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martes, 25 de septiembre de 2012

El papiro del siglo IV sobre el Jesús "casado".



Últimamente cierta noticia sensacionalista sobre un papiro que afirmaría que Jesús estaba casado, ha creado cierto revuelo en el público indocto del tema de los apócrifos. Esto no es nada nuevo. Desde antes del Código Da Vinci las calenturientas mentes siguen creando una historia en base a tergiversaciones y falta de rigor científico. No se trata de una cuestión religiosa o de que ésto empañe la figura de Jesús de Nazaret, ni siquiera de sentimientos religiosos heridos. Jesús podría haber optado al matrimonio como cualquier mortal y lo habría hecho de forma entusiasta, digna y limpia, sin un morbo oscuro ni nada semejante, pero eso no era la voluntad del Padre para el Hijo. Por lo tanto, Jesús se concentra en la proclamación de su mensaje espiritual en los pocos años de vida humana que habría de experimentar.

Entonces el asunto se establece fuera del morbo o los sentimientos religiosos, sino que simplemente es una cuestión de hechos. El problema es la falta de rigor científico y como últimamente se utiliza el sensacionalismo. Al respecto, cito la opinión de un auténtico especialista, con una visión científica del tema:

 Antonio Piñero, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y experto en textos bíblicos escribe:

Tanto Facebook, como El Mundo, Religiodigital y otros medios se han hecho eco de la noticia. Al parecer, aunque no me fío del todo que sea exactamente así, Karen King, profesora de la Facultad de Teología de Havard (y no de “divinidad como ha sido traducido en otros foros = inglés “Divinity” no traducible al pie de la letra, salvo traición al sentido) ha publicado en un congreso de coptología en Roma el descubrimiento de un nuevo papiro en copto del siglo IV, muy pequeño, del tamaño de una tarjeta de visita o de crédito, con líneas poco legibles, cuya posible traducción es la siguiente (según El Mundo, jueves 20 septiembre 2012, p. 45):

“Mi madre me ha dado la vida… .
los discípulos preguntaron a Jesús...
negó. María es digna de eso... Jesús
les dijo: mi mujer... podrá ser mi discípula. Que los malvados se inflen...
en lo que me concierne, viviré con
ella por... una imagen».

Ciertamente, el papiro copto dice literalmente en la línea 4: “Dijo Jesús a ellos (antes ha aparecido la palabra mathetés = “discípulo en greco-copto): “Mi mujer…” (= copto ta hime… que se lee muy bien). No me meto en el resto de la traducción porque el pairo es de difícil lectura, aunque ciertamente se pueden leer bien algunas otras palabras como “María” y “discípulo/a”.

Estoy de acuerdo también en que el papiro puede ser auténtico y del siglo IV. Ciertamente en el estilo de letra del soporte y en la tinta se parece relativamente a los documentos de Nag Hammadi que hemos editado José Montserrat, Francisco García Bazán, Fernando Bermejo y yo mismo en la Editorial Trotta (4ª edición 2011).

Pero en lo que no estoy de acuerdo es en que se presente el papiro como un gran descubrimiento, que se diga que pertenece a un evangelio griego (apócrifo, naturalmente) del siglo II que fue luego traducido al copto en el siglo IV y que se lo titule nada menos como “El Evangelio de la mujer de Jesús”. Esto es pura traslación a ese fragmento de lo que sabemos de los pairos de Nag Hammadi, sobre todo el Evangelio de Tomás copto y en parte del Evangelio de María (posiblemente del siglo II) y del Evangelio de Felipe (casi seguro del siglo II) a este papiro. El título es meramente sensacionalista.

Si así lo presenta la Dra. King (a la que conozco bien por su libro sobre María Magdalena y otras publicaciones; no lo sé a pesar del artículo periodístico), me confirmaría en que busca un exagerado protagonismo / sensacionalismo, una manera de hacerse auto propaganda más, un modo de suscitar de nuevo la discusión sobre las bases históricas de la negación a las mujeres de un papel relevante en las iglesias. Es una suerte tener tanta audiencia.

Pero lo que no es en absoluto verdad es que el “descubrimiento” sea nuevo. Sabemos desde hace muchos años que en el Evangelio copto de Tomás, logion 61 leemos:

Jesús dijo: Habrá dos descansando en una cama; uno morirá, el otro vivirá.

  Salomé dijo: ¿Quién eres tú, hombre, y de quién (provienes)? Te has reclinado sobre mi lecho y has comido en mi mesa.

  Jesús le dijo: Yo soy el que proviene del que es igual. Me ha sido dado de entre lo perteneciente a mi padre.

  (Salomé dijo): Yo soy tu discípula.

  (Jesús dijo): Por ello te digo: cuando alguien se hace igual (si el discípulo llega a ser igual), se llenará de luz; pero cuando se separa (si llega a estar dividido), se llenará de tiniebla (F. Bermejo, Todos los Evangelios, Edaf, p. 447).

También sabemos por los restos del Evangelio de los Egipcios (perdido, pero transmitido por Clemente de Alejandría) lo que sigue:

A Salomé, que preguntaba: “¿Durante cuánto tiempo estará en vigor la muerte?”, respondió el Señor: “Mientras vosotras las mujeres sigáis engendrando[…] y afirman (en este evangelio) que dijo Jesús en persona: “He venido a destruir las obras de la mujer. De la mujer, esto es, de la concupiscencia; las obras de ella, esto es, la generación y la corrupción”.

Al tocar el punto de la consumación hizo bien en decir Salomé: “¿Hasta cuándo los hombres estarán muriendo?” […] Y el señor le respondió con toda circunspección: “Mientras las mujeres sigan engendrando”. (Respondió Salomé): “Bien hice en no engendrar” A lo que el Señor replicó diciendo: “Puedes comer cualquier hierba, pero aquella que es amarga no la comas”.

Preguntando Salomé cuándo llegarían a realizarse aquellas cosas de que había hablado, dijo el Señor: “Cuando holléis la vestidura del rubor y cuando los dos vengan a ser una sola cosa, y el varón, juntamente con la hembra, no sea ni varón ni hembra” (Clemente de Alejandría, Stromata III 6.9.13; G. del Cerro, Todos los Evangelios p. 624 y A. Piñero, Jesús y las mujeres, Aguilar, Madrid, 2008, 208ss)

Evangelio de Tomás copto 114:
Simón Pedro les dijo: “Que María salga de entre nosotros porque las mujeres no son dignas de la vida”.

Jesús dijo: “Mirad, yo la impulsaré para hacerla varón, a fin de que llegue a ser también un espíritu viviente seme¬jante a vosotros los varones; porque cualquier mujer que se haga varón, entrará en el Reino de los cielos”.

Que esta María sea la Magdalena lo sabemos sólo por el conjunto de los textos gnósticos, que unas veces –pocas- la denomina con su nombre completo y otras no, dando por supuesto que el lector sabe de qué María se trata.

En otra obra gnóstica, la Sabiduría de Jesucristo leemos:

En 98,10 se lee:

Le dijo María: “Señor, ¿de qué modo sabremos esto?” (la diferencia entre lo corruptible y lo incorruptible).

Y luego sigue Jesús explicando la diferencia, que no interesa ahora para nuestro tema. Y en 114,9:
Díjole María: “Señor Santo, tus discípulos ¿de dónde han venido, a dónde van y qué harán en ese lugar?”.

Le dijo el Salvador perfecto: “Quiero que entendáis que la Sabiduría, la Madre del Todo…, etc.”.
En este Evangelio, María aparece dos veces como interlocutora de Jesús al que formula alguna pregunta. Hay que señalar que, en la inmensa mayoría de los casos en esta interlocución, la persona que hace la pregunta no desempeña más papel activo que formularla. Luego Jesús toma la palabra y en un monólogo, breve o extenso, expone su doctrina. Luego se le formula otra pregunta, etc. El que pregunta es como un periodista que está entrevistando a Jesús: quien tiene el peso de lo que se dice no es el entrevistador, sino el entrevistado. Por tanto, lo que en estos textos aparece es sólo una María (se sobreentiende Magdalena) que actúa como discípula de Jesús que en la narración sirve de mera introductora a la doctrina del Revelador resucitado formulándole preguntas (A piñero, Jesús y las mujeres, p. 224).

En la obra el Diálogo el Salvador (Biblioteca de Nag Hammadi II 165-187 aparece el mismo Jesús con un tono absolutamente negativo respecto a las mujeres:
(144,17-21) :

Dijo el Señor: “Orad en el lugar en el que no haya mujer(es)”. Mateo dijo: Nos dijo: "Orad en el lugar en el que no hay mujer(es)", lo que significa: aniquilad las obras de la feminidad, no porque haya otra manera de engendrar, sino para que cese la generación. María dijo: ¿No serán eliminadas jamás?”.
Este pasaje es totalmente encratita, anti matrimonial, y no se refiere a las actividades de la mujer en la vida religiosa, sino al deseo del gnóstico de que cese en absoluto la procreación de seres humanos (dar a luz, propio de las mujeres), puesto que el cuerpo es la cárcel del espíritu, el único que se salvará. No interesa crear más cárceles.

Jesús casado. Un Papiro del siglo IV “afirma” que Jesús estaba casado”. Más textos sobre tal “novedad” (439-02)

Continúo citando textos como paso previo a mi comentario, para que se vea la “tremenda novedad” de la noticia. Sin embargo, aludiré sólo dos pasajes más para no cansar: El Evangelio de María y el de Felipe. Tomo las notas de la obra “Jesús y las mujeres”:

Evangelio de María:
Pedro, ya consolado, confiesa después:
Mariam, hermana nuestra, nosotros sabemos que el Salvador te amaba más que las demás mujeres (10,1-5: BNH II 135).
El verbo “amar” de este párrafo, tanto en griego (phileîn o agapân), como en copto (ouoōsh), o en español, puede tener varios significados y no expresa necesariamente por sí mismo una relación sexual entre María Magdalena y el denominado Salvador. Es el contexto el que ofrece la clave para el significado. Pues bien, todo el contexto del Evangelio de María hasta ese instante, y ciertamente también hasta su final, no ofrece el menor apoyo para un significado erótico: en todo momento el autor piensa que ese amor se traduce en recibir del Revelador, ¡resucitado!, por medio de visiones, enseñanzas espirituales reservadas a los escogidos.

Leví recrimina a Pedro por enfadarse con María Magdalena ya que Pedro había dicho: ¿Ha hablado Jesús con una mujer sin que nosotros lo sepamos?… ¿Es que él la ha preferido a nosotros?

Entonces María se echó a llorar…


Replica Leví:
Pedro: “Siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Es cierto que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros” (17,15-18,14: BNH II 137).

Evangelio de Felipe:
El Evangelio de Felipe es el apócrifo más explícito en el tema del afecto entre María Magdalena y Jesús. El primer pasaje importante es:

Tres mujeres caminaban siempre con el Señor: María, su madre, la hermana de ésta, y Magdalena, denominada su compañera. Así pues María es su hermana, y su madre, y es su compañera (59,6-11: BNH II 31).

El segundo pasaje es:
La sabiduría denominada "estéril" es la madre [de los] ángeles, y la compañera del [Salvador es] María Magdalena. El [Salvador] la amaba más que a todos los discípulos y la besaba frecuentemente en […].

Los demás discípulos dijeron: “¿Por qué la amas más que a nosotros?”
El Salvador respondió y les dijo: “¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?”
Un ciego y un vidente, estando ambos a oscuras, no se diferencian entre sí. Cuando llega la luz, entonces el vidente verá la luz y el que es ciego permanecerá a oscuras.

El Señor dijo: "Bienaventurado el que es antes de llegar a ser, pues el que es, ha sido y será” (63, 30 – 64, 5).

En la misma obra, Jesús y las mujeres aduzco un texto de Fernando Bermejo que explica estos pasajes:

“El segundo texto con el que hay que comparar el del Evangelio de Felipe es Mc 3,31-35, en el que Jesús no quiere recibir a su familia carnal:

Vinieron su madre y su hermanos y desde fuera le mandaron llamar. Estaba la muchedumbre sentada en torno a él y le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.

Él les respondió: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? Quien hiciere la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Ante este texto hay que formularse un pregunta: ¿Quién puede ser a la vez en términos físicos, hermano, hermana y madre? Se trata, por tanto, de una asociación con Jesús de tipo espiritual, gracias a la fe en su doctrina. Si Mc 3,31-35 convierte en parentesco decisivo la relación espiritual y no la carnal, entonces con toda probabilidad el texto del Evangelio de Felipe está haciendo lo mismo: María es “compañera” de Jesús en el mismo sentido en que es “hermana” y “madre”, es decir, en tanto que posee con él un íntimo vínculo espiritual. Además, al igual que en Mc 3, 35 la expresión “mi hermano, hermana y madre” no enfatiza ninguno de estos tipos de parentesco (pues precisamente los hace indistintos: quien tiene un vínculo espiritual con Jesús merece ser llamado simultáneamente su “hermano” y “hermana” y “madre), así también en el Evangelio de Felipe el énfasis no recae en la expresión “compañera” (o, si se prefiere, recae tan poco como en “hermana” o “madre”): lo que se enfatiza es que quien tiene un vínculo espiritual con Jesús es –en el sentido genuino del nombre- su “madre” y “hermana” y “compañera”.

Por tanto: lo que quiere decir, y recalcar, el Evangelio de Felipe no es precisamente que María Magdalena sea la mujer legítima y carnal de Jesús, sino la discípula perfecta. Al escuchar al Salvador / Revelador María se hace espiritualmente de la “familia espiritual” del Salvador, al igual que su madre al pie de la cruz. Por ello a la Magdalena se le puede denominar con toda propiedad –espiritual- “su hermana y su madre, y su compañera” (Evangelio de Felipe 59,6-11). Y lo mismo pude decirse de la Salomé del Evangelio de Tomás (véase capítulo anterior) y de cualquiera otra mujer que oiga y ponga en práctica la revelación del Salvador. No se puede ser en el orden físico esposa, madre, hermana, compañera, etc., a la vez, como afirma el texto. Todas estas expresiones –sobre todo si se formulan conjuntamente- deben entenderse de un modo simbólico y en el ámbito de lo espiritual.

tengo todavía muchos textos más sobre María Magdalena que el lector puede leer en una obra clásica en lengua inglesa: Marjanen, A., The Woman that Jesus Loved.
Mary Magdalene in the Nag Hammadi Library and Related Documents, Brill, Leiden, 1996. Supongo que Karen King la conoce.

En síntesis: si Karen King presenta el papiro copto en Roma como una “novedad”, tal como dicen las noticias de periódico, sería una tontería. Y yo no creo que Karen King sea tonta, sino todo lo contrario: es bastante lista. Luego, insisto: si es así, parece claro que pretende algo diferente. Y los periodistas, ignorando lo que se ha escrito en español, le hacen el juego de presentarla como la héroe de la novedad. Pero los periodistas son presas de nuestra vorágine: no pretenden otra cosa que suscitar el mero interés en un mundo donde si no hay algo nuevo, la gente se muere de aburrimiento, al parecer.

¿Es así? Casi me atrevería a asegurarlo, aunque algunos de los que han dado eco amplio a la noticia gozan de mi estima. Opino que es evidente que se trata de un montaje sensacionalista --un simple argumento más-- aunque para una causa justa: llamar la atención en la Iglesia sobre su estructura “masculina”, “machista”, e injusta. Si la Iglesia no emplea a las mujeres en sus estructuras de mando, sufrirá graves detrimentos. Ahora bien, tal causa está defendida en este caso con argumentos de “novedad” que no es tal.