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sábado, 22 de abril de 2017

El fin de la violencia doméstica (leanse los textos que se citan)




Escena 1: Los padres de Isabel están de visita en casa de su hija y su yerno. Pasan una velada agradable conversando tranquilamente. Como padres se sienten orgullosos del hombre con el que se ha casado su hija. ¡Hay que ver lo bien que la trata!
Escena 2: Frank está furioso y, como tiene por costumbre, descarga su ira contra su esposa: le da puñetazos en la cara, patadas, tirones de pelo y le golpea la cabeza contra la pared varias veces.
PROBABLEMENTE le sorprenda saber que la pareja protagonista de ambas escenas es la misma.
Como muchos hombres que maltratan a su mujer, Frank sabe aparentar que es una buena persona cuando hay gente delante, por ejemplo, los padres de su esposa. Pero cuando está a solas con ella, es terriblemente cruel.
Muchos hombres como Frank crecieron en familias violentas, y de adultos creen que su conducta es aceptable, incluso normal. Pero la violencia doméstica no tiene nada de normal. Es por eso por lo que a la mayoría de la gente le horroriza que un hombre le pegue a su mujer.
Con todo, es alarmante lo extendido que está el problema. Por ejemplo, en Estados Unidos, las líneas de atención a víctimas de la violencia doméstica recibieron en un día un promedio de 16 llamadas por minuto. La violencia doméstica es una epidemia mundial que afecta a todos los grupos culturales, económicos y sociales. Y teniendo en cuenta que muchos de los casos no se denuncian, está claro que la situación es peor de lo que revelan las estadísticas.
Las noticias sobre violencia doméstica hacen surgir las siguientes preguntas: ¿Cómo puede un hombre llegar al punto de tratar a alguien —en especial, a su esposa— de manera tan indigna? ¿Hay algo que pueda ayudar a hombres así?
Los prácticos consejos de la Biblia pueden lograr que los esposos violentos cambien su conducta. ¿Resulta fácil ese tipo de cambio? No. ¿Es posible? Sí. Gracias a la educación bíblica, muchos han dejado de ser violentos y se han convertido en personas bondadosas y respetuosas (Colosenses 3:8-10). Hablemos con Troy y Valerie de su experiencia.
¿Cómo era su relación al principio?
Valerie: La noche en que nos comprometimos, Troy me dio una bofetada tan fuerte que el moretón me duró una semana. Luego se deshizo en disculpas y prometió que no volvería a hacerlo. Durante años escuché esas mismas palabras una y otra vez.
Troy: Cualquier cosa me hacía explotar, por ejemplo que la comida no estuviera a tiempo. En cierta ocasión golpeé a Valerie con una pistola. En otra, le di tal paliza que pensé que la había matado. Incluso traté de asustarla poniéndole a nuestro hijo un cuchillo en el cuello y amenazándola con matarlo.
Valerie: Vivía en constante temor. A veces tenía que huir de la casa hasta que Troy se calmaba. Aunque lo más difícil de soportar no era la violencia física, sino sus abusos verbales.
Troy, ¿ha sido siempre violento?
Troy: Sí, desde pequeño. Crecí en un ambiente violento. Mi padre le pegaba a mi madre delante de mí y de mis hermanos. Después que él nos abandonó, mi madre empezó a vivir con otro hombre, que también la golpeaba. Además, aquel hombre violó a mi hermana..., y también a mí. Y por ello terminó en la cárcel. Claro, comprendo que nada de eso excusa mi comportamiento.
¿Por qué decidió seguir con él, Valerie?
Valerie: Tenía miedo de huir. Pensaba: “¿Y si me encuentra y me mata a mí o a mis padres? ¿Y si lo denuncio y la situación empeora?”.
¿Cuándo empezaron a cambiar las cosas?
Troy: Mi esposa comenzó a estudiar la Biblia. Al principio, sentí celos de sus nuevas amistades, y pensé que tenía que salvarla de esa extraña “secta”. Me volví aún más violento con Valerie,. Pero en una ocasión, nuestro hijo de cuatro años, Daniel, que sufría convulsiones, pasó casi tres semanas hospitalizado. Durante esos días, las personas con las cuales estudiaba la Biblia mi esposa hicieron mucho por nosotros, incluso cuidaron a nuestra hija de seis años, Desiree. Uno de ellos pasó el día con Daniel después de haber trabajado toda la noche para que Valerie pudiera irse a dormir un poco. La bondad de aquellas personas —con las que yo había sido tan agresivo— me conmovió muchísimo. Aquello era cristianismo de verdad. Así que les pregunté si podía estudiar con ellos. La Biblia me enseñó cómo debo tratar a mi esposa y cómo no debo tratarla. Logré dominar mi carácter violento y con el tiempo llegué a ser testigo de Jehová.
¿Qué principios bíblicos le ayudaron a cambiar?
Troy: Fueron muchos. En 1 Pedro 3:7, la Biblia dice que se debe tratar a la esposa con honra y respeto. En Gálatas 5:23 se resaltan cualidades como la apacibilidad y el autodominio. Efesios 4:31 condena el “habla injuriosa” [o insultante]. Hebreos 4:13 dice que “todas las cosas están [...] abiertamente expuestas” ante Dios; así que él ve todo lo que hago, aunque mis vecinos no lo vean. También aprendí que debía cambiar de amistades, pues “las malas compañías echan a perder los hábitos útiles” (1 Corintios 15:33). Y es que mis anteriores amistades fomentaban mi comportamiento violento. Pensaban que golpear a una mujer servía para “tenerla controlada”.
¿Cómo les va ahora en su matrimonio?
Valerie: Ya hace veinticinco años que Troy empezó a poner en práctica los principios bíblicos en su vida. Desde entonces ha sido muy cariñoso, amable y considerado conmigo.
Troy: No puedo deshacer el mal que le hice a mi familia y, desde luego, mi esposa nunca se mereció el trato que le di. Pero anhelo el día en que se borre el recuerdo de esta oscura parte de nuestra vida, como dice Isaías 65:17.
¿Qué consejos les darían a las familias que sufren por la violencia doméstica?
Troy: Si usted es violento con su familia —ya sea física o verbalmente—, reconozca que necesita ayuda y búsquela; hay mucha disponible. En mi caso, estudiar la Biblia me ayudó a superar tendencias violentas muy arraigadas.
Valerie: No se apresure a comparar su situación con la de otras personas ni a seguir los consejos de quienes creen saber qué es lo mejor para usted. Al ver la relación tan hermosa que ahora tenemos, me alegro de no haber dado mi matrimonio por perdido, aunque no todos los casos acaban igual.
EL FIN DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
La Biblia asegura: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas” (2 Timoteo 3:16). Al igual que Troy, muchos esposos han puesto en práctica los consejos bíblicos y han conseguido cambiar su forma de pensar y su conducta.
 [Notas]
Se han cambiado algunos nombres.
Es cierto que también hay muchos hombres que son golpeados por mujeres. Sin embargo, en la mayoría de los casos denunciados de violencia doméstica, los acusados son hombres.
Los hombres maltratadores suelen manifestar dos personalidades.

¿POR QUÉ SIGUEN CON ELLOS?
¿Por qué hay mujeres que deciden seguir viviendo con un cónyuge violento? Con frecuencia, es por temor a que el abuso empeore si lo abandonan. Muchos hombres han amenazado a sus esposas con hacerles daño, o incluso matarlas, si intentan huir, y no pocos han cumplido sus amenazas.
Otras no se atreven a irse porque temen que sus amigos y parientes se nieguen a creer que la situación en casa sea tan grave y se pongan contra ellas. Por ejemplo, Isabel, mencionada al principio de este artículo, dejó a su esposo. Ella cuenta: “Mi hermana se enojó conmigo e insistió en que volviera con él. No creía que un hombre tan ‘bueno’ pudiera ser tan cruel. Todos los vecinos dejaron de hablarme, y me vi obligada a mudarme con mis hijos a otro lugar”.
Otras razones por las que algunas esposas deciden quedarse son las siguientes:
• Quieren que sus hijos crezcan con ambos padres.
• Les preocupa no poder mantenerse a sí mismas y a sus hijos.
• Creen equivocadamente que la culpa es de ellas.
• Les da vergüenza admitir que son maltratadas.
• Tienen esperanzas de que la situación mejore.
Los cristianos verdaderos se rigen por la norma bíblica de que la única base para el divorcio es el adulterio (Mateo 5:32). Sin embargo, hay situaciones que pudieran llevar a algunas personas a optar por la separación, entre ellas el maltrato físico grave.

PRINCIPIOS BÍBLICOS ÚTILES PARA LOS HOMBRES CASADOS
Trate a su esposa con honra y respeto (1 Pedro 3:7).
Ame a su esposa como a su propio cuerpo (Efesios 5:28, 29).
Haga que su amor crezca más cada día (Efesios 5:25).
Evite los abusos verbales (Efesios 4:29, 31).
Cultive el autodominio (Proverbios 29:11).
Recuerde que el amor propio no se consigue controlando a otros, sino a uno mismo (Proverbios 16:32).
Piense en las consecuencias de sus actos (Gálatas 6:7).
Si siente que va a perder el control, lo mejor es que se retire (Proverbios 17:14).
Aprenda a odiar la violencia (Salmo 11:5).
No vea a su esposa como un ser inferior, sino como una valiosa compañera (Génesis 1:31; 2:18).

El estudio de la Biblia ha ayudado a muchos hombres a hacer cambios

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