Seguidores

lunes, 3 de marzo de 2014

¿Qué revelará el día de IEVE?


NOTA:
Los textos copiados se expondrán con el nombre de Dios tal y como se ha traducido en la versión empleada aquí, pero en los comentarios de este artículo se expondrá el nombre de Dios en el lenguaje arcaico IEVE, El lenguaje empleado por Moisés.
 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


“El día de Jehová vendrá como ladrón, [...] y la tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas.” (2 PED. 3:10)

ESTE mundo malo está fundado sobre una gran mentira: la creencia de que el hombre es capaz de gobernar la Tierra por sí solo, sin la ayuda de IEVE (Sal. 2:2, 3). ¿Puede perdurar eternamente algo que se basa en una falsedad? De ningún modo. Pero no hay que esperar a que el mundo de Satanás llegue a su autodestrucción. Es IEVE quien le pondrá fin. Y lo hará a su tiempo y manera, respetando en todo momento sus principios de justicia y amor (Sal. 92:7; Pro. 2:21, 22).
  El apóstol Pedro escribe: “El día de Jehová vendrá como ladrón, y en este los cielos pasarán con un ruido de silbido, pero los elementos, estando intensamente calientes, serán disueltos, y la tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas” (2 Ped. 3:10). En este versículo, ¿qué representan “los cielos” y “la tierra”? ¿Qué son “los elementos” que “serán disueltos”? ¿Qué quiere decir la afirmación de Pedro de que “la tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas”? Busquemos la respuesta a estas preguntas, pues así estaremos mejor preparados para afrontar los temibles sucesos que se avecinan.

Los cielos y la tierra que van a pasar
  A veces, la Biblia llama “cielos” a los gobiernos, pues también ocupan una posición elevada, en su caso sobre los ciudadanos (Isa. 14:13, 14; Rev. 21:1, 2). “Los cielos [que] pasarán” simbolizan a los gobiernos del mundo alejado de Dios. ¿Por qué se dice que se irán con un intenso “ruido de silbido” o, según otra versión, con “un ruido ensordecedor”? Probablemente porque su destrucción será muy rápida.
  “La tierra” se refiere al mundo formado por los seres humanos alejados de Dios. Tal como hoy, en tiempos de Noé existió un mundo malvado, el cual fue eliminado en el Diluvio por decreto de Dios. “Por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.” (2 Ped. 3:7.) Mientras que en el Diluvio se aniquiló a los malvados de una sola vez, en la futura destrucción se hará por etapas, durante el período conocido como “la gran tribulación” (Rev. 7:14). En la primera etapa, Dios impulsará a los políticos del mundo a eliminar a su odiada enemiga, “Babilonia la Grande”, es decir, todas las religiones que han cometido prostitución espiritual (Rev. 17:5, 16; 18:8). En la etapa final —la guerra de Armagedón—,IEVE mismo acabará con el resto del mundo de Satanás (Rev. 16:14, 16; 19:19-21).

“Los elementos [...] serán disueltos”
  ¿Qué son “los elementos” que “serán disueltos”? Los especialistas señalan que el término griego para “elementos” se refiere a los “fundamentos”, “rudimentos” o “principios elementales”. Un diccionario bíblico agrega: “Se usaba [para hablar] de las letras del alfabeto” como primeros “elementos del lenguaje” escrito. Por lo tanto, “los elementos” que menciona Pedro son las cosas básicas que hacen que el mundo tenga características, actitudes, metas y comportamientos contrarios a la voluntad de Dios. “Los elementos” incluyen “el espíritu del mundo”, el cual “opera en los hijos de la desobediencia” (1 Cor. 2:12; léase Efesios 2:1-3). Este espíritu también es llamado “aire”, pues está difundido por todo el mundo controlado por el Diablo. Y consigue que los pensamientos, planes, conversaciones y acciones de la gente reflejen la mentalidad del “gobernante de la autoridad del aire”, que no es otro que el orgulloso y desafiante Satanás.
  Sea que se den cuenta o no, las personas infectadas por el espíritu del mundo permiten que Satanás influya en su mente y corazón, y por eso imitan la manera de pensar y actuar de él. Como consecuencia, viven la vida a su antojo, sin preocuparse por lo que piensa Dios. Constantemente reaccionan con orgullo y egoísmo, se rebelan contra la autoridad de Dios y ceden al “deseo de la carne y el deseo de los ojos” (léase 1 Juan 2:15-17).
  ¡Qué importante es que sigamos este consejo: “Salvaguarda tu corazón”! (Pro. 4:23.) Para ello tenemos que hacer uso de la sabiduría universal enseñada por Jesucristo al elegir nuestras amistades, diversiones y lecturas, o al navegar por Internet. Pablo nos avisa: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo” (Col. 2:8). Y su advertencia es más urgente que nunca, pues está muy cerca el día de IEVE, en el que un “fuego” de temperaturas inauditas derretirá “los elementos” del mundo de Satanás. En efecto, no soportarán el fuego de la cólera divina. Malaquías 4:1 expresa una idea semejante: “Viene el día que está ardiendo como el horno, y todos los presuntuosos y todos los que hacen iniquidad tienen que llegar a ser como rastrojo. Y el día que viene ciertamente los devorará”.

“La tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas”
   ¿A qué se refiere Pedro al señalar que “la tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas”? El verbo traducido “serán descubiertas” puede verterse “quedarán expuestas”, “saldrán a la luz” o “quedarán al descubierto”. Así que la afirmación de Pedro significa que durante la gran tribulación se desenmascarará a este mundo. IEVE dejará claro que es un sistema diabólico opuesto a él y a su Reino, y que merece ser destruido. Isaías 26:21 anuncia proféticamente ese juicio divino: “Jehová está saliendo de su lugar para pedir cuenta por el error del habitante de la tierra contra él, y la tierra ciertamente expondrá su derramamiento de sangre y ya no encubrirá a los de ella a quienes han matado”.
  En el día de IEVE, las personas que se han dejado moldear por el mundo y su malvado espíritu mostrarán sin tapujos cómo son de verdad, llegando incluso a matarse unas a otras. De hecho, es probable que el entretenimiento violento que predomina en la actualidad esté preparando la mente de muchos para el día en que alzará “cada uno [...] su mano [...] contra la mano de su compañero” (Zac. 14:13). Por eso es imprescindible que rechacemos cualquier película, libro, videojuego o actividad que siembre en nosotros el orgullo, el amor a la violencia u otras actitudes que Dios detesta (2 Sam. 22:28; Sal. 11:5). Además, debemos cultivar el fruto del espíritu, pues abarca cualidades incombustibles que nos permitirán sobrevivir cuando arda el fuego de la ira divina (Gál. 5:22, 23).

“Nuevos cielos y una nueva tierra”
  (Léase 2 Pedro 3:13.) Ahora bien, ¿a qué se refieren los “nuevos cielos”? Al Reino de Dios, que será establecido en la región espiritual cuando “los tiempos señalados de las naciones” hayan terminado (Luc. 21:24). A cargo de este gobierno estarán Jesús y los 144.000, quienes ya habrán recibido en su mayoría la recompensa celestial. El libro de Revelación presenta a estos elegidos como “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo” (Rev. 21:1, 2, 22-24). En el antiguo Israel, el gobierno tenía su sede en Jerusalén. En el nuevo mundo, el gobierno estará formado por Jesús y su novia, la Nueva Jerusalén. Esta ciudad “descend[erá] del cielo” en el sentido de que dirigirá su atención a la Tierra.
   La “nueva tierra” será la nueva sociedad que habitará este planeta y estará formada por los seres humanos que se hayan sometido voluntariamente al Reino. Pero en el futuro, ese paraíso espiritual se encontrará en el hermoso marco que merece: “la tierra habitada por venir”, (Heb. 2:5). ¿Qué debemos hacer para vivir allí?

Preparémonos para el gran día de IEVE
  Pablo coincide con Pedro en señalar que el día de IEVE vendrá “como ladrón”, o sea, de modo sigiloso e inesperado (léase 1 Tesalonicenses 5:1, 2). Hasta los cristianos verdaderos, que están aguardándolo con expectación, se sorprenderán de que llegue tan súbitamente (Mat. 24:44). Pero, en el caso de los hombres alejados de IEVE, ese día hará mucho más que asombrarlos. Pablo escribió: “Cuando [...] estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera” (1 Tes. 5:3).
   El clamor de “¡Paz y seguridad!” no será más que otra mentira inspirada por los demonios; pero no logrará engañar a los siervos de IEVE. El apóstol Pablo señaló: “Ustedes no están en oscuridad, para que aquel día los alcance como alcanzaría a ladrones, porque todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día” (1 Tes. 5:4, 5). ¡Qué necesario es que nos mantengamos en la luz espiritual, lejos de la oscuridad del mundo de Satanás! Pedro avisó a los cristianos de que surgirían falsos maestros dentro de la congregación, Pedro escribió: “Amados, teniendo este conocimiento de antemano, guárdense para que no vayan a ser llevados con ellos por el error de gente desafiadora de ley y caigan de su propia constancia” (2 Ped. 3:17).
   Observemos que IEVE no se limita a decirnos: “Guárdense” o, en otras palabras, “manténganse en guardia”.  Más bien, nos concede el gran honor de tener “conocimiento de antemano”, o sea, un cuadro general de lo que sucederá en el futuro.

  Lamentablemente, cuando se hacen recordatorios sobre la necesidad de mantenerse alerta, hay quienes adoptan una actitud despreocupada o incluso burlona y escéptica. Quizás digan: “Llevo décadas oyendo el mismo aviso”. Pero deberían comprender que al hacer esos comentarios están cuestionando al propio Creador de todas las cosas y a su Hijo. En efecto, es IEVE quien nos dice a cada uno de nosotros: “Manténte en expectación” (Hab. 2:3). Igualmente, es Jesús el que nos dice: “Manténganse alerta, [...] porque no saben en qué día viene su Señor” (Mat. 24:42). Además, Pedro escribe: “¡Qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová[!]” (2 Ped. 3:11, 12). Una mente en su sano juicio jamás tomarán a la ligera esas enérgicas advertencias.
  El que cree que el Amo se está demorando es el “esclavo malo” (Mat. 24:48). Y este forma parte del grupo descrito en 2 Pedro 3:3, 4: “En los últimos días vendrán burlones [...] procediendo según sus propios deseos”. En efecto, ellos se ríen de quienes son obedientes y viven atentos al día de IEVE. Y en vez de velar por los intereses del Reino, se centran en sí mismos y en sus deseos egoístas. ¡Jamás adoptemos una actitud tan rebelde y peligrosa! Más bien, “[consideremos] la paciencia de nuestro Señor como salvación”.  Nunca nos inquietemos por saber el momento exacto en que ocurrirán ciertos sucesos, pues la decisión de cuándo deben producirse es algo que solo le corresponde Al Creador. (2 Ped. 3:15; léase Hechos 1:6, 7).

Confiemos en el Dios de salvación
  En el año 66 de nuestra era, los ejércitos romanos invadieron Judea. Los cristianos fieles sabían que Jesús les había mandado salir huyendo de Jerusalén tan pronto como pudieran, y cuando se les presentó la ocasión, así lo hicieron (Luc. 21:20-23). ¿Por qué actuaron tan rápido y con tanta decisión? Es obvio que habían tenido muy presente la advertencia de Jesús. Aunque seguramente comprendían que iban a afrontar dificultades a consecuencia de su decisión —pues Cristo también se lo había avisado—, estaban seguros de que IEVE nunca los abandonaría si se mantenían leales (Sal. 55:22).
  Nosotros también debemos confiar con toda nuestra alma en IEVE, ya que él es el único que podrá salvarnos cuando este mundo atraviese la gran tribulación, que será el período de mayor sufrimiento de toda la historia. Antes de que Dios ejecute su sentencia contra el resto del mundo, llegará un momento durante la gran tribulación en el que las personas desobedientes “desmaya[rán] por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada”. Pero, a diferencia de los enemigos de Dios, las personas leales a IEVE (O que se hayan puesto de parte de Él) no temblarán aterrorizados. Más bien, estarán muy alegres, ya que comprenderán que su liberación será inminente (léase Lucas 21:25-28).
   Ciertamente, a quienes se mantienen separados del mundo y sus “elementos” les aguarda un emocionante futuro. Pero, como veremos en el próximo artículo, para obtener la aprobación de Dios no basta con evitar las cosas malas. También hay que esforzarse por tener las cualidades y obras que agradan a IEVE (2 Ped. 3:11).

¿Sabría explicarlo?
• ¿Qué significan
“los cielos” y “la tierra” actuales?
• ¿Qué son “los elementos”?
• ¿Qué representan los “nuevos cielos” y la “nueva tierra”?
• ¿Por qué confiamos plenamente en Dios?


No hay comentarios: