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jueves, 13 de noviembre de 2014

Un tiempo de angustia mundial... ¿por qué, y cuándo?




“Los muertos por IEVE ciertamente llegarán a estar en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el mismísimo otro extremo de la tierra. No serán plañidos, ni serán recogidos ni enterrados.”—Jer. 25:33.

“SUCEDE en todo desastre. Hay personas —muchas personas— que rehúsan obedecer una advertencia. . . . Mueren, tantas y tan innecesariamente, por no prestar atención a las advertencias.” Así escribe el autor de un libro que trata de desastres. El ejemplo de las inundaciones de 1953 que anegaron grandes zonas de Holanda, en las cuales muchos centenares de personas perdieron la vida, está entre los muchos, muchos ejemplos que él menciona en prueba de su punto. Dice: “No había razón para que muchas de estas 1.835 personas murieran. Fácilmente pudieran haber escapado. Tuvieron suficiente tiempo.” Pero no prestaron atención a las advertencias que se dieron. Murieron... innecesariamente.

 Entre personas como éstas hay que incluir también muchas otras más que han perdieron la vida en las súbitas inundaciones, terremotos y otros desastres. En la mayoría de los casos “Todo el mundo recibió buena advertencia repetidamente. Los únicos sobrevivientes fueron las personas que prestaron atención a aquellas advertencias urgentes y huyeron.

 ¿A qué se debe que con frecuencia la gente no preste atención, o rehúse prestar atención, a las advertencias que se le dan cuando el peligro amenaza sus vidas? ¿A qué? Pudiera ser una indiferencia innata, que en realidad el precioso tesoro de la vida no les parezca de valor, o que no les importe. O pudiera ser que asignaran más valor a las cosas materiales que a la vida misma. A veces indudablemente se debe a que advertencias dadas antes resultaron falsas.

 Por otra parte, al verse ante la amenaza del desastre algunas personas han recurrido a lo que no podría salvarlas. Así, tiempo atrás cuando el monte Vesubio hizo erupción y la lava fluyó por las laderas, campesinos supersticiosos colocaron estatuas religiosas en la senda de la lava como si éstas pudieran detener su marcha. De manera similar pensaba otra persona el cual, cuando su hogar estuvo amenazado por fuegos forestales se le vio apresurándose por el lugar con la imagen de un “santo” firmemente agarrada y quejándose: “¡No hace nada!” “¡No hace nada!”  Porque no servía para ayudar a detener el fuego forestal.

 El hecho de que en el pasado muchas personas han perdido la vida por haber pasado por alto advertencias es una vigorosa razón por la cual hoy, más que nunca, es importante que prestemos atención a la advertencia de Dios el Creador, como se encuentra en su Palabra, la Santa Biblia. Sí, esto tiene la mayor urgencia. ¿Por qué? Porque hoy no son solo los que viven en cierta zona o ciudad quienes tienen amenazada su supervivencia, sino toda la humanidad. Con esto no nos estamos refiriendo a la amenaza de guerra nuclear entre las naciones principales de la Tierra. Más bien, la amenaza de la cual hablamos es la gran catástrofe que se predice en la Palabra de Dios. Esta es la catástrofe en la que intervendrá el gran Creador mismo, IEVE Dios.

 Pero pudiera haber personas que se preguntaran: ¿Cómo podemos estar seguros de que Dios intervendrá en los asuntos de la Tierra y el hombre? ¿Cómo se nos puede dar seguridad de que debemos tomar en serio las promesas o advertencias registradas en la Biblia? En cuanto a eso, ¿cómo podemos estar seguros de que Dios siquiera exista y de que la Biblia sea su revelación para nosotros? Esas preguntas hacen recordar estas palabras del apóstol Pablo: “La fe no es posesión de todos.”—2 Tes. 3:2.

 Porque tantas profecías bíblicas que se han cumplido  (ESTE TEMA SERÁ EXPUESTO A CONTINUACIÓN DE ESTE) podemos estar seguros de que las profecías que predicen una venidera catástrofe mundial, o un tiempo de angustia, también se cumplirán. Este tiempo de angustia procederá de nada menos que el Creador mismo, IEVE Dios. En este sentido será como la destrucción que se describe en Jeremías 25:33, que dice: “Los muertos por IEVE ciertamente llegarán a estar en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el mismísimo otro extremo de la tierra. No serán plañidos, ni serán recogidos ni enterrados. Quedarán como estiércol sobre la superficie del suelo.”

 En cuanto a esa catástrofe, el profeta Sofonías escribió por inspiración: “‘Por lo tanto manténganse en expectativa de mí,’ es la expresión de ieve, ‘hasta el día que me levante al botín, porque mi decisión judicial es reunir naciones, para que yo junte reinos, a fin de derramar sobre ellos mi denunciación, toda mi cólera ardiente; porque por el fuego de mi celo toda la tierra será devorada.’” (Sof. 3:8) Y de este tiempo, el profeta Daniel dijo bajo inspiración: “Durante aquel tiempo se pondrá de pie Miguel, el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo. Y ciertamente ocurrirá un tiempo de angustia como el cual no se ha hecho que ocurra uno desde que hubo nación hasta aquel tiempo.” (Dan. 12:1) Jesucristo se refirió a este tiempo en su gran profecía acerca de la conclusión de este sistema de cosas, y dijo: “Habrá entonces grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría.” (Mat. 24:21, 22) Y el libro de Revelación (Apocalipsis) habla acerca de la batalla del gran día de Dios el Todopoderoso, que acontece en Armagedón. Rev. 16:14, 16; 19:11, 19.

 Pero ¿por qué querría el Creador traerle a la humanidad tal ardiente destrucción mundial, tal catástrofe en todo el globo? Porque como Creador y Dueño de la Tierra está profundamente interesado en este planeta y la gente que vive en él. Al completar sus seis días o épocas de creación “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire! era muy bueno.” (Gén. 1:31) Y unos tres mil años más tarde el rey Salomón testificó en el mismo sentido: “Todo lo ha hecho bello a su tiempo.”—Ecl. 3:11; Sal. 111:2; 104:5-27.

 Y hoy, ¿qué vemos en este planeta? Una pasmosa abundancia de guerras, revoluciones, toda clase de injusticias, delito y corrupción, opresión y tiranía, así como una multitud de males físicos y mentales que afligen al género humano y causan gran sufrimiento. Pero recuerde, Jesucristo, el Hijo de Dios, nos dijo que oráramos por la venida del reino de Dios, que pidiéramos que la voluntad de Dios se hiciera en la Tierra como se hace en el cielo. (Mat. 6:10) Para que esa oración sea contestada Dios tendrá que eliminar de la Tierra toda violencia e iniquidad, junto con todos los hombres e instituciones que se oponen a su soberanía, que están opuestos a que la voluntad de Dios se haga en la Tierra. Sal. 37:10, 11.

 Pertinente aquí también es el hecho de que IEVE es un Dios de justicia: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él.” (Deu. 32:4) No solo actúa con justicia en todo tiempo, sino que se interesa en que la justicia reine por todos sus dominios. Ciertamente él no está menos interesado en lo que les sucede a los que sufren injusticia de lo que lo estuvo Job el de la antigüedad, quien dijo de sí mismo: “Yo libraba al afligido que clamaba por auxilio, y al huérfano de padre y a cualquiera que no tuviera ayudador.” (Job 29:12) Dios no tolerará para siempre las injusticias.

Además, ¿no leemos de IEVE que “Dios es amor”? (1 Juan 4:8) ¿Y no leemos que “tanto amó Dios al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”? (Juan 3:16) Grande como es IEVE Dios, tiene empatía; puede ‘meterse en el pellejo,’ por decirlo así, de sus humildes y débiles criaturas terrestres. Esto lo muestran estas palabras de su profeta: “Durante el tiempo de toda la angustia de ellos” —es decir, de los hijos de Israel— “le fue angustioso a él.” A él le dolió ver a su pueblo sufrir y por eso repetidamente los libró, desde el tiempo de Moisés en adelante.—Isa. 63:9; Éxo. 2:23, 24; Jue. 2:18.

La justicia y el amor de Dios nos aseguran que él obrará a favor de los oprimidos de la humanidad. Pero ¿tiene él los medios y la habilidad que se necesitan para enderezar los asuntos en esta Tierra? ¡De seguro los tiene! Su poder no tiene límites, porque él es el Todopoderoso. (Gén. 17:1; 18:14, 25) En vista del poder y la sabiduría que él desplegó al crear el universo, no puede haber duda de que puede producir una catástrofe mundial que ponga fin a la iniquidad y el sufrimiento en esta Tierra.—Pro. 3:19, 20.
  Hay una razón de mayor peso todavía por la cual el Creador, IEVE Dios, producirá esta catástrofe mundial y acabará con todos los inicuos. ¿Y cuál es ésa? La de que toda iniquidad es rebelión contra él como el Soberano todopoderoso. Toda esa iniquidad es un insulto a él, que él no puede tolerar indefinidamente. Por eso Jesús empezó su Oración Modelo con la petición: “Santificado sea tu nombre.”—Mat. 6:9.

Los comentarios de Dios acerca de los días de Noé muestran que las condiciones de iniquidad que existían entonces eran un insulto a él y por eso tomó las medidas pertinentes. (Gén. 6:3, 5, 6) Y ahora, por edades, hombres justos han estado haciendo la pregunta que hizo el profeta Habacuc en cuanto a por qué un Dios justo y recto permite que los inicuos aparentemente triunfen sobre los justos. (Hab. 1:13) Así que hayamos a la Palabra de Dios diciendo que él pondrá fin a toda opresión e iniquidad, para que los hombres sepan que él es el Señor Soberano del universo. Unas sesenta veces en tan solo la profecía de Ezequiel se hace la declaración de que Dios obrará de modo que ‘los hombres sepan que él es el Dios verdadero, IEVE.’ (Eze. 6:7-39:28) También, el salmista hebreo oró que Dios obrara de modo que “la gente sepa que tú, cuyo nombre es IEVE, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.” (Sal. 83:18) Sí, tanto porque IEVE Dios se compadece de la humanidad sufriente como porque su soberanía y nombre están implicados en el asunto, él causará la catástrofe mundial que acabará con toda la iniquidad y el sufrimiento que hay en la Tierra.

¿CUÁNDO? ¿CUÁNDO? ¿CUÁNDO?

Para muchas personas la pregunta de toda importancia es: ¿Cuándo tendrá lugar esta “grande tribulación,” este desastre mundial, esta catástrofe que abarcará todo el globo terráqueo? ¿Cuándo intervendrá el Creador en los asuntos humanos como lo hizo en la antigüedad y pondrá fin a las angustiosas condiciones mundiales? Por mucho que los siervos de Dios han anhelado intensamente conocer el tiempo, una cosa es segura: Ningún hombre puede señalar con precisión el día y hora exactos. Jesús mismo hizo claro ese punto al decir: “Nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.” También dijo que sería ‘a una hora que sus seguidores no pensarían.’—Mar. 13:32; Luc. 12:40.

Pero IEVE Dios sí tiene un tiempo fijo para ello. Leemos en su Palabra, la Biblia: “Para todo hay un tiempo determinado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos.” (Ecl. 3:1) En el día de Noé, cuando las condiciones en la Tierra llegaron al límite de la gran paciencia de IEVE Dios, él envió el gran diluvio. (Gén. 6:3, 5-7) Cuando su pueblo Israel estuvo en esclavitud en Egipto, él los libró a Su tiempo. El registro dice: “Con el tiempo Dios oyó su gemido y . . . Dios se dio por avisado,” y los sacó por mano de Moisés. (Éxo. 2:24, 25) Más tarde, cuando la nación de Israel, por su apostasía e iniquidad, le agotó la paciencia a Dios “hasta que no hubo curación,” Dios “hizo subir contra ellos al rey” de Babilonia. (2 Cró. 36:15-17) Además, “cuando llegó el límite cabal del tiempo,” Dios envió su Hijo a la Tierra. Gál. 4:4.

El tiempo en el cual Dios pondrá fin a la iniquidad en la Tierra tiene que ser pronto, porque si el Creador no pusiera fin a las condiciones actuales en empeoramiento, hombres egoístas le pondrían fin en su totalidad a la humanidad en la Tierra, fuera por medio de contaminarla o por combate nuclear. Según los ecólogos, el rápido esparcimiento varias formas de la contaminación en la tierra, de la manipulación genética de los alimentos naturales, la programación biológica para guerras bacteriológicas, en el aire chemtrails aviones que fumigan a la población mundial para su esterilización y para  cambiar el clima y particularmente la contaminación en los océanos, presenta una clara amenaza a la supervivencia de la familia humana. En conformidad con las palabras de Jesucristo, el inicuo sistema de cosas actual es una casa dividida contra sí misma; por eso, no puede seguir en pie por mucho más tiempo. Y según otra ilustración bíblica, las naciones ‘han sembrado el viento y por eso segarán la tempestad’ de la destrucción. Mat. 12:25, 26; Ose. 8:7.

Las profecías bíblicas cumplidas dan particularmente seguridad de que vivimos en la antesala de la conclusión de este inicuo sistema de cosas. Respondiendo a una pregunta que le hicieron sus apóstoles en cuanto a cuándo tendría lugar el ‘fin del mundo’ o el fin de este sistema de cosas, Jesucristo predijo que extensas guerras, hambres, terremotos y pestes señalarían la cercanía de ese fin. Ciertamente en nuestra generación estamos viendo ocurrir todas estas cosas en escala sin precedente. Mat. 24, 25; Mar. 13; Luc. 21.

También señalan con precisión al tiempo actual las palabras proféticas del apóstol Pablo en el sentido de que “en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin gobierno de sí mismos, feroces, sin amor de la bondad, traicioneros, temerarios, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa mas resultando falsos a su poder.” (2 Tim. 3:1-5) ¿Quién puede negar que estas condiciones son corrientes hoy, y a un grado jamás presenciado antes? Ciertamente ninguna persona honrada e informada puede hacerlo.

Como parte de su “señal” compuesta del fin de este sistema de cosas, Jesús predijo que “estas buenas nuevas del reino se predicaran en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:14) Con toda justicia e imparcialidad IEVE Dios les da advertencia a los inicuos antes de proceder contra ellos, y tenemos ejemplos notables de esto en la advertencia que hizo que sus profetas proclamaran antes de que Jerusalén y su templo fueran conquistados y destruidos en 605-586 a. de la E.C. respectivamente y de nuevo en 70 E.C.


 ¿Qué implica todo esto, qué significa todo ello? Significa que hay una posibilidad de sobrevivir tal como la hubo en grandes catástrofes anteriores causadas por el Creador, IEVE Dios. Y también significa que hay urgencia en cuanto a dar pasos que lleven a la supervivencia, tal como hubo una urgencia en los días de Lot y cuando los cristianos primitivos vieron a los ejércitos de Roma cercar a Jerusalén. Sí, es tiempo para adquirir fe prontamente y obrar en armonía con ella.