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viernes, 14 de marzo de 2014

“¿Qué será la señal de tu presencia?”




“¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (MATEO 24:3.)

A LA mayoría de las personas les interesa el futuro. ¿Y a usted? El profesor Alvin Toffler se refiere en su libro El “shock” del futuro a “la súbita proliferación de organizaciones dedicadas al estudio del futuro”. Añadió: “Hemos visto la creación de centros intelectuales de orientación futurista; la aparición de periódicos futuristas en Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos; la difusión de cursos universitarios sobre previsión”. Sin embargo, concluyó: “Desde luego, nadie puede ‘conocer’ el futuro de un modo absoluto”.
  El libro La adivinación del futuro dice: “La quiromancia, las bolas de cristal, la astrología, los naipes y el I Ching, son otras tantas técnicas más o menos complicadas para darnos idea de lo que nos reserva el futuro”. Pero, en vez de acudir a métodos humanos, sería mejor que buscáramos una fuente confiable: IEVE.
   El Dios verdadero dijo: “De seguro tal como he calculado, así tiene que suceder; y tal como he aconsejado, eso es lo que se realizará”. (Isaías 14:24, 27; 42:9.) Sí, IEVE ha podido aconsejar a la humanidad sobre lo que acontecerá, haciéndolo frecuentemente mediante voceros humanos. Uno de ellos escribió: “Jehová no hará ni una cosa a no ser que haya revelado su asunto confidencial a sus siervos los profetas”. (Amós 3:7, 8; 2 Pedro 1:20, 21.)
   Jesucristo fue el profeta principal de Dios. (Hebreos 1:1, 2.) Concentrémonos en una de sus profecías clave, que anuncia cosas que están sucediendo ahora mismo a nuestro alrededor. Esta profecía también nos da una idea de lo que ocurrirá pronto, cuando el presente sistema inicuo termine y Dios lo reemplace con una nueva sociedad terrestre.
  Jesús probó que era un profeta. (Marcos 6:4; Lucas 13:33; 24:19; Juan 4:19; 6:14; 9:17.) Por eso, es comprensible que mientras sus apóstoles estaban sentados con él en el monte de los Olivos, desde donde se veía Jerusalén, le preguntaran acerca del futuro: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”. (Mateo 24:3; Marcos 13:4.)
  Hallará la pregunta y la respuesta de Jesús en Mateo capítulo 24, Marcos capítulo 13 y Lucas capítulo 21. Estos pasajes no son idénticos, pero sí son complementarios en muchos aspectos. Por ejemplo, solo Lucas menciona que habría ‘pestes en un lugar tras otro’. (Lucas 21:10, 11; Mateo 24:7; Marcos 13:8.) Es lógico que nos preguntemos: ¿Estaba Jesús prediciendo únicamente sucesos que sobrevendrían antes de que sus oyentes murieran, o incluyó nuestro tiempo y lo que nos depara el futuro?

Los apóstoles deseaban saber
  Solo unos días antes de que lo mataran, Jesús dijo que Dios había rechazado a Jerusalén, la capital de los judíos. La ciudad y su imponente templo serían destruidos. Entonces, algunos de los apóstoles pidieron una ‘señal de la presencia de Jesús’ y de la conclusión del sistema de cosas. (Mateo 23:37–24:3.) Sin duda estaban pensando principalmente en el sistema judío y en Jerusalén, pues no comprendían el alcance de lo que vendría más adelante. No obstante, al responderles, Jesús miró mucho más allá de lo que ocurrió en 70 E.C., cuando los romanos destruyeron Jerusalén. (Lucas 19:11; Hechos 1:6, 7.)
  Como podemos notar al leer los tres Evangelios, Jesús dijo que se alzaría nación contra nación y reino contra reino, que habría escaseces de alimento, terremotos, escenas espantosas y señales en el cielo. En el intervalo comprendido entre el momento en que Jesús dio la señal (33 E.C.) y la desolación de Jerusalén (66-70 E.C.), también aparecerían falsos profetas y falsos Cristos. Los judíos perseguirían a los cristianos, que estarían predicando el mensaje de Jesús.

   Estas facetas de la señal se cumplieron realmente, como lo confirma el historiador Flavio Josefo. Este relata que los seudomesías fomentaron la rebelión antes de la invasión romana. Se produjeron horribles terremotos en Judea y en otros lugares. Estallaron guerras en diversas partes del Imperio romano. ¿Hubo grandes hambres? Claro que sí. (Compárese con Hechos 11:27-30.) ¿Qué pasó con la divulgación del “Reino de Dios” el nuevo planteamiento para un mejor futuro de la humanidad? Pues bien, para el año 60 ó 61 E.C., cuando se escribió el libro de Colosenses, “la esperanza de esas buenas nuevas” del Reino de Dios se había oído en todas partes: en África, Asia y Europa. (Colosenses 1:23.)

“ENTONCES” el fin
   En algunos aspectos los acontecimientos que Jesús profetizó siguen una secuencia. Él dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán [...] y entonces vendrá el fin”. En Mateo 24:14, la palabra “entonces” es una traducción del adverbio griego tó·te. Los especialistas en lengua griega explican que tó·te es un “adverbio demostrativo de tiempo” empleado “para introducir aquello que sigue en tiempo” o para “introducir un evento posterior”. De modo que Jesús predijo que se predicaría el Reino y entonces (‘a continuación’ o ‘inmediatamente después’) vendría “el fin”. ¿Qué fin?

    La predicción de Jesús tuvo un cumplimiento en los sucesos que llevaron al fin del sistema judío. Las guerras, los terremotos, las escaseces de alimento y otros acontecimientos predichos por Jesús ocurrieron durante un período de tres décadas. Sin embargo, a partir de Mateo 24:15, Marcos 13:14 y Lucas 21:20, leemos acerca de ciertos sucesos que estaban relacionados directamente con una destrucción inminente, cuando el fin estuviera a las puertas.

   Como reacción a la rebelión de los judíos de 66 E.C., los romanos, comandados por Cestio Galo, marcharon contra Jerusalén y sitiaron la ciudad que los judíos estimaban sagrada. (Mateo 5:35.) Pese a los contraataques judíos, los romanos irrumpieron en la ciudad. De esa manera se pusieron “de pie en un lugar santo”, tal como Jesús había predicho en Mateo 24:15 y Marcos 13:14. Después sucedió algo sorprendente. Aunque tenían rodeada la ciudad, los romanos se retiraron de manera inesperada. Los cristianos reconocieron de inmediato el cumplimiento de la profecía de Jesús, y esa retirada les permitió huir de Judea y refugiarse en las montañas al otro lado del Jordán. La historia muestra que eso fue lo que hicieron.

   Pero si los romanos se retiraron de Jerusalén, ¿por qué huir? Porque las palabras de Jesús mostraron que lo ocurrido indicaba ‘que la desolación de Jerusalén se había acercado’. (Lucas 21:20.) Así es, desolación. Predijo ‘una tribulación como la cual no había sucedido una desde el principio ni volvería a suceder’. Como tres años y medio más tarde, en 70 E.C., los ejércitos romanos, al mando del general Tito, verdaderamente sometieron a Jerusalén a una “gran tribulación”. (Mateo 24:21; Marcos 13:19.) Sin embargo, ¿por qué dijo Jesús que esta tribulación sería mayor que cualquier otra, pasada o futura?
   Los babilonios conquistaron la nación de Israel en 607  y destruyeron el templo en 586 a.E.C., y esa ciudad (Jerusalén) ha presenciado batallas horrendas en nuestro siglo. Sin embargo, lo que aconteció en 70 E.C. fue una tribulación realmente singular. Los guerreros comandados por Tito derrotaron a los judíos en una campaña que duró alrededor de cinco meses. Mataron a cerca de un millón cien mil judíos y se llevaron cautivos a unos cien mil. Además, demolieron Jerusalén. Todo esto demostró que el sistema de culto judío que anteriormente tenía la aprobación de Dios y que giraba en torno al templo había llegado a su fin. (Hebreos 1:2.) En efecto, lo que ocurrió en 70 E.C. podía calificarse apropiadamente de ‘tribulación como la cual no había sucedido una [en aquella ciudad, nación y sistema] desde el principio del mundo hasta entonces, no, ni volvería a suceder’. (Mateo 24:21.)

Como se predijo, aún quedaban cosas por ocurrir
   No obstante, Jesús no limitó su predicción a la tribulación del siglo primero. La Biblia muestra que este acontecimiento era el preludio de muchos otros, como lo indica el empleo de tó·te, o “entonces”, en Mateo 24:23 y Marcos 13:21. ¿Qué ocurriría en el período que siguió al año 70 E.C.? Tras la tribulación del sistema judío surgirían otros falsos Cristos y profetas. (LEASE EL TEMA “EL AYUDANTE”) (Compárese Marcos 13:6 con 13:21-23.) La historia corrobora la aparición de estos a través de los siglos desde la destrucción de Jerusalén, en 70 E.C., aunque no han logrado engañar a los que poseen agudeza espiritual y que han estado buscando la “presencia” de Cristo. (Mateo 24:27, 28.) Sin embargo, los sucesos posteriores a la gran tribulación de 70 E.C. dan una indicación de que Jesús estaba mirando más allá de aquella tribulación, que solo fue el cumplimiento inicial o el modelo en miniatura de una gran tribulación futura.
   Al comparar Mateo 24:15-28 y Marcos 13:14-23 con Lucas 21:20-24, encontramos una segunda indicación de que la profecía de Jesús se extendía mucho más allá de la ruina de Jerusalén. Recuerde que Lucas es el único que mencionó pestes. Del mismo modo, es el único que cerró esta parte con las siguientes palabras de Jesús: “Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones [“tiempos de los gentiles”, Reina-Valera, 1977]”. (Lucas 21:24.) Los babilonios depusieron al último rey judío como su vasallo en 586 a.E.C., y después de aquello, Jerusalén, que representaba al Reino de Dios, fue hollada o pisoteada. (2 Reyes 25:1-26; 1 Crónicas 29:23; Ezequiel 21:25-27.) En Lucas 21:24 Jesús indicó que tal situación perduraría hasta que llegara el tiempo para que Dios estableciera un nuevo “Reino” a escala mundial.
   Hay una tercera indicación de que Jesús estaba señalando a un futuro distante: según las Escrituras, el Mesías habría de morir y ser resucitado, después de lo cual se sentaría a la diestra de Dios hasta que el Padre lo enviara para sojuzgar. (Salmo 110:1, 2.) Jesús mencionó que se sentaría a la diestra del Padre. (Marcos 14:62.) El apóstol Pablo confirmó que el resucitado Jesús estaba a la diestra de Dios aguardando el tiempo en que se le nombraría Rey y Ejecutor Divino. (Romanos 8:34; Colosenses 3:1; Hebreos 10:12, 13.)

   En el capítulo 6 de Revelación encontramos la cuarta y última indicación de que la predicción de Jesús sobre la conclusión del sistema de cosas iba más allá del siglo I. Décadas después de 70 E.C., el apóstol Juan describe una apremiante escena de varios jinetes en acción. (Apocalipsisi-Revelación 6:2-8.) Esta visión profética del “día del Señor” —el día de su presencia— identifica nuestro tiempo como una época de guerras sin igual (versículo 4), hambre general (versículos 5 y 6) y “plaga mortífera” (versículo 8). Evidentemente, este cuadro tiene su paralelo en lo que Jesús dijo en los Evangelios, y demuestra que esta profecía tiene un cumplimiento mayor en la etapa actual de nuestro tiempo que abarcará el hasta el ‘día del Señor’. (Revelación 1:10.)

    Por lo tanto, ¿a qué conclusión debemos llegar tocante a cómo contestó Jesús la pregunta de los apóstoles? Su profecía anunció con exactitud tanto los sucesos que condujeron a la destrucción de Jerusalén como la destrucción misma, así como algunos hechos que ocurrirían después de 70 E.C. No obstante, casi todos estos sucesos tendrían un cumplimiento mayor en el futuro, culminando en una gran tribulación que pondría fin al presente inicuo sistema de cosas. Eso significa que la predicción de Jesús recogida en Mateo 24:4-22 y los pasajes análogos de Marcos y Lucas se cumplió desde el año 33 E.C. hasta la tribulación del año 70 E.C. Sin embargo, estos mismos versículos tendrían un segundo cumplimiento, que incluiría una tribulación de mayores proporciones en el futuro. ¿Nos hallamos ante tal cumplimiento?  ¿Vemos prueba de ello a diario?
¿A qué llevará?
   Jesús no terminó su profecía mencionando a los falsos profetas que ejecutarían señales engañosas durante el largo período que transcurriría antes ‘de que se cumplieran los tiempos señalados de las naciones’. (Lucas 21:24; Mateo 24:23-26; Marcos 13:21-23.) Pasó a hablar de otros sucesos sobrecogedores que se observarían por toda la Tierra. Estos estarían relacionados con la venida del Hijo del hombre con poder y gloria. Marcos 13:24-27 es representativo de la profecía secuencial de Jesús:

Continuará: