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domingo, 8 de abril de 2012

El gran templo espiritual de IEVE.


El tabernáculo que construyó Moisés y los templos de Salomón, Zorobabel y Herodes fueron solo típicos o representativos. El apóstol Pablo escribió a este respecto que el tabernáculo, cuyas características básicas se incluyeron en los templos posteriores, era “una representación típica y sombra de las cosas celestiales”. (Heb 8:1-5; véase también 1Re 8:27; Isa 66:1; Hch 7:48; 17:24.) Las Escrituras Griegas Cristianas revelan la realidad representada por el tipo. Muestran que el tabernáculo y los templos construidos por Salomón, Zorobabel y Herodes, así como sus características, representaron el templo mayor y espiritual de IEVE, “la tienda verdadera, que IEVE levantó, y no el hombre”. (Heb 8:2.) Como lo muestran sus diferentes características, el templo espiritual es parte secundaria de la provisión para acercarse a Dios en adoración sobre la base principal del sacrificio propiciatorio de Jesucristo. (Heb 9:2-10, 23.)Por su parte, pues, el [pacto] anterior tenía ordenanzas de servicio sagrado y [su] lugar santo mundanal. 2 Porque fue construido un primer [compartimiento de la] tienda en el cual estaba el candelabro y también la mesa y la exhibición de los panes; y lo llaman “el Lugar Santo”. 3 Pero detrás de la segunda cortina estaba el [compartimiento de la] tienda llamado “el Santísimo”. 4 Este tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la cual estaban la jarra de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que echó botones y las tablas del pacto; 5 pero por encima de ella estaban los querubines gloriosos que cubrían con su sombra [la cubierta] propiciatoria. Pero ahora no es el tiempo de hablar en detalle respecto a estas cosas.
6 Después de haberse construido estas cosas de esta manera, los sacerdotes entran a todo tiempo en el primer [compartimiento de la] tienda para llevar a cabo los servicios sagrados; 7 pero en el segundo [compartimiento] el sumo sacerdote entra solo, una vez al año, no sin sangre, que él ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo. 8 Así el espíritu santo aclara que el camino al lugar santo todavía no se había puesto de manifiesto entre tanto que estaba en pie la primera tienda. 9 Esta misma [tienda] es una ilustración para el tiempo señalado que está aquí ahora, (Al tiempo de Pablo) y en conformidad con tal [ilustración] se ofrecen tanto dádivas como sacrificios. Sin embargo, estos no pueden perfeccionar en cuanto a su conciencia al [hombre] que efectúa servicio sagrado, 10 sino que tienen que ver solamente con alimentos y bebidas y diversos bautismos. Eran requisitos legales que tenían que ver con la carne y que fueron impuestos hasta el tiempo señalado para rectificar las cosas.
11 Sin embargo, cuando Cristo vino como sumo sacerdote de las cosas buenas que han llegado a realizarse, mediante la tienda más grande y más perfecta no hecha de manos, es decir, no de esta creación, 12 él entró —no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre— una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna [para nosotros]. 13 Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de novilla rociadas sobre los que se han contaminado, santifica al grado de limpieza de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado a[l] Dios vivo?
15 Por eso él es mediador de un nuevo pacto, para que, habiendo ocurrido una muerte para la liberación [de ellos] por rescate de las transgresiones bajo el pacto anterior, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna”

La carta inspirada a los Hebreos dice que en este templo espiritual el Santísimo es “el cielo mismo”, el lugar donde está la persona de Dios. (Heb 9:24.) Puesto que solo el Santísimo es “el cielo mismo”, el Santo y el patio de los sacerdotes, así como sus características, tienen que representar cosas terrestres, cosas relacionadas con Jesucristo durante su ministerio en la Tierra y con sus doce seguidores que son “participantes del llamamiento celestial”. (Heb 3:1.)
La cortina era una barrera que separaba el Santo del Santísimo; en el caso de Jesús representó “su carne”, que tenía que ofrecer en sacrificio, entregándola para siempre, a fin de poder entrar en el cielo, el Santísimo antitípico. (Heb 10:20.) Los cristianos ungidos también tienen que pasar esta barrera carnal que los separa del acceso a la presencia de Dios en el cielo. Por consiguiente, el Santo representa su condición de hijos de Dios engendrados por espíritu con la vida celestial en mira, y conseguirán su recompensa celestial una vez que entreguen sus cuerpos carnales en la muerte y a la espera de su resurrección. (1Co 15:50; Heb 2:10.)
Mientras están en el Santo antitípico, los que fueron ungidos con espíritu santo servirán de subsacerdotes con Cristo y podrán disfrutar e impartir iluminación espiritual, como si fuera del candelabro; podrán comer alimento espiritual, como si lo tomaran de la mesa del pan de la proposición, y podrán ofrecer oraciones, alabanza y servicio a Dios, como si presentaran incienso aromático en el altar de oro del incienso. El Santo del templo típico estaba oculto de la vista de los observadores; de igual manera, los que no fueron ungidos no eran  capaces de apreciar plenamente cómo saber si una persona era un hijo de Dios engendrado por espíritu y qué experimentaría como tal. (Rev 14:3.)
En el patio del antiguo templo estaba el altar para ofrecer sacrificios, que prefiguró la voluntad de Dios de proveer un sacrificio humano perfecto para redimir a la prole de Adán. (Heb 10:1-10; 13:10-12; Sl 40:6-8.) En el templo espiritual, el patio debe representar una condición relacionada con ese sacrificio. En el caso de Jesús, su sacrificio fue aceptable por tratarse de un humano perfecto. En el caso de sus seguidores ungidos, se les declara justos sobre la base de su fe en el sacrificio de Cristo, y de este modo Dios los ve como si no tuviesen pecado mientras aún estuvieron en la carne y después de su muerte a la espera de su resurrección. (Ro 3:24-26; 5:1, 9; 8:1.)
Por lo tanto las características de la “tienda verdadera”, el gran templo espiritual de Dios, existió en el siglo I E.C. Este hecho lo indica el que Pablo dijera que el tabernáculo construido por Moisés era “una ilustración para el tiempo señalado que está aquí ahora”, es decir, para algo que existía en el tiempo de Pablo. (Heb 9:9.) Este templo ciertamente existía cuando Jesús presentó el valor de su sacrificio en el Santísimo, el cielo mismo. Debe haber llegado a existir en el año 29 E.C., cuando se ungió a Jesús con espíritu santo para ser el gran Sumo Sacerdote de IEVE. (Heb 4:14; 9:11, 12.)
Jesucristo les promete a los cristianos engendrados con espíritu que al que venza, al que persevere fielmente hasta el fin (en el primer siglo, hasta el fin de sus días, y posteriormente hasta el final del sistema) se le hará una “columna en el templo de mi Dios, y ya no saldrá de este nunca”. (Rev 3:12.) De modo que se garantiza a tal persona un lugar permanente en el “cielo mismo”, el Santísimo antitípico. (cursivas mías)
Revelación 7:9-15 habla de “una gran muchedumbre” de todos los adoradores de IEVE que participan en la adoración verdadera en el templo espiritual. Se menciona que los que componen esta “gran muchedumbre” “han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Debido a su fe en el sacrificio de Cristo, se les atribuye una posición de justos que hace posible que se les conserve con vida a través de la “gran tribulación”, de modo que se dice que “salen” de ella como supervivientes.
En Isaías 2:1-4 y Miqueas 4:1-4 se habla de ‘alzar’ “la montaña de la casa de IEVE” en “la parte final de los días”, y se predice un recogimiento de gente de “todas las naciones” a esa “casa de IEVE”. Como no ha habido ningún templo físico de IEVE en Jerusalén desde el año 70 E.C., estas palabras no pueden referirse a un edificio físico, sino a un alzamiento de la adoración verdadera en la vida de los que compondrán el pueblo de IEVE durante “la parte final de los días”, y a un gran recogimiento de gente de todas las naciones para adorar en el gran templo espiritual de IEVE.
En los capítulos 40 al 47 del libro de Ezequiel, también se encuentra una detallada descripción del templo de IEVE, un templo que nunca se construyó en el monte Moría de Jerusalén, y que, por otra parte, nunca hubiera cabido allí. Por tanto, debe ser otra ilustración del gran templo espiritual de IEVE. Sin embargo, en este caso la atención se centra en el tiempo que sigue al ataque de Gog de Magog. (Eze 38, 39.) El relato da atención especial a las provisiones que emanan del templo y a las precauciones que se toman para mantener alejados a todos aquellos que no son dignos de adorar en sus patios. (VER MAS ABAJO)
Los cristianos que fueron ungidos, un templo espiritual. A los cristianos que fueron ungidos en la Tierra se les compara, entre otras cosas, a un templo. Esta comparación es apropiada porque el espíritu de Dios mora en la congregación de aquellos ungidos. Pablo escribió a los cristianos de Éfeso que estaban “en unión con Cristo Jesús”, que estaban “sellados con el espíritu santo prometido”, y les dijo: “Han sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular de fundamento. En unión con él, el edificio entero, unido armoniosamente, va creciendo para ser un templo santo para IEVE. En unión con él, ustedes, también, están siendo edificados juntamente para ser lugar donde habite Dios por espíritu”. (Ef 1:1, 13; 2:20-22.) Es de importancia suprema tener en cuenta que para recibir el espíritu santo tenía que estar presente uno de los doce.  Hech. 8:14-18  “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; y bajaron éstos y oraron para que recibiesen espíritu santo. Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, pero solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Se dice que estos “sellados”, colocados sobre el fundamento de Cristo, ascienden a 144.000. (Rev 7:4; 14:1.) El apóstol Pedro dice que son “piedras vivas” que “están siendo edificados en casa espiritual para el propósito de un sacerdocio santo”. (1Pe 2:5.)
Como estos subsacerdotes son “edificio de Dios”, Él no permitirá que este templo espiritual se contamine. Pablo recalca la santidad de este templo espiritual y el peligro en el que incurre el que intente contaminarlo, al decir: “¿No saben que ustedes son el templo de Dios, y que el espíritu de Dios mora en ustedes? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo, el cual son ustedes”. (1Co 3:9, 16, 17; véase también 2Co 6:16.)
IEVE  Dios y el Cordero ‘son su templo’. Cuando Juan vio a la Nueva Jerusalén descender del cielo, dijo: “Y no vi en ella templo, porque IEVE Dios el Todopoderoso es su templo; también lo es el Cordero”. (Rev 21:2, 22.) Puesto que los miembros de la Nueva Jerusalén tendrán libre acceso para presentarse delante del rostro de IEVE, no necesitarán un templo para acercarse a Él. (1Jn 3:2; Rev 22:3, 4.) Podrán rendirle servicio sagrado directamente bajo el sumo sacerdocio del Cordero, Jesucristo. Por esta razón puede decirse que el Cordero comparte con IEVE su posición como templo de la Nueva Jerusalén.
Un impostor. Al advertir de la apostasía venidera, el apóstol Pablo habló del “hombre del desafuero” y dijo: “De modo que se sienta en el templo del Dios, y públicamente ostenta ser un dios”. (2Te 2:3, 4.) Como este “hombre del desafuero” es un apóstata, un falso maestro, solo se sienta en lo que falsamente presenta como ese templo.
Uso ilustrativo. En una ocasión, cuando los judíos le pidieron a Jesús una señal, él respondió: “Derriben este templo, y en tres días lo levantaré”. Los judíos pensaban que se refería al edificio del templo, pero el apóstol Juan explica: “Él hablaba acerca del templo de su cuerpo”. Cuando su Padre IEVE lo resucitó al tercer día de su muerte, los discípulos recordaron y entendieron este dicho y lo creyeron. (Jn 2:18-22; Mt 27:40.) No se le resucitó con su cuerpo carnal, ya que lo dio como sacrificio de rescate; sin embargo, su cuerpo carnal no se corrompió, sino que Dios se deshizo de él, como si se tratase de un sacrificio consumido sobre el altar. Al resucitar, Jesús siguió siendo la misma persona, con la misma personalidad, pero con un nuevo cuerpo adecuado a su nueva morada, los cielos espirituales. (Lu 24:1-7; 1Pe 3:18; Mt 20:28; Hch 2:31; Heb 13:8.)

La visión del templo de Ezequiel. En el año 593 a. E.C., año decimocuarto después de la destrucción de Jerusalén y del templo de Salomón, el profeta y sacerdote Ezequiel fue transportado en una visión a la cima elevada de una montaña, y contempló un gran templo de IEVE. (Eze 40:1, 2.) Con el fin de humillar a los judíos exiliados y hacer que se arrepintieran, y sin duda también para consolar a los fieles, se le ordenó a Ezequiel que relatase a la “casa de Israel” todo lo que había visto. (Eze 40:4; 43:10, 11.) La visión fue muy detallada con las medidas. Las unidades de medida utilizadas fueron la “caña” (caña larga: 3,11 m.) y el “codo” (codo largo: 51,8 cm.). (Eze 40:5, nota.) Debido a la precisión de las medidas, hay quien cree que el templo de la visión tuvo que servir de modelo para el que construyó Zorobabel después del exilio. Sin embargo, esta afirmación no puede probarse.
Todo el recinto del templo debía tener 500 codos de lado. Tenía un patio exterior, un patio interior elevado, el templo con su altar, varios comedores y un edificio en el lado O., o posterior, del templo. Había seis enormes pasos de entrada para entrar en los patios, exterior e interior, tres para el exterior, y tres para el interior. Estos daban al N., al E. y al S., y cada puerta interior estaba en línea con su correspondiente puerta exterior. (Eze 40:6, 20, 23, 24, 27.) Dentro del muro exterior estaba el “pavimento inferior”, que tenía 50 codos (25,9 m.) de ancho, “exactamente la longitud” de los pasos de entrada. (Eze 40:18, 21.) Allí estaban situados 30 comedores, probablemente lugares para que las personas comieran sus sacrificios de comunión. (Eze 40:17.) En las cuatro esquinas de este patio exterior había lugares donde los sacerdotes preparaban, como requería la Ley, las partes de los sacrificios que correspondían a los que presentaban la ofrenda, quienes luego las tomaban en los comedores provistos para tal efecto. (Eze 46:21-24.) El resto del patio exterior entre el pavimento inferior y las puertas que daban al patio interior al parecer tenía 100 codos de ancho. (Eze 40:19, 23, 27.)
Los sacerdotes disponían de otros comedores separados y ubicados más cerca del templo. Dos de estos, junto con dos comedores para los cantores del templo, estaban en el patio interior, al lado de los imponentes pasos de entrada interiores. (Eze 40:38, 44-46.) Asimismo, había conjuntos de comedores para el uso exclusivo de los sacerdotes al N. y al S. del santuario (Eze 42:1-12), y además servían para que los sacerdotes se cambiaran sus prendas de vestir de lino utilizadas en el servicio del templo antes de pasar al patio exterior. (Eze 42:13, 14; 44:19.) Allí también, hacia la parte trasera de los conjuntos de comedores, estaban los cocederos y los hornos de los sacerdotes, destinados básicamente al mismo uso que los del patio exterior. (Eze 46:19, 20.)
Pasando desde el patio exterior por la entrada interior se llegaba al patio interior, cuyos límites estaban a 150 codos (77,7 m.) de los límites exteriores (al E., al N. y al S.) del recinto. El patio interior tenía 200 codos (103,6 m.) de ancho. (Ezequiel 40:47 dice que el patio interior tenía 100 codos de lado. Esto debe referirse solo a la zona de delante del templo a la que daban paso las puertas interiores.) En el patio interior destacaba el altar. (Eze 43:13-17
El primer cuarto del santuario medía 40 codos (20,7 m.) de largo y 20 codos (10,4 m.) de ancho, y disponía de una entrada que tenía dos puertas de dos hojas cada una. (Eze 41:23, 24.) Dentro estaba la “mesa que está delante de IEVE”, que era un altar de madera. (Eze 41:21, 22.)
Los muros exteriores del santuario tenían “cámaras laterales” de cuatro codos (2 m.) de ancho incorporadas en ellos. Había tres pisos de cámaras laterales que cubrían el muro occidental, el septentrional y el meridional, un total de 30 cámaras por piso. (Eze 41:5, 6.) Para subir los tres pisos existía un “pasaje de caracol” en el lado N. y otro en el lado S. (Eze 41:7.) En la parte trasera u occidental del templo, había una estructura situada al parecer longitudinalmente de N. a S. llamada bin·yán, un ‘edificio que daba hacia el oeste’. (Eze 41:12.) Aunque algunos eruditos han pensado que este edificio era el templo o santuario mismo, el libro de Ezequiel no respalda tal conclusión; el ‘edificio que daba hacia el oeste’ era de forma y dimensiones diferentes a las del santuario, aunque sin duda tendría alguna relación con los servicios que se efectuaban en el santuario. Puede que también haya habido uno o más edificios similares situados hacia el O. del templo de Salomón. (Compárese con 2Re 23:11 y 1Cr 26:18.)
El Santísimo de este templo tenía la misma forma que el del templo de Salomón, y medía 20 codos en cuadro. En la visión Ezequiel vio la gloria de IEVE que venía desde el E. y que llenaba el templo. IEVE se refirió a este templo como “el lugar de mi trono”. (Eze 43:1-7.)
Ezequiel hace referencia a un muro de 500 cañas (1.555 m.) de lado que rodeaba el templo. Algunos eruditos han entendido que este muro, que era “para hacer división entre lo que es santo y lo que es profano”, estaba a unos 600 m. del recinto. (Eze 42:16-20.)
Ezequiel también contempló una corriente de agua que salía “de debajo del umbral de la Casa hacia el este” y el sur del altar, y que se convertía en un torrente profundo y caudaloso que fluía por el Arabá hasta el extremo N. del mar Salado. Allí curaba sus aguas saladas y el mar se llenaba de peces. (Eze 47:1-12.  
P.D. Continue esta consideración en la siguiente entrada titulada EL AYUDANTE.
SALUDOS.

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