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lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Aprueba Dios los estilos de vida alternativos?




“¿CUÁNDO sabré mi orientación sexual?”, inquirió una chica de 13 años a un consultorio sentimental para adolescentes. Su pregunta refleja la actitud de mucha gente que cree que cada uno es libre de elegir su estilo de vida sexual.
Algunas personas tal vez se sientan sinceramente confundidas respecto a sus inclinaciones sexuales; otras adoptan de forma abierta estilos de vida alternativos, como la homosexualidad. Algunas no tienen el menor reparo en vestirse y comportarse como el sexo opuesto, o hasta se operan para cambiar de sexo. Incluso hay quienes arguyen que debería permitirse a los adultos tener relaciones carnales con niños.
¿Son las prácticas sexuales y la orientación sexual cuestiones de preferencia personal?
 ¿Qué dice la Palabra de Dios al respecto?
“Macho y hembra los creó”
De acuerdo con el libro bíblico de Génesis, fue IEVÉ mismo quien creó las diferencias entre el varón y la mujer. Las Santas Escrituras indican: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen [...]; macho y hembra los creó. Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla’” (Génesis 1:27, 28).
IEVÉ creó a los humanos con libre albedrío y les proporcionó oportunidades para que disfrutaran de su libertad (Salmo 115:16). Al hombre se le confió la responsabilidad de cuidar de todas las demás criaturas del planeta, permitiéndosele incluso que les buscara un nombre apropiado (Génesis 2:19). No obstante, en materia de sexualidad, Dios estableció pautas específicas (Génesis 2:24).
Por la desobediencia de Adán, todos hemos heredado la imperfección, lo que nos obliga a luchar contra debilidades carnales y fuertes deseos que son contrarios al propósito original de Dios. Por ello, en las leyes transmitidas por medio de Moisés, Dios dejó claro cuáles son las conductas sexuales que él aborrece, a saber: el adulterio, el incesto, la homosexualidad y la bestialidad (Levítico 18:6-23). También prohibió específicamente arreglarse como alguien del sexo opuesto con fines inmorales (Deuteronomio 22:5). La Biblia enseña de principio a fin que las únicas relaciones íntimas que Dios aprueba son las realizadas con el sexo opuesto dentro de la institución del matrimonio (Génesis 20:1-5, 14; 39:7-9; Proverbios 5:15-19; Hebreos 13:4). ¿Son razonables tales normas?
¿Quién decide?
La Biblia asemeja la situación del ser humano ante su Creador a la del barro en manos del alfarero: “Oh hombre, ¿quién, pues, eres tú, realmente, para que repliques contra Dios? ¿Acaso la cosa moldeada dirá al que la moldeó: ‘¿Por qué me hiciste de esta manera?’?” (Romanos 9:20). Por la forma como Dios hizo al varón y a la mujer queda patente que la atracción sexual entre ambos es lo natural y, por consiguiente, la inclinación erótica hacia miembros del mismo sexo, animales o niños es algo contranatural (Romanos 1:26, 27, 32).
De modo que quien procura satisfacer tales tendencias contranaturales se coloca en oposición a Dios, y la Biblia da esta advertencia: “¡Ay del que ha contendido con su Formador, como un fragmento de vasija de barro con los otros fragmentos de vasija de barro del suelo! ¿Debe el barro decir a su formador: ‘¿Qué haces?’?” (Isaías 45:9). Es lógico que el Hacedor del ser humano dé instrucciones respecto a la sexualidad. Por lo tanto, ¿no sería lógico también que los humanos las obedecieran?
Cómo tomar posesión de nuestro propio vaso
El escritor bíblico Pablo se valió de un ejemplo parecido al anterior cuando orientó a los cristianos sobre la conducta sexual. Dijo: “Cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso en santificación y honra, no en codicioso apetito sexual” (1 Tesalonicenses 4:4, 5). En este pasaje, Pablo compara el cuerpo humano a un vaso. Tomar posesión del propio vaso significa hacer que los pensamientos y los deseos de uno armonicen con las leyes morales de Dios.
Claro, tal vez no sea fácil. Es comprensible que le resulte más problemático a la persona que sufrió abusos deshonestos en la infancia, recibió un ejemplo deformado de masculinidad o feminidad por parte de sus padres o tutores, o se vio expuesta a la pornografía a temprana edad. También existen factores genéticos, hormonales y psicológicos que pudieran contribuir a distorsionar los impulsos eróticos. No obstante, reconforta saber que nuestro Creador brinda ayuda y apoyo a quienes lo necesitan (Salmo 33:20; Hebreos 4:16).
Permita que el Gran Alfarero lo moldee
Para que el alfarero comience a moldear el barro, la masa tiene que estar centrada en el plato del torno. Luego, mientras el torno gira, el hábil artesano la presiona suavemente con los dedos y le va dando la forma deseada. De igual modo, para que Dios nos moldee como personas gratas a sus ojos, tenemos que centrarnos primero en sus principios y leyes inmutables. Cuando comenzamos a poner de nuestra parte, el Creador amorosamente aplica una suave presión mediante la Biblia, Su espíritu santo y empezamos a sentir y recibir Su atención personal en nuestra vida. (El Espíritu santo no lo suministra ninguna religión)
Desde luego, hay que cultivar confianza en la sabiduría del Creador y tener la certeza de que él sabe lo que más nos conviene, lo cual se logra mediante oración y estudio concienzudo de la Biblia. La persona que aborda la cuestión de los deseos sexuales impropios con esa mentalidad se hace moldeable en las manos del Creador. En 1 Pedro 5:6, 7 leemos: “Humíllense, por lo tanto, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los ensalce al tiempo debido; a la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes”.
La lectura constante de la Biblia nos familiarizará con una larga lista de fieles siervos de Dios que contendieron con los deseos carnales sin darse nunca por vencidos. ¡Qué ejemplos tan animadores! Podemos percibir la frustración que el apóstol Pablo sentía a veces cuando exclamó: “¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?”. Con todo, él mismo respondió a su propia pregunta y nos mostró así cuál es la principal fuente de ayuda: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:24, 25).
La fuerza para hacer el cambio
Asimismo, tenemos a nuestra disposición el espíritu santo de Dios, una poderosa fuerza que nos ayuda a cambiar, a “desechar la vieja personalidad” y a “vestir[nos] de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad” (Efesios 4:22-24). Nuestro amoroso Padre celestial nunca deja de atender a quien le pide sinceramente espíritu santo para poder realizar un cambio. Jesús nos asegura que el Padre “dará [...] espíritu santo a los que le piden” (Lucas 11:13). Pero hay que persistir en la oración, como señalan sus palabras: “Sigan pidiendo, y se les dará” (Mateo 7:7). Eso es especialmente cierto al tratar de mantener dominados los fuertes deseos sexuales.
Dios también nos ayuda mediante la verdadera hermandad cristiana, compuesta por personas de todo tipo de antecedentes. En la congregación corintia del siglo primero hubo quienes, antes de ser cristianos, estuvieron en la categoría de “hombres que se tienen para propósitos contranaturales” y “hombres que se acuestan con hombres”. Sin embargo, cambiaron; fueron limpiados por la sangre de Cristo y aceptados por Dios (1 Corintios 6:9-11).
¿Quiere decir esto que al poner en práctica estos consejos se eliminan de manera automática los deseos pervertidos o la confusión sobre la identidad sexual? No necesariamente. La aplicación persistente de los principios bíblicos ha permitido a algunos cristianos llevar vidas normales. Aun así, muchos de ellos tienen que librar una lucha diaria contra las malas tendencias, por lo que sirven a Dios llevando, figurativamente, “una espina en la carne” (2 Corintios 12:7). Mientras sigan combatiendo las inclinaciones impropias y mantengan una conducta justa, Dios los verá como siervos fieles y limpios, y podrán mirar con confianza al futuro, cuando toda la humanidad “será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).
Mientras tanto, todos los que deseen agradar a Dios tienen que adherirse a sus normas justas. La elección del cristiano verdadero es servir a Dios, no seguir sus propios deseos egoístas. Quienes se sometan humildemente a la voluntad divina en todo aspecto de la vida serán recompensados con felicidad y satisfacción eternas (Salmo 128:1; Juan 17:3).
RECUEDE
1º En materia de sexualidad, Dios estableció pautas específicas

2º En la congregación corintia del siglo primero hubo quienes, antes de ser cristianos, estuvieron en la categoría de “hombres que se tienen para propósitos contranaturales” y “hombres que se acuestan con hombres”. Sin embargo, cambiaron

3º El estudio de la Biblia ayuda a cultivar elevadas normas morales

domingo, 25 de septiembre de 2016

La era en que los valores decayeron radicalmente, parte 1ª






¿CUÁNDO diría usted que empezó el rápido deterioro de los principios morales? ¿En sus tiempos, o en los de familiares o amigos mayores que usted? Algunos dicen que la I Guerra Mundial, que estalló en 1914, marcó el comienzo de una era de decadencia moral sin precedentes. El profesor de Historia Robert Wohl escribió en su libro The Generation of 1914 (La generación de 1914): “Los que sobrevivieron a la guerra jamás pudieron deshacerse de la idea de que en agosto de 1914 terminó un mundo y empezó otro”.
“Las normas de conducta social, que ya iban en declive en todas partes, quedaron demolidas —dijo el historiador Norman Cantor—. Si políticos y generales habían tratado a los millones que estaban a su cargo como a animales que se envía al degüello, ¿qué principios éticos o religiosos podían ya impedir que los hombres se trataran unos a otros con la ferocidad de los animales salvajes? [...] La masacre de la I Guerra Mundial [1914-1918] degradó por completo el valor de la vida humana.”
En su exhaustiva obra Esquema de la Historia, el historiador inglés H. G. Wells señaló que la aceptación de la teoría evolutiva llevó a “una verdadera desmoralización”, es decir, a una pérdida de los principios. ¿Por qué? Algunos sostenían que el hombre no era más que una forma superior de vida animal. Wells, que era evolucionista, explicó en 1920: “Decidióse que el hombre era un animal social, sí, pero a la manera del perro de caza [...], así pareció justo que los grandes mastines de la jauría humana amedrentasen y dominaran”.
Es indudable que la I Guerra Mundial tuvo un efecto demoledor en los principios morales de la gente, como indicó Norman Cantor. Él agregó: “La generación de mayor edad quedó completamente desacreditada en todo: en sus ideas políticas, su forma de vestir y su moralidad sexual”. A este deterioro moral contribuyeron en gran medida las iglesias, pues corrompieron las enseñanzas cristianas al apoyar la teoría de la evolución e incitar a la lucha a los bandos en conflicto. El general de brigada británico Frank Crozier escribió: “Las iglesias cristianas son las mejores creadoras de actitudes sanguinarias que tenemos, y nos hemos servido bien de ellas”.
Se desechan las normas morales
En la década posterior a la I Guerra Mundial —los llamados locos años veinte— se desecharon los valores y restricciones morales de toda la vida y se reemplazaron con la actitud de que todo vale. El historiador Frederick Lewis Allen dijo: “Quizás algún día, los diez años que siguieron a la guerra puedan ser [justamente] recordados con la denominación de ‘Década de los Malos Modales’. [...] Junto con el antiguo orden de cosas había desaparecido una tabla de valores que proporcionó riqueza y sentido a la vida, y los valores para sustituirlos no eran fáciles de encontrar”.
La Gran Depresión de los años treinta acabó con la euforia de la década anterior al hundir a muchos ciudadanos en la más extrema pobreza. A finales de esa década, sin embargo, las naciones se enzarzaron en otra contienda aún más devastadora: la II Guerra Mundial. Las potencias empezaron enseguida a construir armas de terrible potencial destructivo, lo que sacó al mundo de la depresión económica, pero lo sumió en un abismo de sufrimientos y horrores inimaginables. La guerra dejó cientos de ciudades en ruinas; dos de ellas, en Japón, quedaron totalmente arrasadas por sendas bombas atómicas. Millones de seres humanos fallecieron en espantosos campos de concentración. En total, el conflicto segó la vida de cincuenta millones de hombres, mujeres y niños.
En medio del horror de la II Guerra Mundial, la gente dejó de aferrarse a las normas morales tradicionales y adoptó sus propios códigos de conducta. El libro Love, Sex and War—Changing Values, 1939-45 (Amor, sexo y guerra: el cambio de los valores, 1939-1945) explica: “Era como si la falta de restricciones tolerada en el campo de batalla se hubiera extendido a la esfera civil y, por tanto, mientras durara el conflicto quedaran suspendidas las restricciones en la conducta sexual. [...] El sentido de urgencia y la agitación de la guerra erosionaron rápidamente los principios morales, y en muchos hogares la vida parecía tan breve y carente de valor como la vida en el frente de batalla”.
La constante amenaza de muerte intensificó el deseo de disfrutar de relaciones sentimentales, aunque fueran pasajeras. Un ama de casa británica justificó así la permisividad sexual durante aquellos trágicos años: “En realidad no éramos inmorales. Lo que pasa es que estábamos en guerra”. Y un soldado estadounidense admitió: “Según el criterio general, nuestra conducta era inmoral, pero éramos jóvenes y sabíamos que podíamos morir en cualquier momento”.
Muchos sobrevivientes de aquella guerra siguieron sufriendo como consecuencia de los horrores que habían presenciado. Hasta el día de hoy, a algunos de esos sobrevivientes —entre ellos los que entonces eran niños— les asaltan recuerdos que les hacen revivir los sucesos traumáticos. Mucha gente perdió la fe y, junto con ella, la brújula moral. Sin respeto por ninguna autoridad que fijara las normas de lo que está bien o mal, la sociedad empezó a considerar que todo era relativo.
Nuevas normas sociales
Después de la II Guerra Mundial se publicaron diversos estudios sobre la conducta sexual humana. Uno de ellos fue el informe Kinsey, de más de ochocientas páginas, realizado en Estados Unidos en los años cuarenta. Como resultado de tal informe, mucha gente comenzó a hablar con toda libertad de cuestiones sexuales, lo cual antes no era muy frecuente. Aunque el estudio, según se reconoció más tarde, ofrecía datos exagerados sobre la homosexualidad y otras conductas desviadas, en su conjunto puso de manifiesto que tras la guerra se había producido un gran deterioro moral.
Durante un tiempo se intentó guardar las apariencias en lo que respecta a la moralidad. Así, en la radio, el cine y la televisión se censuraban los diálogos o escenas inmorales. Pero eso no duró mucho. William Bennett, anterior secretario de Educación de Estados Unidos, señaló: “En la década de 1960, el país entró en un rápido y continuo declive hacia lo que podríamos llamar la descivilización”. Y en muchos otros países se manifestó la misma tendencia. Pero ¿por qué se aceleró la decadencia moral en los años sesenta?
En esa década surgieron de forma casi simultánea el movimiento de liberación de la mujer y la revolución sexual, con su “nueva moralidad”. Además, empezaron a producirse píldoras anticonceptivas eficaces. La posibilidad de tener relaciones sexuales sin riesgo de embarazo hizo que se generalizara el “amor libre”, es decir, las relaciones sexuales sin compromiso por ninguna de las dos partes.
Al mismo tiempo, la prensa, el cine y la televisión relajaron su código moral. Zbigniew Brzezinski, anterior director del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense, dijo más adelante que los valores de la programación televisiva reflejan “claramente [que] se alaba la autogratificación, se normaliza la violencia intensa y la brutalidad, [y] se alienta la promiscuidad sexual”.
Para los años setenta, el reproductor de video ya se había popularizado. Ahora la gente podía ver en la intimidad de su hogar imágenes inmorales de explícito contenido sexual que jamás habría ido a ver a una sala de cine a la vista de todo el mundo. Más recientemente, Internet ha puesto la pornografía más despreciable al alcance de los usuarios de computadora del mundo entero.
Las múltiples consecuencias de todo lo anterior asustan. El director de una prisión estadounidense dijo hace poco: “Diez años atrás podía conversar de lo que está bien y lo que está mal con los muchachos que ingresaban en la prisión, pero los que llegan ahora no tienen ni idea de lo que les estoy hablando”.
¿Dónde encontrar ayuda?
No podemos acudir a las iglesias de este mundo en busca de guía moral. En vez de defender los justos principios divinos, como hicieron Jesús y sus discípulos del siglo primero, las iglesias se han puesto de parte de este mundo corrupto. Cierto escritor preguntó: “¿Qué guerra se ha librado en la que cada bando no haya dicho que Dios estaba a su favor?”. Un clérigo neoyorquino dijo hace años con relación a la Iglesia y el cumplimiento de las normas morales divinas: “La Iglesia es la única organización del mundo cuyas condiciones de ingreso son menos estrictas que las requeridas para subir al autobús”.
Está claro que la grave crisis moral de este mundo exige que se haga algo. Pero ¿qué exactamente? ¿Qué tipo de cambio se necesita? ¿Quién puede efectuarlo, y cómo lo hará?

VIRTUDES Y VALORES
  Antes se decía que alguien tenía virtudes y con ello se entendía claramente que la persona era honrada, leal, casta y honorable. Ahora, el término valores ha reemplazado a virtudes. Sin embargo, ambos términos no son equivalentes, tal como indica la historiadora Gertrude Himmelfarb en su libro The De-Moralization of Society (La crisis moral de la sociedad): “De las virtudes no puede decirse, como de los valores, [...] que cada cual tiene el derecho de elegir las suyas propias”.
  Esta historiadora aclara que los valores “pueden ser creencias, opiniones, actitudes, hábitos, convenciones, preferencias, prejuicios e incluso idiosincrasias; en fin: todo lo que una persona, grupo o sociedad valore en un determinado momento por la razón que sea”. En la sociedad liberalizada de hoy día, la gente se siente autorizada a escoger sus propios valores, tal como escogen los comestibles en el supermercado. Pero, cuando eso sucede, ¿dónde queda la verdadera virtud y moralidad?


lunes, 12 de septiembre de 2016

4º Glosario

Agni Dios del fuego
Atharva-Veda Himnos que contienen conjuros, fórmulas mágicas y remedios
Avatar Manifestación o encarnación de una divinidad hindú
Bhagavad Gita Parte del Mahabharata
Bhakti La senda de devoción que lleva a la salvación
Brahma El Dios Creador, el principio de la creación en el universo
Brahmán Miembro de la casta sacerdotal
Brahman, o Brahm El ente supremo y omnipresente del universo. Para algunos hindúes Brahman es un Principio Divino o Realidad Última de carácter impersonal. También se le llama Atman
Dharma Deber del individuo que se cumple al observar la costumbre o la ley
Epopeyas El Ramayana y el Mahabharata, que contienen teología, ritos, sentencias morales, normas éticas y arte de gobernar
Gurú Guía o maestro espiritual
Gurú Granth Sahib Libro santo de los sijs
Jainas Seguidores de una religión de la India que está emparentada con el hinduismo
Jñana Conocimiento
Karma El principio de que toda acción tendrá sus consecuencias, buenas o malas, en la siguiente vida que tenga el alma transmigrada
Krisna La octava encarnación de Visnú y el dios del Bhagavad Gita
Kundalini Energía oculta que supuestamente existe en toda persona
Mahabharata Epopeya hindú que incluye el Bhagavad Gita
Mandala Diagrama que representa a los dioses y sus moradas
Mantra Fórmula sagrada, a la que se atribuyen poderes mágicos, utilizada en la iniciación a una secta y repetida en rezos y conjuros
Manu Antepasado de la raza humana; un gran pez lo salvó de la destrucción del Diluvio
Moksa Liberación del ciclo de renacimientos; unión del individuo con el Ente Supremo, Brahman
Parvati Diosa consorte de Siva
Puranas Conjunto de textos de mitología hindú
Radha Consorte de Krisna
Rama Séptima encarnación del dios Visnú y héroe del Ramayana
Ramayana Epopeya que relata la historia de Rama
Ravana Archienemigo de Rama en el Ramayana
Rig-Veda Himnos de alabanza a los dioses védicos
Rishi Vidente hindú
Sama-Veda Melodías para los sacrificios védicos
Sanatana Antiguo, sempiterno. Los hindúes se refieren a su fe como “sanatana dharma”: “ley u orden sempiterna”
Sij Seguidor del gurú Nanak y de sus nueve sucesores
Siva Dios de la fertilidad, la muerte y la destrucción
Smriti Escritura recibida por tradición humana
Sruti Escritura recibida por revelación divina
Swami Maestro religioso hindú
Tantra Escritos hindúes de carácter místico y mágico
Tilak Marca sectaria que se impone en la frente
Upanishads Antiguas poesías sacras. Conjunto de textos que contienen filosofía hindú
Vedas Las poesías sagradas más antiguas del hinduismo
Visnú Dios como conservador de la vida
Yajur-Veda Manual sacerdotal para la realización de sacrificios
Yama Dios de la muerte
Yantra Trazado místico al que se atribuyen ciertos poderes ocultos de la divinidad que reside en él durante el culto
Yoga Meditación o ejercicios físicos que tienen por objeto unir el yo a un ser divino
Yoga Sutra Manual de yoga atribuido a Patányali
Yogui Persona que practica algún tipo de yoga

3º El cometido de los gurús en el culto




“Si se desea alcanzar el conocimiento de Dios —escribe el swami Prabhavananda—, es esencial la dirección de un maestro competente, pues la religión es una ciencia empírica para la que no bastan como guía ni los libros ni las escrituras.”1 Por esta razón, muchos hindúes acuden a los gurús para que los ayuden a elaborar un sistema de creencias y adoración.
 No cabe duda de que necesitamos guía para comprender las verdades espirituales. Dado que los gurús no dependen de las escrituras, ¿qué origen tienen sus enseñanzas y milagros?
El origen del guruismo
 El guruismo se introduce primero en los Upanishads como un desafío a la autoridad de los Vedas. En vez de los caros ritos védicos, los Upanishads favorecieron el ‘conocimiento secreto’ como medio de salvación.2
 El rechazo de los Vedas hizo que cobraran importancia los gurús. Se sostenía que la persona únicamente podría obtener la liberación si la había iniciado un gurú que le hubiera dado un mantra secreto u otro medio. La obra The World of Gurus dice: “Al hacerse indispensable, el gurú se fue convirtiendo en autoridad suprema, aun por encima de las escrituras. [...] Su autoridad, que se derivaba de la experiencia mística privada, era incontestable”.3
 Como el gurú había ocupado en la práctica el lugar de las escrituras, no se tardó en identificarlo con Dios. El Yogashikhopanishad afirma que el gurú también es Dios y añade que esta afirmación es incontrovertible.4 Se dice que durante su iniciación, mientras se halla en trance, el gurú recibe experiencias sobrenaturales de su divinidad, y a partir de ese momento se le considera la encarnación de esa deidad. “El Gurú es Dios Mismo, que se manifiesta en forma personal para guiar al aspirante”, explica el swami Sivananda.5
 Además de afirmar que son iguales a Dios, los gurús añaden en los Upanishads: “Se debe adorar con suma devoción al gurú que imparte sabiduría divina, que es el guía espiritual, que es el Propio Señor Supremo”.6 Por consiguiente, Hindu World explica: “Se agitan velas ante ellos, se quema incienso en su presencia, se cantan himnos y la gente se prosterna. [...] Se le lavan los pies al gurú y el agua del lavatorio se pasa para que la beban sus seguidores”.7
¿Qué origen tienen los milagros?
 Muchos siguen a los gurús porque les impresionan sus milagros, que los devotos atribuyen a Dios. Ahora bien, las escrituras hindúes dejan constancia de que malvados como Ravana poseían poderes sobrenaturales parecidos. ¿Tienen, por lo tanto, un origen distinto de Dios tales obras poderosas?
 Los gurús adquieren sus poderes sobrenaturales practicando las artes del yoga. Sin embargo, en los Yoga Sutra, Patányali, el padre de la filosofía yoga, atribuye estos poderes a “seres celestiales” que, según el swami Vivekananda, tienen este objetivo principal: “van hacia el yogui para tentarlo” e impedir así que obtenga la perfecta libertad.8 Por ello, el swami “previno contra tratar de conseguir esos poderes mágicos y destacó que era necesario evitarlos por completo”, comenta la obra Tantrism.9
¿Hasta qué punto es real la liberación?
 Los antiguos hindúes acudieron al yoga tratando de descubrir la realidad última que no les enseñaron los Vedas. El Katha Upanishad dice que la verdad no puede conocerse ni con las escrituras ni por la razón, sino solo mediante las experiencias místicas. (1:2:23.) Por esta razón, el swami hindú Sivananda dice: “El intelecto es una traba. La mente te separa de Dios”.10 De este modo, los místicos practican la meditación yogui para embotar el intelecto y tener trances o entrar en éxtasis. De quienes llegan a tal estado, se dice que han hallado la verdad y alcanzado la moksa.
 Al vaciar la mente y anular los sentidos, el yogui puede contemplar y oír cosas extrañas. “Sin embargo, si la meditación [yogui] se ha combinado, como suele ocurrir, con técnicas como el ayuno, la ingestión de drogas, el aislamiento extremo y prácticas que rayan en la tortura, el estado de privación [mental] puede ir acompañado de alucinaciones quiméricas. También pueden concurrir  sucesos ‘místicos’ del tipo de kundalini”, indica el libro Understanding Yoga.11 El yogui se persuade de que las extrañas experiencias que tuvo fuera del estado racional son reales y buenas.
 Siguiendo esta senda, algunos yoguis dicen haber alcanzado la unidad con el mundo espiritual, que según ellos es Dios. En el libro Mysticism Sacred and Profane, R. C. Zaehner advierte: “Este vacío es peligroso, pues es una ‘casa barrida y adornada’, y aunque es posible que Dios entre si el mobiliario es hermoso, es igualmente probable que los siete diablos proverbiales entren en tropel si [...] no hay muebles”.12 Por eso, los gurús suelen advertir a los nuevos discípulos que el yoga puede exponerles a influencias demoníacas. ¿Serían necesarias tales advertencias si interviniera en estas prácticas el Dios verdadero?
 Muchos gurús promueven sus creencias personales, alegando que se fundan en escrituras confiables. Por ejemplo, la Asociación para la Conciencia de Krisna asegura tener ‘las escrituras védicas’ como fundamento de sus creencias. Por otra parte, The World of Gurus señala: “No se intenta demostrar la autenticidad de las escrituras [...]. Si [los devotos] leyeran las escrituras sabrían que los relatos acerca de Krisna y Radha no se basan en escrituras que tengan autoridad ni mucho menos en hechos”.13
 En vista de que los gurús se guían por su propia experiencia y conocimiento, ¿dónde puede buscar usted la verdad que Dios ha revelado? Obviamente, tiene que consultar las auténticas escrituras inspiradas por Dios. ¿Dónde puede hallarlas?
[Notas]
Entre estos se cuentan la clarividencia, las curaciones, la levitación y el andar sobre el fuego.
Los yoguis dicen que kundalini es una energía misteriosa que, como una serpiente enroscada, se halla en la base de la columna vertebral. Cuando esta energía despierta —mediante el ejercicio físico o sexual—, el yogui tiene sensaciones y visiones extrañas que interpreta como una “liberación”: la fusión de su ser con Dios.
Zaehner alude a las palabras de Jesús que recoge el libro bíblico de Lucas, capítulo 11, versículos 24-26.

Datos interesantes sobre el yoga
  “Lo que pudiera parecer un interés superficial en el pranayama [ejercicios de respiración] y las asanas [posturas de yoga], pudiera acabar siendo el primer paso en una senda de ocultismo en la que acechan peligros potenciales para el incauto. Los ejercicios físicos del yoga están preparados específicamente para adecuar el cuerpo a los cambios psicoespirituales que han de producirse. A lo largo de los siglos el primer y principal uso del yoga ha sido ser la antesala del santuario interior de la experiencia ocultista.” (Tantrism, Benjamin Walker, 1985, página 125.)