Seguidores

lunes, 12 de noviembre de 2012

Cosas preconocidas por Dios



ISAIAS 46:8-12,”Acuérdense de esto, para que cobren ánimo. Pónganlo en el corazón, transgresores. 9 Acuérdense de las primeras cosas de mucho tiempo atrás, que yo soy el Divino y no hay otro Dios, ni nadie semejante a mí; 10 Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho; Aquel que dice: ‘Mi propio consejo subsistirá, y todo lo que es mi deleite haré’; 11 Aquel que llama desde el naciente a un ave de rapiña; desde un país distante, al hombre que ha de ejecutar mi consejo. Hasta [lo] he hablado; también lo haré venir. [Lo] he formado, también lo haré.”
 POR todo el registro bíblico, el ejercicio de la presciencia y predeterminación de Dios está enlazado consistentemente con sus propios propósitos y voluntad. Puesto que los propósitos de Dios se llevan a cabo con toda seguridad, él puede preconocer los resultados, la realización final de sus propósitos, y puede predeterminarlos, así como también los pasos que crea conveniente dar para efectuarlos. (Isa. 14:24-27) Por eso, se dice de IEVE que ‘forma’ su propósito con respecto a acontecimientos o acciones futuros. (2 Rey. 19:25; Isa. 46:11) Como el Gran Alfarero, Dios “opera todas las cosas conforme a la manera que su voluntad aconseja,” en armonía con su propósito (Efe. 1:11), y “hace que todas sus obras cooperen juntas” para el bien de los que lo aman. (Rom. 8:28) Por lo tanto, es específicamente en relación con sus propios propósitos predeterminados que Dios declara “desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho.”—Isa. 46:9-13.
Cuando Dios creó a la primera pareja humana eran perfectos pero no en sentido absoluto, y Dios pudo contemplar el resultado de toda su obra creativa y encontrarlo “muy bueno.” (Gén. 1:26, 31; Deu. 32:4) En vez de preocuparse desconfiadamente por lo que hiciera en el futuro la pareja humana, el registro dice que él “procedió a reposar.” (Gén. 2:2) Él pudo hacerlo porque, en virtud de su omnipotencia y sabiduría suprema, ninguna acción, circunstancia o contingencia futura podría presentar un obstáculo insuperable o un problema irremediable que obstruyera la realización de su propósito soberano. 2 Cró. 20:6; Isa. 14:27; Dan. 4:35.
PRESCIENCIA EN CUANTO A CLASES DE PERSONAS
Se presentan casos en los cuales Dios preconoció el derrotero que emprenderían ciertos grupos, naciones o la mayoría de la humanidad, de modo que predijo el derrotero básico de las acciones futuras de éstos y predeterminó la acción correspondiente que él tomaría en cuanto a ellos. Sin embargo, presciencia o predeterminación de esa índole no priva a los individuos dentro de esos grupos colectivos o divisiones de la humanidad del ejercicio del libre albedrío en cuanto al derrotero en particular que quieren seguir. Esto se puede ver en los siguientes ejemplos:
Antes del diluvio del día de Noé, IEVE anunció su propósito de efectuar este acto de destrucción, que resultaría en pérdida de vida humana, así como de vida animal. Sin embargo, el relato bíblico muestra que esa determinación divina se hizo después que se desarrollaron las condiciones que requirieron aquella acción. Además, Dios, que puede ‘conocer el corazón de los hijos de la humanidad,’ hizo un examen y descubrió que “toda inclinación de los pensamientos de su corazón [de la humanidad] era solamente mala todo el tiempo.” (2 Cró. 6:30; Gén. 6:5) Sin embargo unos individuos, Noé y su familia, obtuvieron el favor de Dios y escaparon de aquella destrucción. Gén. 6:7, 8; 7:1.
Así mismo sucedió con la nación de Israel; aunque Dios le dio la oportunidad de llegar a ser un “reino de sacerdotes y una nación santa” por medio de guardar su pacto, unos cuarenta años después, cuando la nación estaba a las fronteras de la Tierra Prometida, IEVE predijo que ésta quebrantaría su pacto y, como nación, él la abandonaría. Sin embargo, esta presciencia no fue sin base previa, pues ya había quedado revelado que había insubordinación y rebelión nacionales. Por consiguiente, Dios dijo: “Porque bien conozco su inclinación que van desarrollando hoy antes de introducirlos en la tierra acerca de la cual he jurado.” (Deu. 31:21; Sal. 81:10-13)  Dios podía preconocer los resultados a los cuales aquella inclinación manifiesta llevaría ahora en la forma de iniquidad aumentada sin que él fuera responsable de ello debido a su presciencia, tal como el que uno sepa de antemano que cierta estructura construida por alguien con materiales inferiores y con trabajo chapucero se deteriorará no lo hace a uno responsable de ese deterioro. Ciertos profetas entregaron advertencias proféticas de las expresiones de juicio predeterminadas de Dios, todas las cuales se basaban en condiciones y actitudes de corazón ya existentes. (Sal. 7:8, 9; Pro. 11:19; Jer. 11:20) Sin embargo, en estos casos también había oportunidad para que individuos respondieran al consejo, censura y advertencias de Dios y se hicieran dignos de su favor, y hubo quienes lo hicieron. Jer. 21:8, 9; Eze. 33:1-20.
El Hijo de Dios, que también podía leer corazones humanos (Mat. 9:4; Mar. 2:8; Juan 2:24, 25), fue dotado divinamente de poderes de presciencia y predijo condiciones, acontecimientos y expresiones de juicio divino futuros. Él predijo el juicio del Gehena para los escribas y los fariseos como clase (Mat. 23:15, 33), pero no dijo con ello que cada fariseo o escriba individual estaba predeterminado a la destrucción, como lo muestra el caso del apóstol Pablo. (Hech. 26:4, 5) Jesús predijo ayees para los populachos de Jerusalén y otras ciudades que no querían arrepentirse, pero no indicó que su Padre hubiera predeterminado que cada individuo de esas ciudades debería sufrir aquellos ayees. (Mat. 11:20-23; Luc. 19:41-44; 21:20, 21) También preconocía en qué resultaría la inclinación y actitud de corazón de la humanidad y predijo las condiciones que se habrían desarrollado entre la humanidad para el tiempo de la “conclusión del sistema de cosas,” así como los resultados que se producirían al irse realizando los propios propósitos de Dios.—Mat. 24:3, 7-14, 21, 22.    
PRESCIENCIA RESPECTO A INDIVIDUOS
Además de haber presciencia en cuanto a clases, ciertos individuos están envueltos específicamente en predicciones divinas. Entre éstos están Esaú y Jacob, el Faraón del Éxodo, Sansón, Salomón, Jeremías, Juan el Bautista, Judas Iscariote y el propio Hijo de Dios, Jesús.
En los casos de Sansón, Jeremías y Juan el Bautista, IEVE ejerció presciencia antes del nacimiento de éstos. Sin embargo, esta presciencia no especificó cuál sería el destino final de ellos. Más bien, con esa presciencia como base, IEVE predeterminó que Sansón viviría según el voto de los nazareos y que comenzaría a libertar a Israel de los filisteos, que Jeremías serviría de profeta y que Juan el Bautista efectuaría una obra preparatoria como precursor del Mesías. (Jue. 13:3-5; Jer. 1:5; Luc. 1:13-17) Aunque fueron sumamente favorecidos con esos privilegios, esto no garantizaba que obtendrían salvación eterna, ni siquiera que permanecerían fieles hasta la muerte (aunque los tres lo fueron). Así, IEVE predijo que uno de los muchos hijos de David se llamaría Salomón y predeterminó que Salomón sería utilizado para edificar el templo. (2 Sam. 7:12, 13; 1 Rey. 6:12; 1 Cró. 22:6-19) Sin embargo, aunque fue favorecido de esta manera y hasta tuvo el privilegio de escribir ciertos libros de las Santas Escrituras, Salomón cayó en la apostasía en sus años posteriores. 1 Rey. 11:4, 9-11.
Así mismo sucedió en el caso de Esaú y Jacob, la presciencia de Dios no fijó sus destinos eternos, sino, más bien, determinó o predeterminó cuál de los grupos nacionales que descenderían de estos dos hijos conseguiría la posición dominante sobre el otro. (Gén. 25:23-26) Este dominio previsto también señaló que Jacob ganaría el derecho del primogénito, un derecho que llevaba consigo el privilegio de ser de la línea de descendencia por medio de la cual vendría la “descendencia” abrahámica. (Gén. 27:29; 28:13, 14) De esta manera IEVE Dios aclaró que el que él seleccionara a ciertos individuos para determinados usos no está circunscrito por las costumbres o procedimientos usuales que se conforman a lo que los hombres esperan. Tampoco se distribuyen los privilegios divinamente asignados solo sobre la base de obras, de modo que alguien creyera que se habría ‘ganado el derecho’ a tales privilegios y que éstos ‘se le debieran.’ El apóstol Pablo enfatizó este punto al mostrar por qué Dios, por bondad inmerecida, pudo conceder a las naciones gentiles privilegios que en otro tiempo, aparentemente, le estaban reservados a Israel. Rom. 9:1-6, 10-13, 30-32.
La cita que Pablo hizo acerca de que ‘IEVE  le tenía amor a Jacob [Israel] y odio a Esaú [Edom]’ es de Malaquías 1:2, 3, algo que se escribió mucho después del tiempo de Jacob y Esaú. De modo que la Biblia no necesariamente dice que IEVE tenía esa opinión de los gemelos antes de su nacimiento. Es un hecho establecido científicamente que gran parte de la disposición general y temperamento del niño se determinan al tiempo de la concepción, debido a los factores genéticos que contribuye cada padre. El hecho de que Dios puede ver esos factores es evidente por sí mismo; David dice de IEVE que vio “hasta mi embrión.” (Sal. 139:14-16; vea también Eclesiastés 11:5.) No se puede decir a qué grado afectó tal discernimiento divino la predeterminación de IEVE respecto a los dos muchachos, pero, en todo caso, el escoger a Jacob en vez de Esaú en sí no condenó a la destrucción a Esaú ni a sus descendientes, los edomitas. El “cambio de parecer” que Esaú buscó encarecidamente con lágrimas, sin embargo, solo fue un esfuerzo infructuoso por cambiar la decisión de su padre Isaac de que la bendición especial del primogénito permaneciera enteramente en Jacob. De modo que esto no indicó arrepentimiento alguno delante de Dios de parte de Esaú en cuanto a su actitud materialista. Gén. 27:32-34; Heb. 12:16, 17.
Estos casos de presciencia antes del nacimiento del individuo, por lo tanto, no están en pugna con las cualidades reveladas y normas anunciadas de Dios. Tampoco hay indicación alguna de que Dios haya obligado a los individuos a obrar contra la propia voluntad de ellos. En los casos de Faraón, Judas Iscariote y el propio Hijo de Dios, no hay evidencia alguna de que la presciencia de IEVE se haya ejercido antes que la persona viniera a existir. Dentro de estos casos individuales se ilustran ciertos principios que tienen que ver con la presciencia y predeterminación de Dios.
Uno de estos principios es que Dios prueba a los individuos causando o permitiendo ciertas circunstancias o acontecimientos, o haciendo que estos individuos oigan sus mensajes inspirados, con el resultado de que ellos se ven en la necesidad de ejercer su libre albedrío para tomar una decisión y así revelar una actitud de corazón definida, leída por IEVE. (Pro. 15:11; 1 Ped. 1:6, 7; Heb. 4:12, 13) Según la manera en que respondan los individuos, Dios también puede moldearlos en el derrotero que han escogido de su propia voluntad. (1 Cró. 28:9; Sal. 33:13-15; 139:1-4, 23, 24) Se ve, pues, que el “corazón del hombre terrestre” primero se inclina hacia cierto camino antes que IEVE dirija los pasos de dicho individuo. (Pro. 16:9; Sal. 51:10) Bajo prueba, la condición de corazón de uno puede hacerse fija, ya sea endurecida en la injusticia y la rebelión como lo fue el corazón del Faraón al tiempo del Éxodo, o hecha firme en devoción inquebrantable a IEVE Dios y en hacer su voluntad. (Éxo. 4:21; 8:15, 32) Habiendo alcanzado este punto por su propio albedrío, el resultado final del derrotero del individuo ya se puede preconocer y predecir sin injusticia y sin violar de modo alguno el libre albedrío del hombre. Compare con Job 34:10-12.
El derrotero de traición de Judas Iscariote cumplió profecía divina y demostró la presciencia de IEVE, y también la de su Hijo. (Sal. 41:9; 55:12, 13; 109:8; Hech. 1:16-20) No obstante, no puede decirse que Dios haya predeterminado o predestinado a Judas mismo a ese derrotero. Las profecías pronosticaron que algún conocido íntimo de Jesús sería quien lo traicionaría, pero no especificaron cuál de los que compartían aquella relación íntima sería. De nuevo, los principios bíblicos no dan lugar a la posibilidad de que Dios haya predeterminado las acciones de Judas. La norma divina declarada por el apóstol es: “Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos; consérvate casto.” (1 Tim. 5:22) Algo que hace claro cuánto le interesaba a Jesús que la selección de sus doce apóstoles fuese hecha sabia y apropiadamente es el hecho de que pasó la noche en oración a su Padre antes de dar a conocer su decisión. (Luc. 6:12-16) Si Judas ya hubiera estado predeterminado divinamente para ser traidor, esto resultaría en que hubiera inconsistencia en la dirección y guía de Dios y, según la regla, lo haría participante de los pecados que el predeterminado cometiera.
Por lo tanto, parece patente que cuando Judas fue escogido como apóstol su corazón no presentaba evidencia definida de una actitud de traición. Él permitió que ‘brotara una raíz venenosa’ y que lo contaminara, con el resultado de que se desviara y de que no aceptara la dirección de Dios, sino la guía del Diablo, que lo llevó a un derrotero de robo y traición. (Heb. 12:14, 15; Juan 13:2; Hech. 1:24, 25; Sant. 1:14, 15) Para cuando esa desviación llegó a cierto punto, Jesús mismo pudo leer el corazón de Judas y predecir su acto traicionero. Juan 13:10, 11.
Es verdad que en el relato de Juan 6:64, cuando algunos discípulos tropezaron por ciertas enseñanzas de Jesús, leemos que “Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo traicionaría.” Aunque la palabra “principio” se usa en 2 Pedro 3:4 para referirse al comienzo de la creación, también puede referirse a otras ocasiones. (Luc. 1:2; Juan 15:27) Por ejemplo, cuando el apóstol Pedro dijo que el espíritu santo cayó sobre los gentiles “así como también cayó sobre nosotros al principio,” estaba refiriéndose al día del Pentecostés, 33 E.C., al “principio” del derramamiento del espíritu santo con cierto propósito. (Hech. 11:15; 2:1-4) Por lo tanto es interesante notar este comentario sobre Juan 6:64 en Critical, Doctrinal, and Homiletical Commentary, por Schaff-Lange: “[‘Principio’] significa, no metafísicamente desde el principio de todas las cosas. . . . , ni desde el principio de conocer Él [Jesús] a cada uno . . . , ni desde el principio de congregar Él a los discípulos en torno de sí, ni el principio de Su ministerio mesiánico . . . , sino desde los primeros gérmenes secretos de incredulidad [que hicieron tropezar a algunos discípulos]. Así también Él conoció al que lo traicionaría desde el principio.”—Compare con 1 Juan 3:8, 11, 12.
EL MESÍAS
IEVE Dios preconoció y predijo los sufrimientos del Mesías, la muerte que sufriría y su resurrección subsiguiente. (Hech. 2:22, 23, 30, 31; 3:18; 1 Ped. 1:10, 11) El que se realizaran las cosas determinadas por el hecho de que Dios ejerciera esa presciencia dependía en parte de que Dios ejerciera su propio poder y en parte de las acciones de los hombres. (Hech. 4:27, 28) Sin embargo, aquellos hombres voluntariamente dejaron que los engañara el adversario de Dios, Satanás el Diablo. (Juan 8:42-44; Hech. 7:51-54) Por consiguiente, así como los cristianos del día de Pablo no estaban “en ignorancia de sus designios [de Satanás],” Dios previó los deseos y métodos inicuos que proyectaría su adversario contra su Ungido. (2 Cor. 2:11) Obviamente, el poder de Dios también podía desbaratar o hasta obstruir cualesquier ataques o esfuerzos dirigidos contra el Mesías que no concordaran con la manera o tiempo profetizados.
La declaración del apóstol Pedro de que Cristo, como el Cordero de sacrificio de Dios, fue “preconocido antes de la fundación [inflexión del griego katabolé] del mundo [kosmou]” es interpretada por los defensores del predestinacionismo como que quiere decir que Dios ejerció esa presciencia antes de la creación de la humanidad. (1 Ped. 1:19, 20) La palabra griega katabolé, traducida “fundación,” significa literalmente “un echar o colocar en dirección hacia abajo,” y puede referirse a la ‘concepción’ de descendencia, como en Hebreos 11:11, que hace referencia a que Abrahán echó semen humano abajo para engendrar un hijo y a que Sara recibió este semen para ser fecundada. Aunque hubo la “fundación” de un mundo de la humanidad cuando Dios creó a la primera pareja humana, como se muestra en Hebreos 4:3, 4, esa pareja después perdió por desobediencia la posición que tenían como hijos de Dios. (Gén. 3:22-24; Rom. 5:12) No obstante, por la bondad inmerecida de Dios, se les permitió el echar (sembrar) semen abajo y concebir descendencia y producir hijos, uno de los cuales la Biblia muestra específicamente que consiguió el favor de Dios y se colocó en situación de recibir redención y salvación, a saber, Abel. (Gén. 4:1, 2; Heb. 11:4) Es digno de notarse que en Lucas 11:49-51 Jesús hace referencia a “la sangre de todos los profetas derramada desde la fundación del mundo,” y pone en paralelo esto con las palabras, “desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías.” Así Jesús relaciona a Abel con la “fundación del mundo,” con aquel período de tiempo general.
El Mesías o Cristo habría de ser la Descendencia prometida por medio de quien todas las personas justas de todas las familias de la Tierra se bendecirían. (Gál. 3:8, 14) La primera mención de una “descendencia” de esa índole vino después que la rebelión en Edén ya se había iniciado, pero antes del nacimiento de Abel. (Gén. 3:15) Esto fue más de cuatro mil años antes que se hiciera la revelación del “secreto sagrado” de la administración que vendría por medio del Mesías; por consiguiente, verdaderamente fue “guardado en silencio por tiempos de larga duración.”—Rom. 16:25-27; Efe. 1:8-10; 3:4-11.
A su debido tiempo IEVE Dios asignó a su propio Hijo primogénito para que cumpliera el papel profetizado de la “descendencia” y llegara a ser el Mesías. No hay nada que muestre que ese Hijo fue “predestinado” a semejante papel aun antes de su creación o antes que la rebelión estallara en Edén. La selección que con el tiempo Dios hizo de él como el encargado de cumplir las profecías tampoco se hizo sin base previa. El período de asociación íntima entre Dios y su Hijo antes que el Hijo fuera enviado a la Tierra sin duda resultó en que IEVE ‘conociera’ a su Hijo a tal grado que podía estar seguro de que su Hijo cumpliría fielmente las promesas y cuadros proféticos.—Compare con Romanos 15:5; Filipenses 2:5-8; Mateo 11:27; Juan 10:14, 15.
LOS ‘LLAMADOS Y ESCOGIDOS’
Quedan aquellos textos que tratan de los cristianos “llamados” o “escogidos.” (Jud. 1; Mat. 24:24) Se les describe como “escogidos según la presciencia de Dios” (1 Ped. 1:1, 2), ‘escogidos antes de la fundación del mundo,’ ‘predeterminados a la adopción como hijos de Dios’ (Efe. 1:3-5, 11), ‘elegidos desde el principio para salvación y llamados a este mismísimo destino.’ (2 Tes. 2:13, 14) El entendimiento de estos textos depende de si se refieren a la predeterminación de ciertas personas individuales, o si describen la predeterminación de una clase de personas, a saber, la congregación cristiana, el “un solo cuerpo” (1 Cor. 10:17) de los que serán coherederos con Cristo Jesús en su reino celestial. Efe. 1:22, 23; 2:19-22; Heb. 3:1, 5, 6.
Si estas palabras aplican a individuos específicos como predeterminados a salvación eterna, entonces se desprende que esos individuos jamás podrían resultar infieles ni fallar en su llamada, porque el que Dios los preconociera no podría resultar inexacto y el que él los predeterminara a cierto destino jamás podría ser frustrado o desbaratado. No obstante, los mismos apóstoles que fueron inspirados a escribir las palabras ya citadas mostraron que algunos que fueron ‘comprados’ y ‘santificados’ por la sangre del sacrificio de rescate de Cristo y que habían “gustado el don gratuito celestial” y “han llegado a ser participantes de espíritu santo. . . y los poderes del sistema de cosas venidero” apostatarían de modo que les sería imposible arrepentirse y se acarrearían destrucción.—2 Ped. 2:1, 2, 20-22; Heb. 6:4-6; 10:26-29.
Por otra parte, si se considera que aplican a una clase, a la congregación cristiana o “nación santa” de llamados en conjunto (1 Ped. 2:9), los textos previamente citados significarían que Dios preconoció y predeterminó que se produciría una clase de esta índole (pero no específicamente a los individuos que la formarían). También, estos textos significarían que él prescribió o predeterminó el ‘modelo’ al cual tendrían que conformarse todos los que al debido tiempo fueran llamados para ser miembros de ella, todo esto según su propósito. (Rom. 8:28-30; Efe. 1:3-12; 2 Tim. 1:9, 10) Él también predeterminó las obras que se esperaría que éstos llevaran a cabo y el que fueran probados debido a los sufrimientos que el mundo les causaría. Efe. 2:10; 1 Tes. 3:3, 4.
Por consiguiente, el ejercicio de la presciencia de Dios no nos libra de la responsabilidad de esforzarnos por cumplir con su voluntad justa.

El Rey de Babilonia y el Nuevo Orden Mundial‏





En apuntes anteriores hemos examinado lo que significa  “el día de descanso de Dios y su duración”. También hemos examinado “La semana del Hombre” ¿hasta cuándo?, y como colofón hemos examinado “EL JUBIELO QUE SE APROXIMA”
¿Pero serán todos estos acontecimientos para beneficio de todo el mundo sin la demostración de lealtad a ese jubileo por nuestra parte? ¿O por el contrario vamos a ser sometidos a prueba?
Tengamos en cuenta que estamos aún dentro de la “Semana del hombre” y la historia nos demuestra cual ha sido el derrotero de la humanidad y sus efectos.
Nos acercamos al punto álgido del registro del hombre y su inmediata implantación de su última intentona por perpetuar su sistema mundial, bajo el dominio de criaturas espirituales malvadas.
Veamos a continuación que nos dice la profecía bíblica sobre la realidad de los acontecimientos que se aproximan ANTES DEL ESTABLECIMIENTO “DEL JUBILEO QUE SE APROXIMA”  en los cuales tendremos que demostrar nuestra lealtad ¿A QUIEN?
¡VEAMOS!
Una aterradora tormenta se está formando es este momento; una tormenta sin precedentes. Sí, esta es una tempestad como ninguna otra que haya azotado previamente a la humanidad. Esta tempestad de la que nos hablan las Escrituras no es un fenómeno meteorológico como aquellos a los que estamos acostumbrados, tal y como lo es un tornado, o algún huracán. Tampoco se trata de un acto sobrenatural proveniente de Dios, tal y como lo fueron las diez plagas con las que IEVE Dios castigó a Egipto.

La tormenta que Dios va a permitir y que se aproxima sucederá debido a la culminación de la codicia, la perversidad y la increíble estupidez humana. Sí, esta tempestad será inspirada por fuerzas demenciales demoníacas fuera de control, la cual llevara a los seres humanos a un odio desmesurado y se expresará por medio de guerras internacionales; el colapso económico del sistema de cosas en que vivimos; hambrunas, y mortíferas plagas y pestes.
Como resultado de dicha tempestad, los sistemas sociales, democráticos, y económicos que hemos conocido llegarán a su fin, y eso dará lugar al nacimiento de un totalitario y opresivo Nuevo Orden Mundial. IEVE Dios, siendo Todopoderoso y Omnisapiente, supo con certeza desde un principio el triste y trágico final de la auto gobernación humana.
Este principio lo podemos encontrar en el libro de Oseas, quien escribió:
“Porque es viento lo que siguen sembrando, y un viento de tempestad es lo que segarán”. -Oseas 8:7
El capítulo 30 del libro de Jeremías 30:23,24 también menciona esta tormenta, y nos dice lo siguiente:
¡Miren! Una tempestad de viento de Jehová, furia misma, ha salido, una tormenta barredera en su avance. Sobre la cabeza de los inicuos remolineará. La ardiente cólera de Jehová no se volverá atrás hasta que él haya ejecutado y hasta que haya realizado las ideas de su corazón. En la parte final de los días ustedes darán su consideración a ello”.
El trágico y aterrador periodo de tiempo que nos espera es conocido en la Biblia de diferentes formas. A este tiempo se le llama “El tiempo del fin”, “La conclusión de este sistema de cosas”, y “La parte final de los días”. No hay duda que la furia y la cólera de IEVE que ha sido suprimida por tanto tiempo se hará evidente en ese entonces, al dejar que la trayectoria humana nos lleve a esos eventos lo cual resultará en un breve periodo de tiempo que sin duda alguna será la época más angustiosa, espantosa y trágica que ha vivido la humanidad hasta ahora o que volverá a vivir. A ese periodo de tiempo la Biblia lo llama la Gran Tribulación. Sí, este cataclismo socio-económico-político hará cimbrar los mismísimos cimientos de la civilización que hemos conocido hasta ahora, y pondrá en duda hasta la mismísima supervivencia del género humano sobre el planeta tierra; tal y como nos advirtió Jesús cuando dijo: “A menos que se acortasen esos días, ninguna carne se salvaría”, esto nos demuestra que Dios no se va a quedar de brazos cruzados sino que él va a actuar enérgicamente por medio de su hijo a favor de sus leales.
En los tiempos bíblicos en ocasiones Dios logró sus propósitos por medio de agencias o vehículos humanos que Él usó para juzgar y castigar a su pueblo. De acuerdo a los libros proféticos, el juicio en contra del Israel y del Judá de la antigüedad - así como en contra de los vecinos de ellos- se hizo evidente por medio de las acciones de los babilonios y del imperio Asirio. Sí, en el pasado IEVE Dios utilizó a esos imperios para efectuar juicios en contra de aquellos que Él consideraba como su pueblo. Por ejemplo, la tormenta original de IEVE, la cual es descrita por el profeta Jeremías, se hizo evidente por medio de la destrucción de Judá a manos de los babilonios. Posteriormente, para demostrar que los babilonios no eran más que un simple instrumento usado por Dios, IEVE terminó destruyendo a la misma nación que Él usó para castigar a su pueblo.
Por lo tanto, aunque el rey de Babilonia actuó como el ejecutor de los juicos de Dios el día que él destruyó Jerusalén, al final IEVE también puso al rey de Babilonia en la balanza de la justicia y lo halló deficiente, y esa es la razón por la cual Babilonia fue juzgada y subyugada por el rey Medo-Persa.
Para demostrar la veracidad y la autenticidad de la profecía bíblica, la caída súbita e inesperada de Babilonia fue pronosticada con 200 años de antelación por el profeta Isaías; aún antes que Babilonia se convirtiera en la tercera potencia en la historia del mundo.
En los capítulos 44 y 45 del libro de Isaías IEVE nos dice con lujo de detalles la forma como se secarían las aguas del imponente río Éufrates, y también nos dice que las puertas de la majestuosa ciudad serían abiertas ante la llegada de un gran rey llamado Ciro. La profecía que anunció la caída de Babilonia en la cúspide de su poder como la potencia político- militar ese tiempo fue muy significativa, pues en ese entonces la ciudad se consideraba como una muralla impregnable; era imposible que simples ejércitos armados con arcos y flechas la invadieran o conquistaran. Sin embargo, en la noche del 2 de Octubre del año 539 AC, los ejércitos de Ciro el Persa desviaron el cauce del río Éufrates y de esa manera lograron invadir a la ciudad, y debido a que en esa fecha Babilonia se encontraba de fiesta celebrando y haciendo honores a su dios Marduk, su supuesto protector, las puertas que protegían a la ciudad quedaron abiertas y sin protección. De esa manera la ciudad de Babilonia cayó en las manos de Ciro el Persa en una sola noche; tal y como IEVE había pronosticado por medio del profeta Isaías.
Para probar una vez más que la caída de Babilonia era debido a la fuerza de IEVE, Él hizo que la figura de algo que parecía ser una mano humana apareciera frente a la pared escribiendo las palabras, MENÉ, MENÉ, TEQUEL y PARSÍN, las cuales, como todos sabemos, significan “Dios ha numerado [los días de] tu reino y lo ha terminado. Has sido pesado en la balanza y has sido hallado deficiente, y tu reino ha sido dividido y dado a los medos y los persas”. Daniel 5:25-31
El cumplimiento de la caída anunciada de Babilonia no solo establece la autenticidad y la confiabilidad de la Palabra de JIEVE, sino que de manera más importante y significativa establece un patrón de cosas por venir. Es muy interesante el hecho que Ciro; el conquistador de Babilonia, es llamado “Mi ungido”, o “Mi mesías”, en idioma Hebreo. Como tal, Ciro es una prefiguración de Cristo Jesús en su papel de rey conquistador y triunfador, y como salvador y liberador del oprimido pueblo de Dios.
En ese sentido Babilonia es un simbolismo o una prefiguración del último rey de la profecía bíblica; el octavo rey que encontramos en el libro de Revelación, el cual es presentado como una bestia salvaje de color escarlata, la cual es montada por una ramera que se encuentra borracha con la sangre de los testigos de Jesús. El reino de la bestia salvaje está destinado a regir sobre la humanidad por una simbólica “Hora”, o tres años y medio; tiempo en el cual el octavo rey conquistará, derrotará y asesinará a los elegidos de Dios, solo para ser aniquilado por el rey aprobado por IEVE; Cristo Jesús, durante la guerra de Armagedón. En otra parte de las Escrituras, especialmente en Habacuc, Jeremías, Isaías, y Ezequiel, al rey de Babilonia se le describe como el despojador y el castigador de las naciones; se le describe como un rey asesino y genocida, y como el último rey en una sucesión de reyes, el cual termina siendo destruido por el Reino de Dios. La profecía de Habacuc, la cual es una visión para el tiempo señalado, nos muestra al octavo rey en una campaña genocida en contra del mundo, atrapando como un pescador a la humanidad indefensa en una red, y destruyendo a la mismísima ciudad de Dios. Al final, el rey Caldeo es destruido; no con lanzas y espadas, sino por las fuerzas ejecutoras celestiales, lo cual es descrito en el libro de Revelación-Apocalipsis, como la guerra de Armagedón.
Es interesante y muy importante recordar que Isaías 14: 12-20 nos dice lo siguiente acerca del octavo rey de la profecía bíblica:

“¡Oh, cómo has caído del cielo, tú, el resplandeciente, hijo del alba! ¡Cómo has sido cortado a tierra, tú que estabas incapacitando a las naciones! En cuanto a ti, has dicho en tu corazón: ‘A los cielos subiré. Por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré sobre la montaña de reunión, en las partes más remotas del norte. Subiré por encima de los lugares altos de las nubes; me haré parecer al Altísimo’. Sin embargo, al Seol se te hará bajar, a las partes más remotas del hoyo. Los que te ven fijarán su mirada aun en ti; harán un examen minucioso hasta de ti, [y dirán:] ‘¿Es este el hombre que estuvo agitando la tierra, que estuvo haciendo mecerse los reinos, que hizo que la tierra productiva fuera como el desierto y que derribó sus mismísimas ciudades, que no abrió el camino hacia casa siquiera a sus prisioneros?’. Todos los otros reyes de las naciones, sí, todos ellos, han yacido en gloria, cada uno en su propia casa. Pero en cuanto a ti, tú has sido arrojado sin sepultura para ti, como un brote detestado, vestido de muertos atravesados por la espada que bajan a las piedras de un hoyo, como un cadáver pisoteado. No llegarás a unirte con ellos en un sepulcro, porque arruinaste tu propia tierra, mataste a tu propio pueblo. Hasta tiempo indefinido la prole de los malhechores no será nombrada”.

Lo significativo de este aspecto de la profecía es que dice que todos los reyes anteriores al octavo rey han yacido en gloria en su propia casa; todos excepto el rey de Babilonia. ¿Cómo debemos entender esto? ¿Es qué acaso no es verdad que la antigua Babilonia ocupa un lugar muy importante en la historia del mundo, junto a los demás reinos que han gobernado y desaparecido? Una visita al Museo de Londres puede verificar que eso es así.
Como heredera de las tradiciones imperialistas de antaño, la ciudad de Londres puede considerarse como el “Guardián” de los restos y de las cosas que tienen que ver con los imperios del pasado. Entre las cosas que encontramos en el museo podemos ver artefactos, tablillas, y cuadros que conmemoran las hazañas de los seis anteriores reinos, - Egipto; Asiria; Babilonia, Persia, Grecia, y Roma.
Debido a ello surge la pregunta, ¿Cómo es que el cadáver del rey de Babilonia ha sido abandonado en el suelo, sin una tumba digna, en el panteón de los reyes que han gobernado a la humanidad?
Lo repetimos nuevamente, el cumplimiento mayor y final de esta profecía tiene que ver con la aparición del octavo rey. Él no será sucedido ni reemplazado por ningún otro rey humano; tal y como lo fue la Babilonia de la antigüedad. A diferencia de la Babilonia de la antigüedad, el octavo rey tendrá un fin catastrófico e ignominioso en la guerra de Armagedón, y tal y como lo señala el libro de Revelación, los cadáveres de los ejércitos opositores a Jesús quedarán tendidos en el suelo sin sepultura alguna; tal y como si fueran basura y estiércol. Su desastroso e ignominioso fin se hará evidente, y será recordado por siempre y para siempre. En ese aspecto el moderno rey de Babilonia no recibirá una sepultura digna; tal y como sucedió con los imperios que le antecedieron, incluyendo la típica Babilonia de la antigüedad.
Cuando el profeta Daniel se encontraba en Babilonia, él fue comisionado para interpretar el extraño sueño del rey Nabucodonosor. Este sueño fue una revelación de la sucesión de las potencias mundiales que dominarían al mundo desde el tiempo del rey de Babilonia hasta el advenimiento del reino de Dios.

En el segundo capítulo del libro de Daniel, el rey de Babilonia recibe un sueño proveniente de Dios, y este sueño consiste de una enorme imagen metálica. De acuerdo a la interpretación de Daniel, la cabeza de oro representaba al rey Nabucodonosor de Babilonia. El pecho de plata, los brazos de cobre, los muslos de hierro, y los pies de hierro y barro representan a los diferentes imperios que han dominado al mundo a través de la historia. Con el tiempo esta imagen es destruida, y los pies de barro y hierro son quebrados y hechos polvo por una enorme roca que es cortada de una montaña, la cual Daniel dice que significa el reino de Dios.
Lógicamente, el pecho de plata representa al imperio Medo-Persa. El vientre de cobre representa al imperio Griego, y las piernas de acero representan a Roma. Pero, ¿Qué hay de los pies que están hechos de hierro y barro? ¿Qué representan? en este momento el rey Anglo-Americano aún controla al mundo. La realidad nos muestra que el mundo se encuentra dividido entre dos sistemas políticos completamente antagónicos, los cuales se hacen evidentes en la alianza Anglo-Americana de nuestros días. La aleación de hierro y barro simbolizan a la perfección esa diferencia. El hierro simboliza al férreo imperialismo heredado de Roma y practicado hasta la Edad Media por medio del sistema feudal. Después, el imperialismo representado por el hierro se extendió por toda la tierra por medio del colonialismo Europeo, y finalmente; de todas las colonias imperialistas, el imperio Británico con sede en Londres emergió a finales del Siglo XVII como la más poderosa y dominante.
Por otra parte, el barro representa la forma de gobierno demócrata y republicana; es decir, un gobierno de tipo popular que fue iniciado por los Estados Unidos de América. Tal y como lo dice la profecía, este imperio sería una mezcla de hierro y barro. El barro representa a la perfección al hombre común; pues tal y como lo dicen las Escrituras, el hombre fue formado del polvo de la tierra. Sí, por primera vez en la historia de la humanidad, y por medio de los Estados Unidos, llegó a existir un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Por lo tanto, el poder ostentado por la élite mundial llegó a estar mezclado con el hombre común. No obstante, esta aleación tan anti natural de hierro y barro no puede mantenerse pegada ni junta, y eso puede evidenciarse en la alianza Anglo-Americana, la cual es una fusión de dos sistemas completamente antagónicos y excluyentes. Pero, ¿Qué significa la imagen metálica en su totalidad? Parece ser que la imagen en sí, y en su totalidad, es una representación del octavo rey de la profecía bíblica; el cual está destinado a tomar las riendas del mundo después del catastrófico colapso del dúo Anglo-Americano, simbolizado por los pies de la imagen, los cuales son una aleación de hierro y barro que sirven como su pedestal.
La imagen en su totalidad parece representar lo que bien podría llamarse el imperio Neo Babilonio de dominación mundial de nuestros días. El capitulo trece del libro de Revelación usa los mismos simbolismos utilizados por Daniel, y nos muestra a una bestia con siete cabezas y diez cuernos; la cual tiene el cuerpo de un leopardo; las garras de un oso, y el hocico de un león. Las siete cabezas de la bestia representan los siete reyes o imperios que han existido a lo largo de la historia, y se nos dice que Satanás el Diablo otorga su poder y autoridad a dicha bestia. En el capítulo 17 del libro de Revelación se nos dice que la misma bestia representa al último rey; un octavo rey que sale o procede de los siete reyes anteriores. Después un ángel explica un misterio a Juan, y le dice que cinco reyes ya han caído; uno “Es”, y otro aún está por llegar. El rey que “Es” es una referencia al imperio Romano, mientras que el rey que aún no existía y que estaba por llegar representa lo que comúnmente llamamos la alianza Anglo-Americana. El capítulo trece del libro de Revelación nos dice que una de las cabezas de la bestia sufre un golpe de muerte, pero después se recupera milagrosamente. Después de ser rescatada y resucitada por la ramera, se nos dice que la bestia salvaje obliga a los habitantes de la tierra a hacer una imagen y a adorarla so pena de muerte, - una imagen de ella misma obviamente- y a ser marcados con el infame número del 666; el cual, como todos sabemos, es una marca indeleble e irrevocable que significa muerte y destrucción.
Pero, ¿Qué significan todas estas cosas para el futuro?

Es muy significativo saber que el libro de Revelación menciona que la muerte y resurrección de la bestia salvaje da inicio al juicio de Dios, y también nos dice que cualquier persona, independientemente de quién sea pero que tenga la marca de la bestia salvaje será condenado por Dios a una muerte eterna. El número 666 representa el juicio final e irreversible de Dios en contra de la persona.
No obstante la verdad de las cosas es que el golpe de muerte que recibe la bestia de la profecía bíblica aún no ha acontecido, lo cual significa que las naciones líderes de este mundo están por experimentar una calamidad y una extinción no anticipada. Estamos siendo testigos del colapso de las naciones líderes de este mundo, las cuales están representadas por la alianza existente en el dúo Anglo-Americano. Sin embargo, de las cenizas de esas dos naciones, y como el Ave Fénix que resucita, se levantará de lo que fue de ellas el diabólico Nuevo Orden Mundial de Satanás; el cual será encarnado en la institución política conocida como la Organización de las Naciones Unidas. Cuando esto suceda llegarán a su fin todos los sistemas democráticos que hemos conocido hasta ahora; la libertad de culto, de prensa, y de expresión serán cosa del pasado. Los derechos humanos y nuestras garantías individuales habrán llegado a su fin. El octavo rey controlará todo, incluyendo los arsenales nucleares, así como el sistema financiero que será establecido después del colapso del dólar Norteamericano, de tal forma que nadie que no tenga la marca del fatídico número 666, o que se niegue a hincarse y rendirle honor y pleitesía a la bestia salvaje podrá comprar, vender, o conseguir las provisiones necesarias para continuar con vida. Cualquier nación o individuo que se niegue a acatar las decisiones de la bestia será ejecutado sin misericordia.
Hay muchas razones para sospechar que la última hora del octavo rey se ha acercado, y que el Nuevo Orden Mundial está a punto de convertirse en una realidad.

Sí, la tormenta en contra de la humanidad está a punto de comenzar.


EL AÑO DEL JUBILEO QUE SE APROXIMA



2ª de Pedro 3:10, “Sin embargo, no vayan a dejar que este hecho en particular se les escape, amados, que un día es para con Jehová como mil años, y mil años como un día.”
El Jubileo, que venía cada año cincuenta, era un tiempo de regocijo. Toda herencia de terreno que hubiera sido “vendida” era devuelta a sus antiguos dueños. Se ponía en libertad a los esclavos hebreos, aunque no se hubieran cumplido todavía sus seis años de servidumbre. (Levítico 25:8-13, 39-41) Esta ley tenía el magnífico efecto de restaurar la economía al estado original equilibrado que Dios había establecido cuando Israel entró en la Tierra Prometida. Evitaba la situación que vemos en muchos países hoy... una clase extremadamente rica que es dueña de la tierra y una clase extremadamente pobre de “siervos.” No era posible ningún monopolio del terreno cuando la ley se ponía en vigor.
Así, la Ley hacía del ciudadano un hombre libre. Toda familia estaba a salvo de caer en un estado de pobreza perpetua. La dignidad de la familia se sostenía, la espiritualidad de la familia se mantenía alta. El padre podía pasar tiempo con la familia, pues los días sabáticos y los años sabáticos suministraban tiempo para atender cosas como la reconsideración en la relación personal con su Creador y otros asuntos espirituales. Por eso, aunque los cristianos no están bajo la ley mosaica hoy, ésta suministra un vistazo de los caminos y tratos de Dios y una sombra de las buenas cosas por venir,

“Una sombra de las buenas cosas por venir.”—Hebreos 10:1.

¿Qué cosas excelentes prefiguraba la ley del año del Jubileo para el futuro? ¡VEAMOS!
(Una anécdota interesante que proviene de la palabra jubileo es la palabra jubilación, la jubilación es la edad a la que llega una persona en España para cumplir la terminación de su vida laboral, que está basada a la edad de 65 años. (Esta ley está enmarcada dentro de un periodo de 70 años que es lo mismo que 7 días de diez años cada uno, una semana de años.)
Por otro lado tenemos el registro bíblico el cual nos dice que dentro del periodo del descanso de Dios también es al mismo tiempo el día del hombre, y está por cumplirse seis periodos de 1000 años cada uno, o sea seis días.
Para cumplirse la semana completa falta un día de mil años, que es lo mismo que el jubileo o dicho de otra forma la jubilación para la humanidad del tiempo asignado por Dios para que el hombre demuestre su derrotero sin la intervención del Creador.
El paralelismo lo encontramos en los dos casos dentro del tiempo de una semana, en el primero una semana de 60 años, seis días de diez años cada uno, más la jubilación que está enmarcada dentro de la semana completa de 70 años, una semana de 7 días.
En el segundo caso el paralelismo lo encontramos dentro del periodo de una semana de 1000 años cada día, de la cual semana han transcurrido 6 días de 1000 años cada uno y falta el periodo de la jubilación o el jubileo el último día de la semana de 7 días.) ¿Cómo es posible que exista en esta nación de grandes raíces católicas esta ley enmarcada dentro de un paralelismo bíblico? Posiblemente por su legado sefardita sefarat, o sea el legado de origen judío al tiempo de la huida de Israel en el año 70 e.c. y sus asentamientos en Tarsis, extendiéndose por toda la península.
Cuando una nación tuvo descanso
Apreciando la necesidad que el hombre tiene de descansar de las presiones y preocupaciones, Dios le proveyó a la antigua nación de Israel un año sabático cada séptimo año. Ninguna otra nación ha gozado de una provisión tan reparadora. ¿Qué beneficios vinieron de ese arreglo, y cómo se compara esto con lo que vemos ahora?
Cuando la nación de Israel obedeció a Dios, observando los años sabáticos señalados, sus enemigos no la molestaron. La tierra se benefició porque se le permitía recuperarse, al no ser cultivada ese año. Cualquier persona pobre, que quizás no estaba empleada ese año, no sufría, porque tenía acceso pleno, libre a todos los cereales, hortalizas y frutas que crecían por sí solos.
El dueño de la tierra, quien normalmente trabajaba con regularidad durante seis años, ahora tenía tiempo adicional para su familia, porque en esa sociedad agrícola estaba libre, en buen grado, de su trabajo. Los asuntos espirituales, enseñar y educar a los hijos y el desarrollo de la vida de familia podían recibir mayor atención, por lo tanto se fortalecían los vínculos de amor y se evitaban la división y delincuencia que ahora infectan a tantas unidades de familia. Además, no le afligían presiones de preocupaciones económicas, porque ningún acreedor podía presionar por pago de una deuda durante ese año. Lev. 25:2-7; Deu. 15:1-3.
Además, cada año quincuagésimo era un año de “Jubileo.” Este era un descanso todavía más completo, un ‘año de libertad.’ El Jubileo tenía las mismas provisiones que tenía el séptimo año sabático pero era más abarcador. Hoy día las naciones podrían aprender mucho de las leyes del Jubileo.
Al comienzo del año de Jubileo, se cancelaban todas las deudas. Cada hombre que había vendido su posesión hereditaria de tierra volvía a ella. Se le restituía sin cargo. Si se había vendido a otra persona como un trabajador asalariado para pagar una deuda, era liberado permanentemente de su servidumbre en el primer día de este ‘año de libertad.’—Lev. 25:8-22.
¡Qué descanso, qué seguridad trajo este arreglo a la gente! Conservaba la economía del país en perfecto equilibrio. Evitaba el aumento de las clases extremadamente ricas y extremadamente pobres, como sucede en muchas naciones hoy día. Se evitaba la inflación. El valor de la tierra permanecía estable, así como los salarios. Lev. 27:16-19; 25:50.
¡Qué contraste con la situación mundial de la actualidad! Los costos en aumento acarrean precios en aumento al consumidor, a su vez haciendo indispensable aumentos de salarios y últimamente los gobiernos están editando leyes para bajar o congelar esos salarios. Esto por un tiempo quizás parezca bueno, pero hay un día de ajuste de cuentas. Las deudas suben a niveles altos, junto con la inflación. ¿El resultado? Quiebras individuales, después nacionales. Los recursos del país son abusados y dilapidados. Además de esto, la monotonía de los trabajos en las líneas de montaje y la semi-esclabitud en muchos otros además de la permisividad en la alteración de los contratos de trabajo hacen que aun los que ganan salarios altos sean infelices.
Pero bajo el arreglo de Dios se reconocía la dignidad humana. Un hombre no era un esclavo perpetuo a una rutina desagradable. Cada cual podía usar su mente para contribuir sus talentos y habilidades al bienestar nacional. La familia se mantenía unida. Todos recibían educación, muchos en oficios específicos. Todos sabían leer y escribir, y la educación en asuntos espirituales mantenía en alto el nivel moral a la nación. El adherirse a la ley de Dios trajo la bendición de él y produjo esta condición feliz.

Lo que Dios ha prometido
AL LEER los periódicos que bosquejan los nuevos problemas y crisis a los que hay que enfrentarse cada día, ¿piensa usted, ‘oh, sí solo pudiera conseguir un poco de descanso’? Sin duda tiempos mejores para nosotros tendrían que incluir alivio de las tensiones, irritaciones y frustraciones a las que nos enfrentamos ahora.
Y esto es exactamente lo que Dios ha prometido en su Palabra, la Biblia. Él conoce la estructura humana y sabe que los humanos necesitan descanso... literalmente se están desgastando por la situación en la que se hallan. El salmista dijo: “Él mismo conoce bien la formación de nosotros, acordándose de que somos polvo.” (Sal. 103:14) Él ha prometido alivio para la humanidad por medio de un gobierno justo, uno que reemplazará a todos los sistemas actuales que fracasan, y producirá en la Tierra una sociedad humana saludable y pacífica. Ese gobierno es el gobierno del Reino por el cual Cristo Jesús enseñó a orar a sus seguidores. Mat. 6:9, 10.
El cabeza de ese gobierno es el que le dijo a la gente de su día que anhelaba tiempos mejores: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y háganse mis discípulos, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas.”—Mat. 11:28, 29.
Pero, ¿cómo podemos estar seguros de esa esperanza de alivio por medio de este gobierno del Reino? ¿Cómo podemos saber que éstas no son como las meras promesas de los líderes mundiales actuales?
Bueno, si un individuo promete algo y nosotros sabemos que él verdaderamente ha cumplido cosas similares en el pasado, tenemos fe en que cumplirá sus promesas para el presente. Y Dios, por su parte, nos ha dado un registro de que él ha hecho exactamente esto. Hace siglos, él trató con la nación de Israel de tal modo que nos da una buena idea de su habilidad para traer tiempos mejores y lo que se propone cuando dice que le dará a su pueblo paz y descanso. Isa. 32:17, 18.
Lo que es más, Dios nos dice específicamente que él ha hecho que se escriba el relato de estas cosas para proveer ejemplos, ilustraciones, de lo que el hará en una escala mundial y de un modo permanente en toda la Tierra. Examinemos algunas de esas ilustraciones.—1 Cor. 10:11; Rom. 15:4.
Descanso para toda la Tierra
Quizás alguien pregunte: ‘¿Qué relación tiene eso con nuestra esperanza de tiempos mejores hoy día?’ Bueno, Jesucristo, a quien Dios ha asignado como Rey para la Tierra, dijo que sí tiene una relación. Ahora bien, Jesús no indicó que, para obtener alivio, la gente tiene que regresar al estilo de vida del Israel de la antigüedad, o necesariamente volver a una sociedad de “caballo y coche,” sin inventos o desarrollos modernos. Más bien, los sábados de aquel entonces eran pictóricos de cosas más grandes, más permanentes.
Jesús le señaló a la gente que las leyes del sábado no eran meramente servicios rituales puestos sobre el hombre como una carga. Dijo: “El sábado vino a existir por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado.” Entonces hizo una declaración muy importante. Dijo: “Así es que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.”—Mar. 2:27, 28.
Ciertamente se necesitaría una salud mejorada para cualquier disfrute verdadero de tiempos mejores. Observe, pues, que Jesús probó que era ‘Señor del sábado’ por medio de realizar muchas de su más asombrosas obras de curación en el día del sábado judío. Los guías entre los judíos, no viendo el verdadero propósito del sábado, se opusieron enconadamente a estas obras de misericordia en este día de descanso. No obstante, Jesús realizó curaciones el sábado para prefigurar lo que sucedería en el descanso mayor o “día” sabático de mil años de su gobierno del Reino sobre la Tierra.
Jesús sabía que el sacrificio de sí mismo a favor de la humanidad aboliría los sábados literales, tanto los semanales como los anuales... las “sombras” proféticas de cosas buenas por venir. (Efe. 2:15; Col. 2:13, 14) En consecuencia, sus curaciones y resurrecciones solo fueron temporarias y para nuestro estímulo hoy día, mientras esperamos los cumplimientos completos, permanentes durante el sábado del Reino. El apóstol Pablo dijo acerca de esto a los cristianos: “Que nadie los juzgue. . . respecto de una fiesta, o de una observancia de. . . un sábado; porque esas cosas son una sombra de las cosas por venir, mas la realidad pertenece al Cristo.”—Col. 2:16, 17.
Salud y vidas permanentes
¿Hemos de entender por esto que las enfermedades “asesinas” tales como los colapsos cardíacos y el cáncer serán eliminadas en los tiempos mejores que traerá el gobierno del reino de Dios? Sí, no hay necesidad de temer que la gente será afligida durante ese gobierno del Reino con las enfermedades que desconciertan a los médicos de hoy en día.
Tampoco debemos pensar que los humanos no pueden tener salud perfecta eternamente. Porque Jesús curó las enfermedades más imposibles, todo gratis. Sanó a los ciegos y a los mudos. (Mat. 9:27-34) Curó a tullidos y paralíticos. (Luc. 5:18-26; 13:11-17) Restauró a sus sentidos a la peor clase de endemoniados. (Mat. 8:28-34; Luc. 8:26-39) Curó la enfermedad más temida de aquel tiempo... la lepra. (Mar. 1:40-45) Al usar este poder durante su gobierno del Reino sobre la Tierra, puede hacer perfectas en mente y cuerpo a todas las personas obedientes.
Pero, ¿qué hay de los que ya están muertos? Jesús no pasó por alto esto, sino que consideradamente dio un goce anticipado de la resurrección trayendo de vuelta a personas de la muerte, a una de ellas de la misma tumba. Mat. 9:18-26; Luc. 7:11-17; Juan 11:38-44.
Abundancia de artículos de primera necesidad
Tampoco hay ninguna razón para temer que quizás haya escasez de alimentos durante el tiempo que Cristo gobierne como el Señor del gran sábado del Reino. El Rey sabrá lo que necesitan sus súbditos. (Juan 2:25; compare con Mateo 6:7, 8.) Jesús demostró su habilidad y su compasión cuando, cerca del mar de Galilea, “se compadeció” de una muchedumbre de 5.000 (y en otra ocasión, 4.000) hombres, además de mujeres y niños, y los alimentó a todos. En ambas ocasiones él hizo esto por medio de multiplicar milagrosamente solo unos pocos panes y pescados. Mat. 14:14-21; Mar. 8:19, 20.
Siglos antes de esto, Dios mismo dejó vislumbrar el abundante suministro de alimentos que él proveerá durante el descanso sabático y jubileo del Reino. ¿Cómo? ¡Por medio de dar excelentes cosechas, suficientes para dos o aun tres años, durante el año inmediatamente anterior a los años sabáticos y de Jubileo!—Lev. 25:20-22.
Paz y seguridad
Por supuesto, las cosas materiales, incluso la buena salud, no producirán por sí solas la felicidad. También tiene que haber paz... no meramente una paz política entre las naciones, sino una paz entre toda la población de la Tierra, prescindiendo de raza o antecedentes.
¡Cuánto descanso dará el poder pasear fuera de la casa en perfecta seguridad, dejando las puertas sin echar llave! ¡Qué gozoso será tener vecinos que verdaderamente estén interesados en su paz y bienestar! ¡Qué bueno es saber que ni uno mismo ni sus hijos morirán a causa de la guerra, el crimen o la enfermedad!
Dios también predijo y prefiguró hace mucho esta condición de paz y seguridad genuinas. Fue en una profecía concerniente a “nuevos cielos y una nueva tierra” (es decir, el gobierno celestial de Jesucristo, y el nuevo arreglo de cosas terrenal durante el gobierno milenario del Reino, el jubileo).
Esta profecía la dijo el profeta de Dios Isaías a los israelitas antes que se fueran al exilio en Babilonia en 605 a. de la E.C. debido a no guardar las leyes de Dios. Dios los consoló mostrando que él los restauraría a su tierra. Dijo:
“Ya no llegará a haber de aquel lugar un niño de pecho de unos cuantos días de edad, ni un anciano que no cumpla sus días; porque uno morirá como mero muchacho, aunque cuente con cien años de edad; y en cuanto al pecador, aunque cuente con cien años de edad se invocará el mal contra él.”—Isa. 65:17, 20.
Durante los setenta años de exilio los israelitas se volvieron de sus derroteros idolátricos y otra vez sirvieron a Dios en verdad. (Jer. 29:10) A su regreso, en vez de estar en constante temor de sus enemigos, pudieron sentirse seguros. Se había ido el sentimiento que habían experimentado setenta años antes cuando Nabucodonosor había venido y destruido tanto a jóvenes como a viejos. (Lam. 2:21) En su condición restaurada un niño viviría hasta la madurez, y un hombre viviría toda la duración normal de su vida, pues ésta no sería cortada por la espada, el hambre o el azote de la peste.
La profecía de Isaías continúa:
“Y ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. . . . No será para nada que se afanarán, ni darán a luz para disturbio; porque son la prole que está compuesta de los escogidos de IEVE, y sus descendientes con ellos. Y realmente sucederá que antes que ellos clamen yo mismo responderé; mientras todavía estén hablando, yo mismo oiré.”—Isa. 65:21-24.
Los israelitas restaurados del exilio de Babilonia, después de ser exhortados por los profetas de IEVE a poner en primer lugar los intereses espirituales, fueron prosperados en su edificación y cultivos, sus propiedades no les fueron arrebatadas por un invasor, ni por angustias económicas. No criaron a sus hijos para que fueran presa de la guerra, la delincuencia o una muerte prematura. Por muchos años fueron bendecidos así por IEVE. Pero más tarde se hicieron desobedientes otra vez, y decayeron como nación. ¿Por qué permitió Dios esto?
Todavía no era el tiempo para que gobernara el reino mesiánico de Dios; no era el tiempo para la instalación de ‘nuevos cielos y una nueva tierra en los que la justicia ha de morar,’ de los cuales escribió el apóstol Pedro. En aquel entonces solo hubo un cumplimiento en miniatura o típico. 2 Ped. 3:13.
Los actos pasados de Dios aseguran condiciones paradisíacas
Pero, ¿qué hay acerca de la realidad bajo el gobierno mesiánico de Dios? Dios hizo esas cosas buenas para su pueblo en aquel entonces cuando lo escucharon. Él las hará en una escala mucho mayor y permanente para los que oyen y creen sus promesas muy pronto, porque él se propone tener una Tierra paradisíaca, una verdadera nueva serie de condiciones que durarán para siempre.
Jesús le habló a un malhechor que moría a su lado acerca de este paraíso al cual el malhechor sería resucitado. Este hombre, aunque estaba siendo justamente ejecutado por algún crimen, expresó fe en el venidero reino de Cristo, y esto impulsó a Jesucristo a prometerle que él tendría una oportunidad de vivir allí.—Luc. 23:39-43.
Observe, también, algunas de las otras promesas de Dios, muchas de las cuales él cumplió de un modo típico o en miniatura en el siglo seis a. de la E.C., para nuestra fe, esperanza y consuelo:
“El desierto y la región árida se alborozarán, y la llanura desértica estará gozosa y florecerá como el azafrán. Sin falta florecerá, y realmente estará gozosa con gozo y con alegre gritería. . . . Pues en el desierto habrán brotado aguas, y torrentes en la llanura desértica.”—Isa. 35:1, 2, 6.
Estas promesas resultaron ser ciertas en una escala pequeña cuando Israel regresó de Babilonia. Su tierra había quedado completamente desolada, sin humanos o animales domésticos; solo bestias salvajes la habían habitado por setenta años. La mayor parte de la tierra era como un desierto desolado. Sin embargo Dios, complacido con el regreso de ellos a la adoración verdadera, hizo brotar el agua, y en poco tiempo la tierra comenzó a florecer y a producir abundantemente.
IEVE ha prometido bendiciones permanentes para los que le obedezcan bajo el gobierno del Reino y jubileo, bendiciones como las que proveyó a los israelitas repatriados:
“Para ellos ciertamente celebraré un pacto en aquel día en conexión con la bestia salvaje del campo y con la criatura volátil de los cielos y la cosa que se arrastra del suelo, y el arco y la espada y la guerra quebraré de la tierra, y sí haré que se acuesten en seguridad.”—Ose. 2:18.
Si Israel hubiera permanecido fiel, su paz hubiera durado. Pero se hicieron rebeldes contra Dios. Bajo el gobierno celestial de Cristo, no habrá tal rebelión. ¿Por qué no? Porque, sobre la base de su sacrificio expiatorio a favor de la humanidad, él gradualmente perfeccionará a los obedientes, eliminando el egoísmo y la codicia de la Tierra. Esta es la gran diferencia entre la base de la paz que trae su gobierno del Reino con la que los líderes mundiales tratan de establecer.
Ahora, por medio de aplicar principios bíblicos, podemos superar parcialmente los rasgos malos y por lo general tenerlos bajo control. Pero con la completa aplicación del mérito del sacrificio de Cristo, los obedientes lograrán completa curación espiritual, mental y física, con control completo de todas sus facultades, superando completamente todas sus imperfecciones. Compare con Romanos 7:18-25.
Vea cómo Dios nos asegura paz, salud y seguridad permanentes en el último libro de la Biblia:
“‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores [del antiguo sistema de hoy] han pasado.’ Y el que estaba sentado sobre el trono dijo: ‘¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.’ También dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.’”—Rev. 21:3-5.
El prometedor, un Dios de verdad
Sí, estas palabras son fieles y verdaderas. No son meras promesas políticas de hombres que tratan de retener posiciones de poder y prominencia. Dios se tomó todo el trabajo de preparar estas cosas con mucho adelanto y de registrarlas hace siglos para nuestra instrucción. (2 Tim. 3:16, 17) En lo precedente hemos visto que él ya ha hecho que se cumplan sus promesas en una escala pequeña y de un modo temporario. Muchas otras promesas que él hizo ya las ha realizado, y éstas deberían darnos firme confianza en la confiabilidad de su palabra. Note unas pocas:
Cuando hace siglos Dios prometió limpiar la Tierra por medio de un diluvio, el diluvio vino. (Gén. 6:17; 7:11-24) Cuando prometió con 400 años de adelanto sacar a Israel de Egipto, eso ocurrió a tiempo. (Gén. 15:13, 14; 50:25; Éxo. 12:37-42) Cuando prometió con casi doscientos años de adelanto que haría que un hombre llamado Ciro el persa derribara a Babilonia para que Israel pudiera ser liberado, sucedió. Isa. 45:1, 2; 2 Cró. 36:22, 23; Esd. 1:1-4.
Además, centenares de profecías acerca del Mesías se cumplieron con exactitud en Jesucristo, el prometido Libertador y Rey... el lugar y la manera de su nacimiento, el tiempo de su llegada como Mesías, que sería traicionado, su muerte, su resurrección, y otras cosas demasiado numerosas para mencionarlas en este artículo. Miq. 5:2; Isa. 7:14; Dan. 9:25, 26; Sal. 41:9; Isa. 53:12; Sal. 16:10.
La conclusión razonable a la cual debemos llegar, pues, es que lo que Dios ha prometido se llevará a cabo exactamente como él lo dijo. No podemos pasar por alto el testimonio de hombres fieles que no recibieron una ganancia egoísta cuando, para el fin de su vida, exaltaron a Dios como el Cumplidor de sus promesas, más bien que darse gloria a sí mismos. Como Josué, quien guió a Israel en la conquista de la Tierra Prometida, les dijo: “Bien saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que IEVE su Dios les ha hablado ha fallado.”—Jos. 23:14.
No hay otra fuente aparte de la Biblia que prometa lo que la gente realmente desea y necesita. ¿En qué otro lugar hallamos una promesa de paz genuina, libertad del crimen, salud, seguridad y abundancia, junto con vida eterna? ¿No son éstas las cosas que uno verdaderamente desea? ¿No son estas extraordinarias promesas dignas de que uno las investigue a cabalidad?