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lunes, 28 de septiembre de 2015

RECONCILIACIÓN (Parte 4) ¿Abarca la misericordia de Dios todos nuestros pecados?





“Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, . . . que perdona error y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará exención de castigo.”—Éxo. 34:6, 7.
¿ES ILIMITADA la misericordia de Dios? ¿Lo han representado muchos en luz verdadera cuando lo describen como un Dios tan compasivo y de amor tan abarcador que extiende los brazos abiertos a todo el mundo, sin importar el modo de vivir que lleve una persona? Por ejemplo, como declaró un profesor religioso en una revista que publica la facultad de un seminario teológico: “Si la Iglesia es fiel a su llamamiento tiene que declarar denodadamente que los homosexuales son personas, hechas a la imagen de Dios, por quienes Cristo murió, y que por la gracia de Dios ellos que no eran pueblo son pueblo de Dios, pues en otro tiempo no habían recibido misericordia pero ahora han recibido misericordia.” ¿Abarca la misericordia de Dios a alguien que persiste en practicar tales cosas? A otro clérigo le parece que sí, pues escribió sobre el mismo tema en una revista de iglesia publicada “con aprobación eclesiástica”: “Si Dios no aborrece, sino más bien ama al homosexual con la naturaleza que fue creado, nosotros no podemos hacer menos. Y esto significa que tenemos que aceptar al homosexual como es.” ¿Lo acepta Dios como es?
 Una lectura descuidada de la Biblia pudiera hacer que algunos estuvieran de acuerdo con los puntos de vista que expresan estos líderes religiosos. Quizás tengan presentes experiencias de Jesucristo como la que está registrada en Mateo, capítulo nueve. “Estando él en la casa reclinado a la mesa, ¡mire! muchos recaudadores de impuestos y pecadores vinieron y empezaron a reclinarse con Jesús y sus discípulos. Pero al ver esto, los fariseos se pusieron a decir a sus discípulos: ‘¿Por qué es que su maestro come con los recaudadores de impuestos y pecadores?’ Como los oyó, él dijo: ‘Personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: “Quiero misericordia, y no sacrificio.” Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores.’”—Mat. 9:10-13.
MISERICORDIA NO ES CONDONAR PECADOS
 ¿No parecería indicar esto, en la lectura de paso, que Jesús aprobaba a los pecadores porque estaba dispuesto a asociarse con ellos, y criticaba a los fariseos por poner objeción a ello? Note, sin embargo, la declaración introductoria de Jesús: “Personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí.” ¿No sugeriría esto más bien que la razón que tenía Jesús por asociarse con ellos era para curarlos y no simplemente aceptarlos en la condición enfermiza en la cual los hallaba como pecadores? Jesús sí ejercía misericordia, tal como amonestó a otros en su Sermón del Monte, al decir: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia.” (Mat. 5:7) Sin embargo, el que Jesús ejerciera misericordia para con los pecadores no era condonar sus pecados. Más bien, su misericordia operaba de la misma manera compasiva como operaba para con los que estaban físicamente enfermos. En una ocasión un leproso alcanzó a ver a Jesús y cayó sobre su rostro y le rogó, diciendo: “Señor, si tan solo quieres, puedes limpiarme.” De modo que Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Quiero. Sé limpio.” Inmediatamente la lepra del hombre desapareció de él. A veces decía al que estaba enfermo que simplemente recogiera su cama y anduviera. Pero en otros casos más bien decía: “Tus pecados te son perdonados.”—Luc. 5:12, 13, 20.
 De consiguiente es evidente que Jesús no estaba aceptando a la gente en sus pecados como estaban. Más bien, uno de los más importantes aspectos de su ministerio era curar a los hombres de sus enfermedades espirituales, haciendo posible que Dios los aceptara debido a su modo de vivir cambiado. (1 Ped. 3:12; Mal. 3:18; Hech. 10:34, 35) Los discípulos de Jesús no tenían un modo tergiversado de ver la misericordia de Dios. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió a cristianos aprobados en Corinto unos veintidós años después que Jesús había terminado con buen éxito su ministerio terrestre: “¡Qué! ¿No saben ustedes que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni avarientos, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios. Y sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran. Mas ustedes han sido lavados, mas ustedes han sido santificados, mas ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios.”—1 Cor. 6:9-11.
 Juan, un apóstol de Jesús y uno a quien Jesús amó especialmente, caracterizó al pecado y a los que lo practican con estas palabras y mostró cuál sería el fin de éstos: “Todo el que practica pecado también está practicando desafuero, de modo que el pecado es desafuero. Ustedes saben también que ése [Jesús] fue manifestado para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo el que permanece en unión con él no practica pecado; nadie que practica pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo. Hijitos, no vaya a extraviarlos nadie; el que obra justicia es justo, así como ése es justo. El que obra pecado se origina del Diablo, porque el Diablo ha estado pecando desde el principio. Con este propósito el Hijo de Dios fue manifestado, a saber, para desbaratar las obras del Diablo.”—1 Juan 3:4-8.
NO HAY EXENCIÓN PARA PRACTICANTES DEL PECADO
 Los que quieren ganar la aprobación de Dios o que quieren continuar disfrutando de ella deben notar bien las palabras de Pablo a las congregaciones gálatas: “No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que está sembrando teniendo en mira su carne, segará de su carne la corrupción; mas el que está sembrando teniendo en mira el espíritu, segará del espíritu vida eterna.” (Gál. 6:7, 8) Dios sí perdona pecados y considera con misericordia y compasión a los hijos de Adán que nacieron en pecado. (Sal. 51:5) Sin embargo, el Dios verdadero se reveló a Moisés como “IEVE, un Dios misericordioso y benévolo, . . . que perdona error y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará exención de castigo.” (Éxo. 34:6, 7) Aun en el caso del rey David, con quien IEVE había hecho un pacto para el reino, Dios no hizo una excepción. David fue castigado por sus pecados, pero porque se arrepintió también fue misericordiosamente perdonado. Sin embargo, el perdón de IEVE no se extiende a los que deliberadamente violan los principios justos sobre los cuales se establece su propio trono, ni a los que hacen del pecar un modo de vivir. (Compare con Hebreos 1:8, 9.) Al contrario. Su posición es de hostilidad activa para con ellos y éstos no pueden evitar de ninguna manera el juicio que tiene reservado para ellos.
 Esto no debe llevarnos a concluir que IEVE no es un Dios sufrido y de gran paciencia. Según su propio testimonio, al tratar con la nación de Israel en tiempos pasados, dice: “No me deleito en la muerte del inicuo, sino en que alguien inicuo se vuelva de su camino y realmente siga viviendo.” (Eze. 33:11) Y, aunque algunos inicuos imprudentemente se aprovechan de su paciencia, hasta se mofan de la advertencia de que algún día se acabará su gran paciencia, él continúa aguantándolo a fin de que los que son de corazón honrado se vuelvan a él y sean salvados.—2 Ped. 3:3, 4, 9, 15; Rom. 2:4.
 Toda la humanidad, aun los inicuos, se benefician de la misericordia de Dios. Él no retiene de ellos las cosas necesarias para la vida. Jesús citó esta cualidad de la bondad inmerecida de IEVE como ejemplo para nosotros, recordándonos que nuestro Padre celestial “hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.” (Mat. 5:45) Y cuando Adán y Eva desobedecieron la ley de Dios comiendo del árbol prohibido del conocimiento del bien y el mal en el jardín de Edén, la misericordia para con su prole no nacida aún impelió a IEVE a permitirles vivir hasta que les hubieran nacido hijos.
 Muchos han aceptado la bondad inmerecida y gran paciencia que IEVE continúa manifestando y no han dejado de cumplir su propósito, pero, por otra parte, un sinnúmero de millones desde el día de Adán han usado este período de tiempo intermedio, el período en que IEVE se ha contenido, como oportunidad para vivir en oposición a Dios y practicar toda suerte de actos injustos contrario a la voluntad explícita de Dios para sus criaturas. (2 Cor. 6:1; Rom. 1:28-32) Pero Dios no está más obligado a tolerarlos indefinidamente que lo que estuvo obligado a hacerlo para con Adán y Eva, que al debido tiempo descendieron a la muerte eterna, tal como IEVE había decretado para ellos. (Gén. 3:19; 5:5) El período en que IEVE se ha contenido está acercándose a un fin. Cuando concluya, las huestes angélicas de IEVE comenzarán su obra de ejecución asignada, y la misericordia de IEVE no abarcará a los que se hallen todavía participando en sus actos desaforados, que no se hayan vuelto y recibido la marca de los discípulos verdaderos de Jesucristo. (Eze. 9:5, 6) Cuando llegue ese tiempo, ¿abarcará la misericordia de Dios todos los pecados de usted?

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SE REQUIERE VIGILANCIA CONTINUA
 Si usted todavía no ha llegado a conocer y aceptar como modo de vivir los justos decretos de IEVE, usted no tiene tiempo que perder. Tiene que obrar rápidamente si va a permanecer de pie delante de las fuerzas ejecutoras de IEVE con la marca de identificación del cristiano verdadero. Sin embargo, hay muchos que leen estas páginas que ya han reconocido su condición pecaminosa delante de Dios y que se han arrepentido de este camino malo y se han vuelto, aceptando la provisión de Dios para reconciliación, el don indescriptible de Dios para la humanidad, el sacrificio de su Hijo amado. ¿Les garantiza esto, entonces, el favor continuo de Dios, su misericordia inmutable ejercida a favor de ellos? Los que se han dedicado a Dios y simbolizado este acto por bautismo en agua saben que se requiere vigilancia continua. (1 Cor. 10:12) Sabiendo que son imperfectos, se dan cuenta del conflicto dentro de ellos mismos, de modo que con la carne son esclavos de la ley del pecado aunque con la mente son esclavos a la ley de Dios. (Rom. 7:25) Saben que hay comparativa gravedad de maldad y que los pecados pueden asumir una variedad de formas... pecados contra la humanidad, pecados contra Dios y Cristo, pecados contra el propio cuerpo de uno, pecados al participar en los pecados de otros, y muchas otras ofensas semejantes. Sin embargo, obtienen consuelo de estas palabras de Juan: Si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo. Y él es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, empero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y en esto tenemos el conocimiento de que hemos llegado a conocerlo, a saber, si continuamos observando sus mandamientos. El que dice: ‘Yo he llegado a conocerlo,’ y sin embargo no está observando sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en esta persona. Pero cualquiera que sí observa su palabra, verdaderamente en esta persona el amor de Dios se ha hecho perfecto. En esto tenemos el conocimiento de que estamos en unión con él. El que dice que permanece en unión con él está obligado él mismo también a seguir andando así como anduvo aquél.”—1 Juan 2:1-6.
 Los que están en el camino de la reconciliación para con nuestro Creador confían con seguridad en la misericordia de Dios expresada por medio de Jesucristo y se esforzarán por andar en el camino de Aquél. Pero aunque evitan los pecados crasos que obviamente los sacarían de estar bajo la misericordia de Dios, saben que hay muchos actos de comisión u omisión que pueden poner en peligro serio su posición con Dios. Saben, por ejemplo, que Jesús no atribuía cosas malas a sus discípulos, sin embargo les previno contra el abusar de ciertas actividades cotidianas que podrían derrotarlos en el camino a la vida. Jesús dijo: “Presten atención a ustedes mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día [cuando Dios pronunciará su juicio] sobre ustedes instantáneamente como un lazo.” (Luc. 21:34, 35) Los que quieren seguir con sumo cuidado y atención los pasos de Jesús se dan cuenta, por lo tanto, de que ningún asunto se puede pasar por alto sin peligro o considerarse como demasiado insignificante para que ocupe su atención atenta y diligente.
 Con esta conmovedora admonición de Jesús delante de nosotros, entonces, ¿nos conviene pasar por alto o minimizar las palabras que Jesús nos enseñó a orar: “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores”? ¿Sinceramente y con discernimiento hace usted esta petición a Dios? Estas no son palabras que han de tomarse a la ligera. Jesús añadió: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes.” (Mat. 6:12, 14, 15) Jesús pasó a amonestar: “Dejen de juzgar para que ustedes no sean juzgados; porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que ustedes miden, se les medirá. ¿Por qué, pues, miras la paja en el ojo de tu hermano, pero no tomas en cuenta la viga en tu propio ojo? O, ¿cómo puedes decir a tu hermano: ‘Permíteme extraer la paja de tu ojo’; cuando ¡mira! hay una viga en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero extrae la viga de tu propio ojo, y entonces verás claramente cómo extraer la paja del ojo de tu hermano.”—Mat. 7:1-5.
LA CUALIDAD POSITIVA DE MISERICORDIA
 La práctica de misericordia, como se usa la palabra en español, muy a menudo transmite la idea de abstenerse, de ejercer restricción como en el caso de administrar castigo, siendo impelida esta restricción por compasión o benevolencia. Y así se usa en la Biblia. El ejercicio de Dios de misericordia siempre está en armonía con sus otras cualidades y normas rectas, incluso su justicia y apego a la verdad. (Sal. 40:11; Ose. 2:19) Y puesto que todos los hombres son pecaminosos por herencia y reciben el pago de la muerte por el pecado, es evidente que el perdonar el error, o el aligeramiento de juicio o castigo, está envuelto con frecuencia en el ejercicio de Dios de misericordia. Sin embargo, la palabra hebrea y la palabra griega no están limitadas a perdón o restricción al aplicar un castigo judicial. Con más frecuencia, la misericordia no se refiere a una acción negativa, una abstención (como de dar castigo), sino a una acción positiva, a una expresión de consideración bondadosa o piedad que produce alivio a los que están en situación desventajosa y que necesitan misericordia. Por lo tanto, como se pudiera esperar las Escrituras muestran que la misericordia de IEVE Dios no es una cualidad que entra en juego solo cuando las personas están, de hecho, “enjuiciadas” delante de él a causa de haber cometido alguna maldad en particular. Más bien, es una cualidad característica de la personalidad de Dios, su manera normal de reaccionar para con los necesitados, una faceta de su amor.—2 Cor. 1:3; 1 Juan 4:8.
Así sucede también con Jesús. No limitó sus actos de misericordia a los que se oponían a él o lo ofendían. Los ciegos, los poseídos por demonios, los leprosos, y aquellos cuyos hijos estaban atribulados se hallaban entre los que evocaban la expresión de su misericordia y piedad. (Mat. 9:27; 15:22; 17:15; Mar. 5:18, 19; Luc. 17:12, 13) En respuesta a la súplica, “Ten misericordia de nosotros,” Jesús ejecutaba milagros que aliviaban a éstos. Lo hacía, no de manera rutinaria, indiferente, sino porque estaba “enternecido.”—Mat. 20:33, 34.
¿No hace esto más significativas las palabras del medio hermano de Jesús Santiago, que advirtió: “Porque al que no practica misericordia se le hará su juicio sin misericordia”? (Sant. 2:13) La misericordia que Dios nos manifiesta es de tan gran magnitud que somos compelidos a ejercer misericordia para con nuestros semejantes, prescindiendo de lo comparativamente pequeña que sea nuestra manifestación de ella. Juan dijo: “Amados, continuemos amándonos los unos a los otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y adquiere el conocimiento de Dios. El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor. En esto el amor de Dios fue manifestado en nuestro caso, porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros consiguiésemos la vida por medio de él. El amor consiste en esto, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados. Amados, si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos los unos a los otros.”—1 Juan 4:7-11.
A QUÉ GRADO SE EXTIENDE LA MISERICORDIA DE DIOS
 Puede que a veces esto parezca difícil y las ofensas o faltas aparentes de nuestros semejantes sean de tal índole que nos inclinemos a pasar por alto este requisito de mostrar amor y extender misericordia, racionalizando dentro de nosotros que seguramente Jesús no quiso decir que deberíamos pasar por alto faltas tan “extremadas” en otros. Pero Pablo engrandece el amor de Dios por encima de cualquier amor que nosotros pudiésemos manifestar cuando dijo: “Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rom. 5:8) ¡Cuánto mayores son los pecados que Dios nos ha perdonado que cualquiera que se nos pidiera que perdonáramos en nuestro semejante! Y la necesidad que nosotros tenemos de que Dios nos manifieste misericordia suministrando un modo de redención no se puede comparar con las necesidades de nuestro semejante que nosotros podemos satisfacer. ¿Debe extrañarnos, entonces, que la misericordia de Dios no se pueda extender a los que carecen de misericordia?—Col. 3:13; compare con Mateo 18:23-35.
Entonces, debe interesarnos muy seriamente la pregunta: ¿Abarca la misericordia de Dios todos mis pecados? Si me he dedicado a IEVE Dios y lo he simbolizado por bautismo en agua, solicitando a Dios una buena conciencia, ¿todavía podría llegar a estar bajo el juicio de Dios por no ejercer misericordia, amor hacia otros? (1 Cor. 13:1-3) Santiago advirtió, como ya se citó: “Porque al que no practica misericordia se le hará su juicio sin misericordia.” Sin embargo, Santiago siguió esta admonición con la consoladora seguridad: “La misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio.” (Sant. 2:13) ¿Cómo? ¿Y de qué manera que podría traernos a juicio pudiéramos dejar de ejercer misericordia aun ahora, antes del Día de Juicio?
Un ejemplo sobresaliente de misericordia, que se ejerció al grado completo del significado del término, es el que desplegó José, el hijo favorecido de Jacob. Pero José, en la misericordia que manifestó, estaba siguiendo el modelo que JIEVE Dios mismo estaba demostrando al mismo tiempo. Sea que José se diera cuenta al principio del grado completo de la misericordia de Dios que se ejerció para con él y la casa de su padre, el relato bíblico no lo dice. Pero José estaba confiando enteramente en la liberación de IEVE y nunca vaciló en su determinación de seguir la dirección de IEVE y adherirse estrictamente a los requisitos justos de IEVE que había aprendido de su padre Jacob. Y cuando José estaba en su condición de mayor necesidad, la misericordia de IEVE expresada a su favor siempre lo socorrió y, al debido tiempo, hizo que llegara a ser el segundo entre los más prominentes del mundo de su día, ocupando una posición de tal poder que, si lo deseaba, podía vengarse con impunidad de todos los que lo habían maltratado. O, podía usar su posición para llegar a ser una gran bendición para ellos. Cómo José ejerció misericordia, no solo para con los culpables de maldad, sino también con tierna compasión y empatía para con los necesitados, y cómo este relato de la vida real nos puede mostrar la manera en que “la misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio,” dejamos que lo demuestre el artículo subsiguiente. Una lectura cuidadosa de Génesis, capítulos 37 a 47, antes de considerar estas páginas, resultará sumamente interesante e instructiva.