“En lugar de ser
un refugio del estrés, la tensión y la irracionalidad de la sociedad que nos
rodea, parece que muchas veces la familia transmite o hasta magnifica estas
tensiones.” (The Intimate Environment—Exploring Marriage and the Family [Nuestro entorno personal. Sondeo del matrimonio y la familia].)
LA
VIOLENCIA familiar ha sido objeto de investigación desde hace relativamente
poco tiempo. Las amplias encuestas solo se han efectuado durante las últimas décadas.
Y si bien es cierto que los resultados de tales investigaciones quizás no siempre
sean consecuentes, se han descubierto algunos factores básicos que contribuyen
a la violencia doméstica. Veamos algunos.
¿Qué papel desempeñan los antecedentes familiares?
Un
equipo de investigadores dijo lo siguiente sobre sus hallazgos: “Cuanto más
violenta era la pareja que entrevistábamos, más violentos eran sus hijos entre
sí y al tratar a sus padres”.
El
simple hecho de presenciar situaciones de violencia familiar afecta
profundamente a un jovencito. “El niño que ve maltratar a su madre se siente
como si lo maltrataran a él”, comenta el terapeuta John Bradshaw. Un joven
llamado Ed detestaba ver a su padre golpear a su madre. Sin embargo, aunque
quizás no se daba cuenta, se le estaba haciendo creer que los hombres
tienen que controlar a las mujeres y que para ello deben asustarlas, hacerles
daño y rebajarlas. Cuando se hizo adulto, utilizó estas tácticas abusivas y
violentas con su esposa.
Algunos
padres tienen la precaución de prohibir a sus hijos que vean programas
violentos en la televisión, y eso está bien. Pero en vista de lo impresionables
que son los niños, los padres deberían vigilar con mucho más cuidado que su
propio comportamiento dé a sus hijos un ejemplo digno de imitar.
¿Qué papel desempeña el estrés?
Un
embarazo, el desempleo, la muerte de uno de los padres, una mudanza, una
enfermedad y apuros económicos son algunas situaciones estresantes. La mayoría
de la gente soporta el estrés sin recurrir a la violencia. Pero para algunas
personas, puede ser un preludio de actos violentos, especialmente cuando se
combina con otros factores. Por ejemplo, cuidar de un padre anciano —en
particular cuando está enfermo— ha resultado muchas veces en maltratos, si la
persona que está a cargo del anciano se siente sobrecargada debido a otras
responsabilidades familiares.
Criar
a los hijos produce estrés. Por eso, cuanto más grande es la familia, más
probabilidades hay de que los niños sean víctimas de maltrato. Los hijos también
pueden contribuir a que aumente el maltrato de uno de los cónyuges, pues “las
discusiones sobre los hijos son lo que más contribuye a que una pareja llegue a
las manos”, dice el libro Behind Closed Doors.
Un concepto erróneo de los sexos
Dan
Bajorek, que dirige una comisión de asesoramiento en Canadá, dice que los
hombres que agreden a su esposa tienen un concepto equivocado de las mujeres: “Sean
de la cultura que sean, se les ha criado creyendo que los hombres son el número
uno”. Hamish Sinclair, que dirige un programa terapéutico para hombres
agresivos, dice que a los hombres se les enseña a creer que son superiores a
las mujeres y que tienen el derecho “de castigarlas, disciplinarlas o
intimidarlas”.
En
muchos países se piensa que el hombre tiene el derecho de tratar a su mujer
como un simple objeto, como una propiedad más. El control y la dominación que
ejerce sobre su esposa se considera una señal de hombría y honor. Con
frecuencia las esposas son víctimas de palizas terribles y otras formas de
maltrato, y la ley no hace mucho al respecto, porque en esos países eso se
ve normal. El hombre es superior, y la mujer, inferior; ella debe obedecer al
hombre en todo prescindiendo de lo vil, violento, pervertido o egoísta que sea.
Morley
Safer, presentador de televisión de la cadena estadounidense CBS, dijo lo
siguiente de cierto país sudamericano: “En ningún otro lugar de América Latina
es más evidente el culto al machismo [...] Penetra en todo ámbito de la
sociedad, incluso en las salas de los tribunales, donde en defensa de su honor
un hombre puede hacer lo que quiera y salir impune, sobre todo si la víctima es
su esposa [o su amante]”. Afirmó que en “ningún otro lugar de la Tierra se
degrada a las mujeres” como en ese país. Pero la dominación machista y la
degradación de la mujer es una realidad muy extendida. No se limita a un
solo país, por grave que sea allí la situación.
Minna
Schulman, directora de una institución neoyorquina dedicada a la violencia doméstica
y a la aplicación de la ley, dijo que la violencia es un instrumento que
utilizan los hombres para mantener el control de una mujer y demostrar el poder
y la autoridad que tienen sobre ella. Y añadió: “Vemos la violencia doméstica
como un abuso de poder y de control”.
Algunos
hombres que le pegan a su esposa tienen poco amor propio, así que tratan de
minar el de su víctima. Si lo logran, ven satisfecho su ego y sienten cierta
medida de superioridad y control sobre otro ser humano. Piensan que de esta
manera demuestran su masculinidad. Pero ¿es esa conducta una señal de hombría?
Al tratar con violencia a las mujeres, que en sentido físico son más débiles
que ellos, ¿demuestran que son verdaderamente hombres fuertes, o más bien que
son irrazonables? ¿Es realmente un acto varonil que un hombre más fuerte dé una
paliza a una mujer indefensa y más débil que él? El hombre de verdadera
fortaleza moral muestra consideración y compasión a los más débiles e
indefensos, no se aprovecha de ellos.
Otra
demostración del modo de pensar irrazonable de ese tipo de hombres es que
suelen culpar a su esposa de provocar las palizas. Él puede dar a entender, o
hasta decir, cosas como: “Esto no lo hiciste bien, y por eso te pego”. O: “Como
la cena no estuvo lista a su hora, recibes lo que te mereces”. A los ojos
del hombre, la culpa es de ella. Sin embargo, no hay falta que
pueda cometer un cónyuge que justifique una paliza.
¿Influye el alcohol?
Como
el alcohol reduce el autocontrol e incrementa las posibilidades de actuar por
impulsos, no es sorprendente que algunas personas piensen que puede servir
de catalizador de los malos tratos. En muchas ocasiones, un hombre que por lo
general es capaz de controlar sus emociones violentas cuando está sobrio, se
vuelve agresivo tras tomarse unas copas. El alcohol embota su juicio y debilita
el control de su genio.
Sin
embargo, otras personas afirman que el problema radica más en el estrés que en
el propio alcohol. Dicen que quien toma alcohol para superar el estrés es capaz
de recurrir a la violencia con el mismo fin. Esto significa que el bebedor
puede ser igual de agresivo tanto en estado sobrio como ebrio. No obstante,
prescindiendo del razonamiento que haya tras esa afirmación, de lo que no cabe
duda es de que el alcohol no propicia el control de las emociones, sino
que generalmente hace lo contrario.
Los medios informativos moldean la conducta
Hay
quienes afirman que la televisión, al igual que el cine, fomenta el machismo
entre los hombres y enseña que la violencia es una manera legítima de
reaccionar cuando se discute o se está airado. “Me asombró la reacción que
provocó en mí la película Rambo —admite un consejero familiar—. Mientras
que mi yo adulto y observante de la ley se horroriza de las masacres de Rambo,
mi yo infantil le aplaude.”
Como
muchos niños se pasan miles de horas viendo la televisión y presenciando
incontables escenas de violencia, violación y degradación de otros seres
humanos, particularmente mujeres, no es de extrañar que muchos reflejen
esas mismas características antisociales al tratar con otros cuando crecen. Y
esta influencia no solo afecta a los niños, sino también a los adultos.
Además,
el grado de violencia, inmoralidad y rebajamiento de las mujeres que se
representa en la televisión y en el cine ha aumentado mucho, en especial en los
últimos años. Esto agrava forzosamente la violencia doméstica. Como descubrió
un grupo investigador, existe “una clara [...] correlación entre ver
escenas de violencia y un comportamiento agresivo”.
El efecto del aislamiento
Para
muchas personas la vida hoy es impersonal y solitaria. Los supermercados y
establecimientos que venden artículos a precios económicos han reemplazado la
acogedora tienda de comestibles del barrio. Por causa de la renovación urbana,
los problemas económicos y el desempleo, las familias se ven obligadas a estar
poco tiempo en un mismo sitio. Y es precisamente en las familias que carecen de
fuertes contactos sociales en las que se ha observado un índice más elevado de
violencia doméstica.
James
C. Coleman explica lo que piensa al respecto en su libro Intimate
Relationships, Marriage, and the Family (Las relaciones personales, el
matrimonio y la familia). Opina que el hombre solitario tiene menos
conversaciones significativas y, si es agresivo, más dificultad para ver su
situación de manera objetiva y pedir ayuda a un amigo de confianza. Como no tiene
amigos ni parientes próximos que puedan calmarle ni contrarrestar diariamente
su pensar erróneo, exterioriza su egoísmo con más facilidad. Es como dice
Proverbios 18:1: “El que se aísla buscará su propio anhelo egoísta; contra toda
sabiduría práctica estallará”.
Ayuda para la familia violenta
En
este artículo solo hemos considerado algunas de las razones que se dan para
explicar la violencia doméstica. Pero hay más. No obstante, habiendo
identificado ya algunas causas, tenemos que ver las soluciones. Si alguien
pertenece a una familia violenta, ¿qué puede hacer para no imitar ese
comportamiento? ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Se acabará algún día la
violencia doméstica? En el artículo siguiente se contestarán estas preguntas.
Las
situaciones violentas que presencie un niño influirán mucho en su conducta
futura.
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