y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas”. Otros profetas hebreos
también dijeron que el Sol se oscurecería, la Luna dejaría de brillar y las
estrellas se apagarían. Este lenguaje lo encontramos en los mensajes divinos
contra Babilonia, Edom, Egipto y el reino septentrional de Israel. (Isaías
13:9, 10; 34:4, 5; Jeremías 4:28; Ezequiel 32:2, 6-8; Amós 5:20;
8:2, 9.)
Puede que las
palabras de Jesús recordaran a Pedro y los otros tres apóstoles la profecía de
Joel, recogida en Joel 2:28-31 y 3:15: “Derramaré mi espíritu sobre toda clase
de carne, y sus hijos y sus hijas ciertamente profetizarán. [...] Daré
portentos presagiosos en los cielos y en la tierra, sangre y fuego y columnas
de humo. El sol mismo será convertido en oscuridad, y la luna en sangre, antes
de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor”. “El sol y la
luna mismos ciertamente se oscurecerán, y las estrellas mismas realmente
retirarán su resplandor.”
En Hechos 2:1-4 y 14-21 leemos que Dios
derramó espíritu santo sobre 120 discípulos, tanto hombres como mujeres, en el
Pentecostés de 33 E.C. El apóstol Pedro dio a conocer que se había
realizado la profecía de Joel. ¿Y qué podemos decir de las palabras de
Joel de que ‘el sol se tornaría en oscuridad y la luna en sangre y las estrellas
retirarían su resplandor’? No hay indicios de que haya ocurrido algo así
en 33 E.C. ni en el período de la conclusión del sistema de cosas judío,
que se extendió por más de treinta años.
Por lo visto, la última parte de la predicción
de Joel estaba más ligada a “la venida del día de IEVE, grande e inspirador de
temor”. La tribulación que le sobrevino a Jerusalén en 70 E.C. “Ciertamente
ése fue un ‘día de IEVE’ con referencia a Jerusalén y sus hijos. Y con relación
a ese día hubo bastante ‘sangre y fuego y neblina de humo’, el Sol
no aclara[ba] la oscuridad de la ciudad de día, y la Luna sug[ería] sangre
derramada, no luz de Luna pacífica, plateada, de noche”.
Sí, los
fenómenos celestes que predijo Joel, así como las profecías que ya hemos mencionado,
se cumplirían cuando IEVE ejecutara su sentencia. En vez de abarcar todo el
período de la conclusión del sistema judío, el oscurecimiento del Sol, la Luna
y las estrellas aconteció cuando las fuerzas ejecutoras marcharon contra
Jerusalén. Lógicamente, podemos esperar un cumplimiento mayor de esta parte de
la profecía de Joel cuando Dios dé comienzo a la ejecución del sistema actual.
¿Qué
tribulación ocurrirá antes de los fenómenos celestes?
El cumplimiento de la profecía de Joel, en
armonía con otras profecías que emplean expresiones semejantes, nos ayuda a
comprender el significado de Mateo 24:29. Evidentemente, lo que Jesús dijo
concerniente a ‘la oscuridad del sol y la luna y la caída de las estrellas’
no se refiere a sucesos que ocurrirían durante muchas décadas anteriores a la conclusión del
presente sistema, tales como lanzamientos espaciales, alunizajes, etc. No;
él aludió a sucesos relacionados con “el día de IEVE, grande e inspirador de
temor”, es decir, la destrucción que ha de venir.
Esto nos permite entender mejor cómo es que los
fenómenos celestes ocurrirían “inmediatamente después de la
tribulación”. Jesús no se estaba refiriendo a la tribulación que culminó
en 70 E.C. Más bien, aludía al comienzo de la gran tribulación que le
sobrevendrá al sistema mundial en el futuro, con la cual finalizará su
prometida “presencia”. (Mateo 24:3.) Dicha tribulación no ha llegado aún.
¿Qué puede decirse de las palabras de Marcos
13:24: “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su luz”? Las palabras “aquellos” y “aquella”
son formas del pronombre demostrativo griego e·keí·nos, que indica algo
distante en el tiempo. Puede usarse para señalar un suceso que pertenece al
pasado distante (o mencionado anteriormente), o algo que sucederá en el futuro
lejano. (Mateo 3:1; 7:22; 10:19; 24:38; Marcos 13:11, 17, 32; 14:25; Lucas
10:12; 2 Tesalonicenses 1:10.) Así, cuando Marcos 13:24 habla de “aquella
tribulación”, no se refiere a la que trajeron los romanos, sino a la
acción poderosa de IEVE que marcará el fin del presente sistema.
Los capítulos 17 a 19 de Apocalipsis-Revelación
armonizan con Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27 y Lucas 21:25-28, y confirman la
explicación expuesta de estos últimos. ¿De qué manera? Los Evangelios muestran
que esta tribulación no comenzará y terminará de una vez. Después del
inicio de la tribulación, todavía habrá humanos desobedientes vivos que verán
“la señal del Hijo del hombre”, se lamentarán y, como dice Lucas 21:26, ‘desmayarán
por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra
habitada’. Se sobrecogerán de terror al ver “la señal” que presagia su
inminente destrucción.
Según la Revelación, el ataque de los
“cuernos” militarizados de la “bestia salvaje” internacional contra “la gran
ramera”, Babilonia la Grande, marcará el comienzo de la venidera gran
tribulación. (Revelación 17:1, 10-16.) No obstante, quedarán con vida
muchas personas, pues los reyes, los comerciantes y los capitanes de barco, entre
otros, lamentarán el fin de la religión falsa. Sin duda, muchos se percatarán
de que su juicio se ha acercado. (Revelación 18:9-19.)
¿Qué
falta por venir?
Los pasajes
de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, junto con los capítulos 17 a
19 de Apocalipsis-Revelación, arrojan considerable luz sobre lo que
ocurrirá en breve. Al tiempo señalado de Dios, la gran tribulación comenzará
con el ataque en contra del imperio mundial de la religión falsa (Babilonia la
Grande). Este será particularmente intenso contra la cristiandad, que
corresponde a la infiel Jerusalén. “Inmediatamente después” de esta etapa de la
tribulación “habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas, y sobre
la tierra angustia de naciones [sin precedente]”. (Mateo 24:29; Lucas 21:25.)
¿En qué sentido ‘se oscurecerá el sol, la luna
no dará su luz, las estrellas caerán y los poderes de los cielos serán
sacudidos’? Al principio de la gran tribulación, muchas lumbreras —los clérigos
prominentes del mundo religioso— serán desenmascaradas y eliminadas por “los
diez cuernos” mencionados en Revelación 17:16. Sin duda los poderes políticos
también serán sacudidos. ¿Pudieran producirse asimismo sucesos aterradores en
los cielos físicos? Es muy probable que así sea, y serán aún más impresionantes
que los ocurridos al finalizar el sistema judío, acerca de los cuales escribió
Josefo. Sabemos que en el pasado Dios usó su poder para causar cataclismos de
esa clase, y puede volver a hacer lo mismo. (Éxodo 10:21-23; Josué 10:12-14;
Jueces 5:20; Lucas 23:44, 45.)
Al llegar a este punto, los tres evangelistas
utilizan tó·te (entonces) para introducir lo que sigue. “Entonces
aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre.” (Mateo 24:30; Marcos
13:26; Lucas 21:27.) La cual todas las naciones se verán forzadas a reconocer.
Cuando Jesús venga con las nubes de la invisibilidad, todos sus opositores
humanos tendrán que reconocer dicha ‘venida’ (griego er·kjó·me·non)
debido a la demostración sobrenatural de su poder real. (Revelación 1:7.)
Mateo 24:30 emplea otra vez la palabra tó·te
para introducir lo que sigue. Entonces las naciones se golpearán y se
lamentarán al presentir las consecuencias de la situación en que se encuentran,
quizás dándose cuenta de que su destrucción es inminente. ¡Qué distinta será la
reacción de los siervos de Dios, pues podremos alzar nuestras cabezas, sabiendo
que nuestra liberación se acerca! (Lucas 21:28.) Revelación 19:1-6 también
muestra que los verdaderos adoradores en el cielo y en la Tierra se regocijarán
por el fin de la gran ramera.
La profecía de Jesús continúa diciendo, según
Marcos 13:27: “Entonces [tó·te] él enviará los ángeles y reunirá a sus
escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el
extremo del cielo”. Jesús ahora se concentra en los “escogidos” aún vivos
en la Tierra. En la etapa inicial de la conclusión del sistema de cosas se
juntó a estos discípulos ungidos de Jesús en unidad teocrática.
No obstante, según la secuencia utilizada, Marcos 13:27 y Mateo 24:31
hacen referencia a algo más. “Con un gran sonido de trompeta” se recogerá de
todos los cabos de la Tierra a los “escogidos” que queden. ¿Cómo se les
juntará? IEVE los ‘sellará’ y los identificará claramente como parte de “los
llamados y escogidos y fieles”. Y a su debido tiempo, a los que tengan
asignación en los cielos los reunirá en el cielo para que sean reyes y
sacerdotes. Esto será causa de inmensa alegría para ellos y para sus fieles
compañeros compuesta igualmente de personas marcadas para que ‘salgan de la
gran tribulación’ y disfruten de bendiciones en una tierra paradisíaca. (Mateo
24:22; Revelación 7:3, 4, 9-17; 17:14; 20:6; Ezequiel 9:4, 6.)
La respuesta de Jesús a la petición de sus
apóstoles “Dinos” traspasó los límites de su comprensión. Sin embargo, se alegraron
de ver el primer cumplimiento de esta profecía en el transcurso de su vida.
Nuestro examen de la respuesta de Jesús se ha concentrado en la parte de la
profecía que se cumplirá en el futuro próximo. (Mateo 24:29-31; Marcos
13:24-27; Lucas 21:25-28.) Ya podemos ver que nuestra liberación se avecina.
Podemos esperar con anhelo el comienzo de la gran tribulación; entonces
se verá la señal del Hijo del hombre y entonces se recogerá a los
escogidos de Dios. Por último, en calidad de Ejecutor nombrado por IEVE,
nuestro Rey-guerrero, Jesús entronizado, ‘completará su victoria’ en Armagedón.
(Revelación 6:2.) El día de IEVE, cuando ejecute venganza, será el grandioso
final de la conclusión del sistema de cosas.
Continúe beneficiándose de la enseñanza divina
para que pueda responder al cumplimiento futuro de las palabras de Jesús: “Al
comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque
su liberación se acerca”. (Lucas 21:28.)
¡Qué espléndido futuro aguarda a todos los escogidos cuando DIOS santifique
su sagrado nombre!
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