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sábado, 11 de junio de 2011

Libertad y plenitud



"Para que busquen a Dios, por si buscaban a tientas y verdaderamente lo hallaban, aunque, de hecho, no está muy lejos de cada uno de nosotros. Porque por él tenemos vida y nos movemos y existimos, aun como ciertos poetas de entre ustedes han dicho: ‘Porque también somos linaje de él’"

”Visto, pues, que somos linaje de Dios". - Hechos 17: 27-29

"Yo mismo he dicho: ‘Ustedes son dioses,
y todos ustedes son hijos del Altísimo" - Salmo 82:6.

El conocimiento de descubrir que somos Hijos de Dios excede a una simple frase o título religioso. En realidad significa comprender la "anchura y profundidad" de lo que significa ser realmente "Hijos de Dios". Como dijo Pablo, somos efectivamente "linaje" o "descendientes" de Dios. Una parte del padre vive siempre en cada hijo. Así, no solo somos reflejos de las cualidades de Dios, sino que también podemos ser reflejos de sus potencialidades. Efectivamente al ser Hijos de Dios, también somos "dioses" como dice el Salmo.
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Tenemos libre albedrío de escoger el Bien o el Mal, lo negativo o lo positivo. Cuando cambias tu modo de pensar, se transforma la manifestación exterior. "Somos transformados por la renovación de nuestras mentes" (Rom. 12:2). Somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Eso significa que somos creadores como El.  Dios creó los Universos con su Mente. Nosotros creamos nuestro mundo con nuestra mente unificada con la Fe. Podemos crear nuestra realidad inmediata. De hecho, así ocurre cada día, pero la mayoría del tiempo actuamos ajenos a esta capacidad creativa que poseemos. Sin embargo, dicha capacidad puede producir cosas maravillosas, verdaderos prodigios en nuestra vida y en la de los demás. Tenemos mucha capacidad para hacer el bien sobre la Tierra.  Solo nos basta con tener conciencia del momento presente, unidad con Dios, y Fe.

“Y respondiendo, Jesús les dijo: “Tengan fe en Dios.  En verdad les digo que cualquiera que diga a esta montaña: ‘Sé alzada y echada al mar’, y no duda en su corazón, sino que tiene fe en que va a ocurrir lo que dice, así lo tendrá.  Por eso les digo: Todas las cosas que oran y piden, tengan fe en que pueden darse por recibidas, y las tendrán”- Marcos 11:22-24

La Fe verdadera nos ayuda a unificar y concentrar nuestros pensamientos en un solo punto. Nos une en confianza plena y segura al Padre, sin dudar por un instante. Esta canalización y concentración del pensamiento y sentimiento mediante la Fe, puede "mover montañas".  
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“Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, dirán a esta montaña: ‘Transfiérete de aquí allá’, y se transferirá, y nada les será imposible” – Mateo 17:20

 El grano de mostaza no significa una Fe pequeña, sino una Fe concentrada. Un grano de mostaza tiene la potencialidad de ser una semilla que hace crecer a un árbol inmenso.

Parecemos insignificantes como semillas. Pero en nuestro interior se esconde el poder de un dios que en unidad con el Padre, nos puede transformar en seres magníficos. Eres importante pues eres HIJO de DIOS, en transitoria misión de perfeccionamiento por esta etapa, en la que NADA negativo puede tocar lo poderoso que realmente eres. Solo basta saberlo. Solo basta realizar ese descubrimiento. El temor animal desaparece ante la Conciencia plena e íntima de ser Hijo de Dios.

“No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor” – 1 Juan 4:18

“Por lo tanto le dijeron: “¿Qué haremos para obrar las obras de Dios?”.  En respuesta, Jesús les dijo: “Esta es la obra de Dios: que ejerzan fe en aquel a quien Ese ha enviado” – Juan 6:28,29

“Muy verdaderamente les digo: El que ejerce fe en mí, ese también hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que estas, porque yo estoy siguiendo mi camino al Padre” – Juan 14:12.

El PODER es regalado a los Hijos de Dios. Durante milenios las religiones y grupos de poder han negado los poderes interiores que tiene el ser humano. Los han atrofiado y mutilado, solo para generar dependencia a ellos.
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 Pero ha llegado el momento para experimentar la relación plena en unidad con Dios y experimentar una confianza plena en el Padre. Ésto libera al ser humano, lo hace digno y lo transforma en un reflejo pleno de la gloria de Dios. 

Somos mucho más de lo que jamás hayamos imaginado. Un proyecto eterno y sobrecogedor se presenta ante los seres humanos que descubran su patrimonio y excelso futuro.