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martes, 4 de mayo de 2010

"la envoltura que está envuelta sobre todos los pueblos".

“Y en esta montaña él ciertamente se tragará la cara de la envoltura que está envuelta sobre todos los pueblos, y la obra tejida que está entretejida sobre todas las naciones.”
Isaías 25:7
Parte 1ª
Cuando hablamos de que Él ciertamente se tragara la envoltura y la obra entretejidas sobre todos los pueblos y naciones, nos estamos refiriendo al Creador de todas las cosas (aunque para el mundo científico eso sea un absurdo) eso es porque ellos mismos están dentro de esa envoltura que está envolviendo a este mundo y por lo tanto no lo admiten.
El capítulo 26 del libro de Hechos versículo 18 nos aclara que es esa envoltura cuando leemos como sigue, “para abrirles los ojos, para volverlos de la oscuridad a la luz y de la autoridad de Satanás a Dios, a fin de que reciban perdón de pecados y una herencia entre los santificados por [su] fe en mí”
Entendemos que la envoltura y la obra entretejida sobre los pueblos y las naciones es la autoridad de Satanás pero ¿cómo se manifiesta esa autoridad a toda la tierra?
Para entender esto debemos tener una actitud mental fuera de toda clase de prejuicio, quiero decir los conceptos que han formado nuestra personalidad la cual conforma una cosmovisión de entender el mundo o todo aquello que nos rodea, dicho de otra forma, ser neutral a la hora de hacer este análisis.
En su carta a los romanos Pablo dice que la mayoría de la humanidad es culpable del pecado de omisión y por ello son dejados en su condición de inmoralidad, Romanos 1:21-32
¿Cómo podemos ilustrar el pecado de omisión?
Veamos:
"Aquél que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es contado como pecado" (Epístola de Santiago)
Hoy, más que nunca, tengo que anotar en esta página una realidad que cada día se hace más evidente en nuestra sociedad.
Según el código penal, se puede cometer un delito mediante la acción o la omisión.
Lo explico mejor: Ante la ley, es culpable el que daña a una persona pero también el que pudiendo hacerlo no la socorre.
Y… ¿A qué viene esto? Te estarás preguntando.
Es consecuencia de una frase que me hizo un amigo:
"...no me digas que yo soy culpable,... porque yo no he hecho absolutamente nada..."
Pues a veces, no hacer absolutamente nada, es nuestra culpabilidad.
Ante la guerra, los asesinatos, el abuso de poder, y todas aquellas cosas que agreden al más débil y somete a las personas, los dirigentes de los estados y miembros de seguridad del estado tienen responsabilidad. Pero… aquellas instituciones (o personas) que teniendo la ocasión para actuar, o socorrer, y no lo hacen, son también culpables de semejante injusticia.
Si esto es así en la justicia humana… ¿Qué no será en la divina, dónde será nuestra propia conciencia la que nos acuse?
Cuando nos llevamos las manos a la cabeza viendo al presidente de EEUU como si fuera un mensajero de paz en oriente medio, cuando apartamos nuestros ojos ante la miseria y el horror del pueblo africano, o cuando cambiamos de canal de televisión para no ver a tantos niños muriendo de hambre y enfermedad, o cuando en países tan "civilizados" como Norte América ocurren cosas como Guantánamo, no tengo más remedio que pensar en este asunto.
Tan culpable es el que mata, como el que puede impedirlo y no lo hace, como el que mira para otro lado, o como el que no levanta su voz para denunciarlo.
Las organizaciones religiosas (y no hablo solo de la católica) tienen una enorme responsabilidad ante nuestra sociedad y ante nuestro Creador. Los gobiernos de este mundo, son eso…de este mundo. Pero las organizaciones, y especialmente, las religiosas (que dicen no son de este mundo) tendrán que dar respuesta por su actitud, por todos aquellos delitos causados no solamente por acción sino también por omisión.
Hay multitud de pasajes bíblicos para ilustrar esta reflexión. Pero me quedo con una hermosa reflexión que nos dejó el hijo de Dios:
Lucas 10:30-37
Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo
Lo susodicho ilustra muy bien el pecado de omisión pero aun vamos mas allá al decir que el no indagar nuestra situación como individuo único personal en nuestra relación individual con nuestro Creador, el no saber o no querer saber nada de Él, también se cuenta como un delito de omisión y por lo tanto se nos abandona por voluntad propia o ejerciendo nuestro libre albedrio a nuestro deseo personal cayendo en toda clase de… o dejándonos sin la libertad de la envoltura manipuladora al sistema de cosas de este mundo, siendo esclavos de nuestro propio deseo y por lo tanto dejando que otros en la misma situación de omisión nos gobiernen para nuestro propio prejuicio.
Fran.