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jueves, 12 de agosto de 2010

La Gran Tribulación y el Lugar Santo.

Con las guerras y los rumores de guerra siendo noticia de todos los días alrededor de la tierra; con el temor del terrorismo indiscriminado, y con la posibilidad real del inicio de una guerra asimétrica y su respectivo uso de armas nucleares, es oportuno que en este momento nos hagamos algunas preguntas pertinentes respecto a la presencia de Jesús, y analizar seria y objetivamente, y ver si verdaderamente comprendemos qué es lo que es la Gran Tribulación y el Lugar Santo que está destinado a sufrir desolación y destrucción, y lo que eso significa para nosotros.
Por lo tanto, nos preguntamos, ¿Qué es la Gran Tribulación? ¿Comienza la Gran Tribulación con la destrucción de la religión falsa; tal y como los Testigos de Jehová creen y enseñan?
Aunque es verdad que Cristo Jesús dijo que la desolación de Jerusalén en el Primer Siglo resultaría en una tribulación sin precedentes, Él también habló acerca de una tribulación sin igual sobre todas las naciones del mundo y no solamente sobre Jerusalén. Sí, esta tribulación sería tan horrible y extrema que la mismísima existencia del género humano se vería en peligro de extinción. De hecho, la Gran Tribulación sería tan horrible que solo la intervención divina salvaría a la humanidad de la auto aniquilación.
Debido a que la Gran Tribulación está destinada a envolver a todas las naciones de la tierra durante la presencia de Cristo Jesús al grado que pueblos enteros se aterrorizarán, y los hombres desmayarán literalmente debido al pánico que sentirán debido a las cosas que vendrán sobre la tierra habitada, esto obviamente implica mucho más que la simple remoción y la supresión de la religión y de los asuntos espirituales. No hay duda que la Gran Tribulación incluye el aterrador colapso del entero sistema de cosas en que vivimos; incluyendo lo que tiene que ver con lo relacionado a Jerusalén y al lugar santo; lo cual fue prefigurado por los espantosos acontecimientos que sucedieron en esa ciudad durante el Primer Siglo.
Dicho de otra manera, la Gran Tribulación es precedida, -sino es que causada -por una guerra mundial; guerra a la que proceden hambrunas; pestes; terremotos de un lugar tras otro; el enfriamiento del amor entre Cristianos; las persecuciones en contra de los creyentes, así como el martirio y la ejecución de los santos. Entonces, después que el principio de los dolores de angustia ha servido como señal que la presencia del Señor ha comenzado, se cumplen las palabras de Jesús donde dice que una cosa repugnante violaría y desolaría el lugar santo de Dios; hecho al cual Cristo Jesús llamó la Gran Tribulación. Jesucristo también dijo que ese sería un tiempo sin paralelo en la historia de la humanidad, en la cual el Cristiano tendría que usar discernimiento para tomar decisiones vitales, correctas, y necesarias.
Inmediatamente después del inicio de la Gran Tribulación, las simbólicas luminarias celestiales sufren un eclipsamiento y pierden su luz; lo cual significa el aterrador colapso del presente sistema de cosas. Entonces, durante la hora más tétrica y oscura de la humanidad, la señal de la presencia invisible de Cristo Jesús se hace manifiesta desde los cielos y sucede la recolección de los escogidos de Dios; los cuales han sido dispersados por toda la tierra debido a la Gran Tribulación.
Aunque la Gran Tribulación en contra del lugar santo se efectúa para ejercer justicia según el apóstol Lucas, los fieles siervos de Jesús también serán afectados por este hecho. Esa es la razón por la cual Jesús dijo, “El que esté sobre la azotea no baje para sacar los efectos de su casa; y el que esté en el campo no vuelva a la casa a recoger su prenda de vestir exterior. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! Sigan orando que su huida no ocurra en tiempo de invierno, ni en día de sábado; porque entonces habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder”.-Mateo 24:17-22-.
Debido al hecho que los seguidores del Señor tendrían que tomar decisiones de vida o muerte cuando ellos vieran ponerse de pie a la cosa repugnante y plantarse en el lugar donde no debería estar, Cristo Jesús aconsejó a sus discípulos para que ellos consultaran las palabras del profeta Daniel, y de esa manera obtener un mejor entendimiento respecto a cómo las cosas estaban destinadas a suceder. Es por eso por lo que Jesús dijo: “Por lo tanto, cuando alcancen a ver la cosa repugnante que causa desolación, como se habló de ella por medio de Daniel el profeta, de pie en un lugar santo (use discernimiento el lector), entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas”.
Pero, ¿A qué se refería Jesús cuando mencionó al profeta Daniel? No hay duda que Jesús tenía en mente el capítulo 9 del libro de Daniel. -En el pasado los rollos originales no estaban divididos en capítulos y versículos-. Sí, no hay duda que Jesucristo pensaba en eso. Es por eso por lo que leemos en el libro de Daniel: “Y sobre el ala de cosas repugnantes habrá el que cause desolación; y hasta un exterminio, la misma cosa que se ha decidido irá derramándose también sobre el que yace desolado”.
Debido a ello, nosotros debemos preguntarnos qué es lo que específicamente Cristo Jesús quiso que sus seguidores entendieran; es decir, quién era aquel que se pondría de pie y se plantaría en el lugar santo de Dios durante la conclusión del sistema de cosas, o lo que también es llamado el tiempo del fin. ¿Debemos creer que fueron los ejércitos Romanos aquellos a los que Daniel identificó como la cosa repugnante, los cuales plantaron sus ídolos e insignias en el lugar santo de Jehová? ¿De qué provecho le sería a los seguidores de Jesús que estarían vivos durante el tiempo del fin saber que son los romanos aquellos a los que hace mención la profecía de Daniel? -Para mayor información por favor vea el comentario: Use el Lector Discernimiento-.
Sí, no hay duda que Cristo Jesús estaba muy familiarizado con lo escritos del profeta Daniel; profeta que entre otras cosas nos dice: “Y él realmente volverá y arrojará denunciaciones contra el pacto santo y actuará eficazmente; y tendrá que volver, y dará consideración a los que dejan el pacto santo. Y habrá brazos que se levantarán, procedentes de él; y realmente profanarán el santuario, la plaza fuerte, y removerán el [rasgo] constante. Y ciertamente pondrán en [el] lugar la cosa repugnante que está causando desolación” -Daniel 11:30-.
El santuario, la plaza fuerte, y el rasgo constante son referencia a algo que pertenece única y exclusivamente a Dios; lo cual es el aspecto principal y distintivo de la adoración a Jehová. Dicho de otra manera, el santuario y la plaza fuerte son cosas santas para Dios. El rasgo constante es una referencia a los sacrificios regulares a Jehová, lo cual obviamente tiene que ver con la adoración del Dios verdadero. Esto lo podemos corroborar si leemos las palabras de Daniel donde nos habla acerca del tiempo en que durará la desolación del lugar santo: “¿Cuánto durará la visión del [rasgo] constante y de la transgresión que causa desolación, para hacer tanto [del] lugar santo como [del] ejército cosas para hollar?”.
El capítulo 8 de Daniel también hace conexión entre el lugar santo; la plaza fuerte; y el lugar santo de
Dios, así como también con el Príncipe de los Ejércitos, el cual obviamente es Cristo Jesús. Por lo tanto, el “Poner la cosa repugnante que causa desolación en el lugar santo” es una referencia al templo de Jehová; templo del cual Cristo Jesús es la Piedra Angular de Fundamento, así como su Sumo Sacerdote. Debido a la gran similitud que existe entre las palabras de Jesús y lo que leemos en la profecía de Daniel, el lector con discernimiento puede darse cuenta que el lugar santo que está destinado a ser desolado y pisoteado por las naciones por un tiempo señalado, es una referencia a la desolación y tribulación que le espera a los verdaderos santos de Dios y no a la Cristiandad; la cual, como todos sabemos, es parte integral de Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa.
La pregunta más obvia que debemos hacernos es: Si la Cristiandad es verdaderamente el lugar santo, ¿Adónde deben huir los seguidores de Jesús cuando por fin la cosa repugnante empiece su obra de hacer justicia?
“Es cierto que tendremos que esperar el cumplimiento en sí para conocer todos los detalles. Sin embargo, es notable que en muchos países ya se detecta una creciente antipatía hacia la religión. Algunos elementos políticos, junto con anteriores cristianos que se han desviado de la fe verdadera, están promoviendo actitudes hostiles contra la religión en general y los cristianos verdaderos en particular (Salmo 94:20, 21; 1 Timoteo 6:20, 21). En consecuencia, las potencias políticas ya están ‘combatiendo contra el Cordero’ y, como indica Revelación 17:14, esa lucha se intensificará. Aunque no pueden atacar directamente al Cordero de Dios —Jesucristo en su posición exaltada y glorificada—, enconarán su hostilidad contra los adoradores verdaderos de Dios, en particular sus “santos” (Daniel 7:25; compárese con Romanos 8:27; Colosenses 1:2; Revelación 12:17). Dios nos da la seguridad de que el Cordero y aquellos que con él están resultarán vencedores (Revelación 19:11-21)......Al tiempo presente no podemos entender todos los detalles relativos a la gran tribulación, pero podemos concluir lógicamente que en nuestro caso la huida de la que habló Jesús no tendrá un sentido geográfico. El pueblo de Dios (verdaderos adoradores) está ya por todo el mundo, prácticamente en todos los rincones. No obstante, podemos estar seguros de que cuando los cristianos tengan que huir, deberán mantener una clara distinción entre ellos y las organizaciones religiosas falsas”.
Además, si la Cristiandad es en verdad el lugar santo, ¿Por qué dijo Jesús que la cosa repugnante se planta donde no debe? Nuevamente, los profetas falsos no pueden contestar esa pregunta. De hecho, la Cristiandad ha apoyado a la Organización de las Naciones Unidas desde el primer día de su creación. Como muestra de reciprocidad, la ONU también ha abrazado y ha apoyado a todas las religiones del mundo, y las ha invitado a que se incorporen a ella por medio de asociarse como Organismos No Gubernamentales y hasta ha desarrollado su propia religión, la cual es conocida como el Movimiento de la Nueva Era. -Para mayor información por favor vea el comentario Babilonia la Grande, ¿Cuándo Sucede su Caída?-. No obstante, según la visión y el simbolismo que encontramos en el libro de Revelación, la ramera monta a la política Bestia Salvaje hasta el momento en que la Bestia se vuelve en contra de ella y la devora. Por lo tanto, ¿Cómo puede decirse que la Bestia se planta en un lugar que no debe?
Al explicar cosas relacionadas con el fin de este sistema de cosas, el contexto de las palabras de Jesús y su advertencia de la calamidad que habría de sobrevenirle a Jerusalén nos dicen lo siguiente:
“Además, cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de [Jerusalén] retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; porque estos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! Porque habrá gran necesidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo; y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones”. -Lucas 21:20-24-. Jerusalén es la ciudad de Dios, la cual también es conocida como la Jerusalén de arriba.
Tengamos en cuenta que, el capítulo cuatro del libro de Daniel en ningún momento hace mención de la destrucción de Jerusalén en conexión con los siete años de locura del rey Nabucodonosor, ni tampoco de manera específica menciona que los siete tiempos son el inicio de los tiempos señalados de las naciones para que ellas pisoteen la ciudad santa de Dios. Aparte de eso, en ningún lugar del capítulo cuatro del libro de Daniel se hace referencia al “Tiempo del Fin”.
En vista de los numerosos errores y contradicciones que encontramos en las interpretaciones proféticas de otras instituciones, nosotros podemos darnos cuenta de lo superficial y de lo poco confiables que son. Contrariamente al consejo del apóstol Pedro, quien nos dijo que “Ninguna profecía proviene de interpretación privada”, muchos “profetas” han recurrido a su propia imaginación y nos han enseñado cosas que no están en armonía con lo que verdaderamente dice la Palabra de Dios. Sí, es evidente que tales interpretaciones son una tergiversación de las Escrituras, y han tenido como objeto el glorificar a una institución de hombres, y el ocultar los juicios adversos de Dios en contra de su pueblo. Si eso no fuera así entonces las interpretaciones de ellos serían claras y estarían en armonía con las Escrituras. Desafortunadamente la verdad es otra. El apóstol Pablo nos aconseja a “Usar palabras espirituales en asuntos espirituales”; por lo tanto, esto significa que nosotros debemos permitir que las Escrituras y las profecías se interpreten a sí mismas, pues el hacer menos que eso es recurrir a la interpretación privada; algo que debemos evitar a toda costa.
Debido a ello, al responder la pregunta respecto al significado de lo que es la ciudad que está destinada a ser desolada por un tiempo señalado, es importante y necesario mantener el buen juicio y evitar leer más de la cuenta, o imaginar cosas que verdaderamente no se mencionan en las Escrituras.
Como ya hemos mencionado anteriormente, la interconexión que existe entre las diferentes profecías es la única base legítima para determinar la interpretación correcta de las Escrituras. Para demostrar este principio podemos decir que más de veinte años después que Jerusalén y el templo de Jehová habían sido destruidos por los Romanos, el apóstol Juan recibió la visión del Apocalipsis; es decir, la revelación de lo que sucedería durante el tiempo del fin. El capítulo 11 de ese libro nos dice que otra ciudad santa de Dios también sería pisoteada y humillada por las naciones por un periodo señalado de 42 meses. Obviamente, la ciudad de la que nos habla el Apocalipsis no puede ser la ciudad literal de Jerusalén, pues esa ciudad, debido a que fue destruida por los romanos, ni siquiera existía en el tiempo en que se le dio la visión al apóstol Juan. A pesar de eso, el apóstol Juan usa la misma fraseología que utilizó Jesús cuando mencionó que las naciones del mundo hollarían y pisotearían a Jerusalén por un periodo determinado de tiempo. Además, otra razón por la cual la ciudad que menciona el libro de Revelación no puede representar a la Cristiandad es porque los dos testigos de la profecía se visten de saco para llorar y lamentarse por la pérdida de la parte terrenal de la ciudad celestial.
Si hemos de interpretar las Escrituras correctamente, es vital que todo aquel aspirante a ser intérprete de la Palabra de Dios reconozca la conexión que existe entre la profecía de Jesús que pronostica que Jerusalén será pisoteada por las naciones hasta que se cumpla el tiempo señalado, y lo que menciona el libro de Apocalipsis o Revelación, donde leemos que cierta ciudad es pisoteada por 42 meses. A esto podemos añadir lo que menciona el profeta Daniel, quien nos habla de cierto “Tiempo, tiempos y medio tiempo” en que los santos de Dios son pisoteados durante el tiempo del fin. Por lo tanto, es razonable inferir que el “Tiempo, tiempos y medio tiempo” de los que nos habla Daniel son los mismos “Tiempos señalados de las naciones” de los que nos habló Jesús. Sí, las profecías de Daniel y de Jesús nos hablan de la duración de la Gran Tribulación; tiempo en que el pueblo de Dios es subyugado por las naciones del mundo. De manera interesante, la destrucción de Jerusalén comenzó casi 42 meses después que los romanos iniciaron el estado de sitio en contra de Jerusalén.
En vista de esto, es evidente que Jesús exhortó a sus seguidores a mostrar discreción y discernimiento. Al analizar esto también entendemos por qué Jesús aconsejó a sus discípulos a huir de la ciudad una vez que la cosa repugnante iniciara su ataque en contra del lugar santo. Puesto que ya hemos establecido que el lugar santo es algo relacionado con la verdadera congregación de Jesús; algo que no puede ser destruido de ninguna manera debido a su naturaleza celestial, entonces podemos estar seguros que aquello que está destinado a ser destruido debe ser una alusión a aquello que es usado por los santos en la tierra para dar testimonio acerca de su fe. Este “Algo” no puede ser otra cosa sino una institución con base en Nueva York; institución que también es conocida como la organización visible de Dios, la cual debe ser humillada y destruida durante la Gran Tribulación que azotará a toda la humanidad.
Sí, los profetas del Dios verdadero pronosticaron que la ciudad situada sobre la alta colina; una ciudad que es representada por una organización, está destinada a terminar siendo un montón de ruinas, pues será hecha añicos por el rey del norte durante el tiempo del fin. Tal y como la antigua ciudad de Ofel, -Jerusalén- en los tiempos del profeta Isaías, la organización que dice sr el pueblo de Dios será completamente abandonada, y será reemplazada por una organización de auténticos adoradores de Jehová los cuales serán guiados por el espíritu santo de Dios, lo que traerá como resultado el establecimiento del verdadero paraíso espiritual predicho en las Escrituras. Esto es lo que el profeta Isaías pronostica respecto al pueblo de Dios:
“Sobre el suelo de mi pueblo suben meramente espinos, arbustos espinosos, pues están sobre todas las casas de alborozo, sí, el pueblo altamente jubiloso. Porque la torre de habitación misma ha sido abandonada, la mismísima bulla de la ciudad ha sido dejada; Ofel y la atalaya mismas se han convertido en campos pelados, para tiempo indefinido el alborozo de cebras, el pasto de hatos; hasta que sobre nosotros sea derramado el espíritu desde lo alto, y el desierto se haya convertido en huerto, y el huerto mismo sea considerado como verdadero bosque”. -Isaías 32:13-15-.
No debemos pensar o suponer que la profecía antes mencionada tenga algo que ver con la desolación de la antigua Jerusalén. Aunque es verdad que el entorno de la profecía nos habla de “Arbustos espinosos” y de “Campos pelados”, la verdad de las cosas es que el estado de desolación en que termina “Jerusalén” es consecuencia del regreso y la presencia de Cristo Jesús. Esto se hace evidente si analizamos el contexto de lo que nos dice el capítulo 32 del libro de Isaías, pues en el primer versículo leemos: “¡Mira! Un rey reinará para justicia misma; y en cuanto a príncipes, gobernarán como príncipes para derecho mismo. Y cada uno tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada”.
El Rey obviamente es Cristo Jesús, y los príncipes asociados con Él son los 144,000 elegidos. -los ungidos que habían muerto antes del inicio de la presencia de Jesús son resucitados durante la Gran Tribulación, de manera que ellos también estarán con Cristo Jesús durante el fin de este sistema de cosas. Obviamente, ellos no son humillados ni profanados como lo son los elegidos que viven durante el tiempo del fin-. Por lo tanto, es la fe en el Reino de Dios lo que resulta ser un lugar secreto de seguridad espiritual para todos aquellos seguidores de Jesús que se encuentran con vida durante este tiempo de crisis internacional sin precedentes en la historia de la humanidad; cuando la organización terrenal de Dios es humillada y destruida. Esto lo menciona el versículo 18 de la siguiente manera: “Y mi pueblo tiene que morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en lugares de descanso sosegados. Y ciertamente caerá granizo cuando el bosque se venga abajo y la ciudad quede rebajada a una condición de abatimiento”.
En otro lugar de la profecía de Isaías la ruina de la organización visible de Dios se menciona de manera más clara y específica. El capítulo 43 de ese libro nos dice que el lugar santo que está destinado a ser destruido es habitado por aquellos que Jehová mismo reconoce que son sus testigos; lo cual obviamente los convierte en Testigos de Jehová. Sí, no olvidemos que su nombre es tomado del capítulo 43 del libro de Isaías. En ese capítulo Jehová Dios censura y disciplina a su errado y extraviado siervo; el cual es conocido como Jacob, al mismo tiempo que le asegura que él será redimido, recomprado y rescatado. De hecho, la Gran Tribulación es acortada por causa de los elegidos, pero eso no sucede sino hasta que los elegidos han pagado muy caro por las transgresiones que cometieron en contra del Dios verdadero. Sí, el último versículo del capítulo 43 del libro de Isaías menciona que aquellos que sirven como Testigos de Jehová serán disciplinados severamente, y también serán objeto de la humillación; la mofa, y el ridículo por parte de las naciones. Ese versículo dice lo siguiente: “Yo... yo soy Aquel que borra tus transgresiones por causa de mí mismo, y de tus pecados no me acordaré. Hazme recordar; presentémonos para juicio juntamente; cuenta tu propio relato de ello a fin de que tengas razón. Tu propio padre, el primero, ha pecado, y tus propios voceros han transgredido contra mí. Por eso profanaré a los príncipes del lugar santo, y ciertamente entregaré a Jacob como hombre dado por entero a la destrucción, y a Israel a palabras de injuria”.
No hay duda que la exhortación que Jehová hace a Jacob para que ellos se pongan en juicio con Él es un paralelo del juicio de Dios en contra de su propia casa; juicio en el cual su Hijo; Cristo Jesús, juzga a todos sus esclavos. Por lo tanto, esto significa que el lugar santo que está destinado a ser violado y destruido por la cosa repugnante es el verdadero lugar santo de Dios, y no algo que simplemente dice ser el lugar santo de Dios; Sí, el lugar que es destruido y desolado es aquel que es habitado por los ungidos; por los santos de Jehová; sí, por los príncipes del lugar santo. No hay duda que ese lugar es santo porque Jehová ha colocado su Nombre sobre sus ungidos.
Debido a que las Escrituras nos dicen que el juicio comienza con la casa de Dios, las penalidades y pruebas que sufrieron los Estudiantes Internacionales de la Biblia, así como la persecución que sufrió la congregación Cristiana durante la Segunda Guerra Mundial de ninguna manera pueden considerarse como el juicio de Dios en contra de su casa, pues es obvio que de ninguna forma ellos fueron dados por completo a la destrucción. Por lo tanto, es evidente que la profanación de los “Príncipes del lugar santo”, y el que la nación espiritual de Dios sea dada por completo a la destrucción sucede al principio del Día de Juicio; es decir, al inicio de la Gran Tribulación. Será entonces cuando la Sociedad que dice ser el pueblo de Dios de Nueva York, los ungidos, y todo el pueblo de Dios en general serán afligidos por la cosa repugnante que causa desolación.