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jueves, 20 de enero de 2011

Salmos 8:5-8, y la Verdadera Libertad.


Salmos 8:5-8, 5 También procediste a hacerlo un poco menor que los que tienen parecido a Dios, y con gloria y esplendor entonces lo coronaste. 6 Lo haces dominar sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto debajo de sus pies: 7 ganado menor y bueyes, todos ellos, y también las bestias del campo abierto,  8 los pájaros del cielo y los peces del mar, todo cuanto pasa por las sendas de los mares.  9 Oh IEVE Señor nuestro, ¡cuán majestuoso es tu nombre en toda la tierra!

Consideremos esa libertad
Dado que IEVE Dios es el Todopoderoso, el Gobernante Soberano del universo y el Creador de todas las cosas, solo Él tiene libertad absoluta e ilimitada. (Gé 17:1; Jer 10:7, 10; Da 4:34, 35; Rev 4:11.) Todos los demás seres deben moverse y actuar dentro de sus propias limitaciones y someterse a las leyes universales establecidas por IEVE. (Isa 45:9; Ro 9:20, 21.) Véanse como ejemplos la ley de la gravedad, las leyes que gobiernan las reacciones químicas, la influencia del Sol y el crecimiento; las leyes morales, o los derechos y acciones de otros que influyen en la libertad de una persona. Por lo tanto, la libertad de todas las criaturas de Dios es una libertad relativa dentro de la libertad absoluta de Dios.
Existe una diferencia entre la libertad limitada y la esclavitud. La libertad dentro de los límites fijados por Dios resulta en felicidad; la esclavitud de los seres humanos a otros, bien por la fuerza o por la manipulación mental, a la imperfección, a debilidades o a ideologías erróneas resulta en opresión e infelicidad. También hay que distinguir la libertad de la autodeterminación, es decir, abogar por el desprecio a las leyes de Dios en pro del derecho de la persona a decidir por sí misma entre lo bueno y lo malo, la (independencia). Esa autodeterminación invade los derechos de otras personas y ocasiona graves problemas, como puede verse por el resultado del espíritu de independencia y rebeldía que la serpiente introdujo en Adán y Eva en el Edén. (Gé 3:4, 6, 11-19.) La verdadera libertad está restringida por la ley universal de Dios en el lugar apropiado dentro de su creación y da lugar a que el hombre manifieste toda su individualidad, pero de una manera conveniente, constructiva y provechosa, reconociendo los derechos que tienen los demás y contribuyendo a la felicidad de todos. (Sl 144:15; Lu 11:28; Snt 1:25.)

El Dios de la libertad. IEVE es el Dios de la libertad. Él libertó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, y les dijo que mientras cumplieran su parte en el compromiso adquirido con Él, (sus mandamientos), no pasarían necesidad. (Dt 15:4, 5.) David habló de la “libertad de cuidado”, una libertad que solo era posible dentro de las torres de habitación de Jerusalén. (Sl 122:6, 7.) No obstante, la Ley indicaba que si un hombre caía en la pobreza, podía venderse en esclavitud con el fin de satisfacer las necesidades de su familia y las suyas propias. Asimismo, la Ley aseguraba que todo hebreo vendido en esclavitud podía recobrar la libertad al séptimo año de su servidumbre. (Éx 21:2.) En el Jubileo (cada quincuagésimo año) se proclamaba libertad para todos los habitantes de la tierra. Todo esclavo hebreo quedaba en libertad y todo hombre recobraba la tierra de su herencia. (Le 25:10-19.)
La libertad que procede de Cristo. El apóstol Pablo habló de la necesidad que tenía la humanidad de ser libertada de la “esclavitud a la corrupción”. (Ro 8:21.) Jesucristo dijo a los judíos que habían creído en él: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. A los que creían que tenían libertad solo porque eran descendientes carnales de Abrahán les explicó que eran esclavos del pecado, y añadió: “Por eso, si el Hijo los liberta, serán realmente libres”. (Jn 8:31-36; compárese con Ro 6:18, 22.)
Las Escrituras Griegas Cristianas dicen que los seguidores de Cristo son libres. Pablo mostró que ellos “no [eran] hijos de una sirvienta, sino de la mujer libre” (Gál 4:31), a quien llama “la Jerusalén de arriba”. (Gál 4:26.) Luego exhorta: “Para tal libertad [o “con la libertad de ella”, Nota 1] Cristo nos libertó. Por lo tanto, estén firmes, y no se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud”. (Gál 5:1.) En aquel tiempo, ciertos hombres que alegaban falsamente ser cristianos se habían asociado con las congregaciones de Galacia. Querían inducir a los cristianos gálatas a que renunciasen a su libertad en Cristo al tratar de alcanzar justicia por las obras de la Ley, no por medio de fe en Cristo. Pablo les advirtió que de seguir ese proceder, se apartarían de la bondad inmerecida de Cristo. (Gál 5:2-6; 6:12, 13.)
La libertad de que disfrutaban los primeros cristianos estaba basada en una esperanza segura en el futuro, era la libertad de la esclavitud al pecado, a la muerte y en su  presente al temor al hombre (“Porque Dios no nos dio un espíritu de cobardía, sino de poder y de amor y de buen juicio”), fue ejemplificada en la franqueza y libertad de expresión de los apóstoles al proclamar las buenas nuevas. (2Ti 1:7; Hch 4:13; Flp 1:18-20.) Reconocieron que esta franqueza de expresión relacionada con el Cristo era una posesión valiosa, algo que debía desarrollarse, protegerse y mantenerse, con el fin de recibir la aprobación de Dios. También era algo apropiado por lo que orar. (1Ti 3:13; Heb 3:6; Ef 6:18-20.)
Uso apropiado de la libertad cristiana. Los escritores cristianos inspirados, conocedores del propósito de Dios de extender bondad inmerecida por medio de Cristo (“Ustedes fueron llamados, por supuesto, para libertad, hermanos”), aconsejaron repetidas veces a los cristianos que protegieran su libertad y que no la usaran como excusa, ni se aprovecharan injustamente de ella para entregarse a las obras de la carne (Gál 5:13) o como disfraz para la maldad moral. (1Pe 2:16.) Santiago habló de ‘mirar con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad’ e indicó que aquel que persistiese en ser un hacedor de esa ley y no fuese un oidor olvidadizo sería feliz. (Snt 1:25.)
El apóstol Pablo disfrutaba de la libertad que había conseguido gracias a Cristo, pero se abstuvo de usarla para complacerse a sí mismo o para perjudicar a otros. En su carta a la congregación de Corinto mostró que no iba a hacer algo que le permitían las Escrituras, pero que pudiese cuestionar alguien con menos conocimiento, cuya conciencia podía ser perturbada por las acciones de Pablo. Pone como ejemplo el comer carne ofrecida ante un ídolo antes de llevarla al mercado para venderla: comer dicha carne pudiera hacer que alguien que tuviese una conciencia débil criticase la libertad de acción a la que Pablo tenía derecho, y por ello actuara como juez del apóstol, lo que sería impropio. Por consiguiente, Pablo dijo: “¿Por qué debería mi libertad ser juzgada por la conciencia de otra persona? Si participo con gracias, ¿por qué ha de hablarse injuriosamente de mí por aquello por lo cual doy gracias?”. No obstante, estaba determinado a ejercer su libertad, no de una manera perjudicial para otros, sino de una manera constructiva. (1Co 10:23-33.)

[NOTA 1]  Gál 5:1  τη G3588:T-DSF A la ελευθερια G1657:N-DSF libertad ημας G1473:P-1AP a nosotros χριστος G5547:N-NSM Ungido ηλευθερωσεν G1659:V-AAI-3S libró στηκετε G4739:V-PAM-2P estén puestos de pie ουν G3767:CONJ por lo tanto και G2532:CONJ y μη G3361:PRT-N no παλιν G3825:ADV otra vez ζυγω G2218:N-DSM a yugo δουλειας G1397:N-GSF de esclavitud ενεχεσθε G1758:V-PPM-2P estén siendo tenidos dentro.
FRAN.

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